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Metallica: de los garajes a la ilusión del espectáculo perdido

Por Diego Cazar Baquero / La Barra Espaciadora

@dieguitocazar

«Podría guardarme la rabia y la ira emplumada de mis imágenes, la violencia devuelta a la violencia y dormir tranquilo con mi novelería cursi. Pero no me llamo así, me inventé un nombre con arrastre de tango maricueca, bolero rockerazo o vedette travestonga»

Pedro Lemebel.

¿Noveleros? ¡Ni por putas! La fanaticada de Metallica en Ecuador no es novelera. No puede serlo porque nació en los garajes, así como los californianos.

Es que, durante los ochentas y noventas, en este país adorador de Jota Jota y de Pedrito Fernández, un roquero era algo así como un narco adolescente poseído por el demonio.

En el colegio uno aprendía a morirse de hambre para ahorrar el dinero de las colaciones y comprar pósters de la banda a la salida de clases, o los casetes piratas del Kill em’all, del Ride the lighting, o los acetatos del Master of puppets, del And justice for all (esa doble joya que traía uno de los mayores himnos del metal mundial que es One).

Cuando rondábamos los doce años, había que andar a escondidas de los viejos, que sufrían ante la amenaza de que sus hijitos no llegaran a ser “alguien en la vida”, hombres y mujeres de bien, profesionales exitosos, y terminaran convertidos en músicos fracasados y casados con el rock…

-¡Ya es-tás con e-sa bu-lla, no!

-(…)

-¿Guitarra? ¿qué estás, loco? ¡Primero consíguete un trabajo para que tengas plata y te puedas comprar tus pendejadas!

-(…)

-¡Ya madura, carajo!

No se podía ser novelero cuando, a costa de las adversidades, uno tenía que buscar estrategias de espía para enterarse de las novedades del grupo: que cómo murió Cliff Burton, que si Dave Mustaine habló mal de Kirk Hammett por haber ocupado su lugar, que si Lars Ulrich fue compañero del ñoñazo baterista de Maná, en Berkley… Eso sin contar con que las emisoras de radio de este puto país de curuchupas parecían enlatados de mariscos en veda. Como hasta hoy, pero más apestosas todavía…

En lugar de pasárnosla frente a la basura de la tele, con las novelitas para planchar que embobaron a las madres de entonces, había que conseguirse algún ejemplar de la Atahualpa rock, pedirle al  pana migrante que se mande un ejemplar de la Rolling Stone y así saber un poco más de esos monstruos del thrash metal que nos habían destetado de la Onda Azul.

Había que ir a los conciertos de galpón y casa barrial, a Luluncoto o, en el mejor de los casos, a los de la Concha Acústica de la Villa Fláuer. Aguantar hasta el final del toque para hablar con los músicos ya revelados del yugo conventual de esta puta ciudad de gogoteros y corbata. Aprender en contra de la corriente.

En esa época, uno dependía de que el pana de algún otro pana con plata viajara a Gringolandia para traer algún video, algún disco original o un cancionero con las letras y los acordes de las canciones -y que ojalá quiera prestar el material para grabarlo, ya sea en el precario casete de audio Panasonic o en uno para VHS-.

Uno tenía que sacarse tiempo destinado a hacer deberes para reunirse con los panas y sacar al oído Fade to black en una guitarra de palo, apenas conectada al equipo de sonido de la casa de familia con un simple cable para micrófono. Había que subirle el volumen y simular la distorsión, cantar con todo el furor del mundo hasta que cayera la tarde y luego recluirse en las pesadas tareas colegiales, fingiendo ser un muchacho ejemplar.

Ser roquero en Ecuador implicaba desarrollar destrezas de guerrillero para lidiar con las requisas de los inspectores del cole, para que no nos confiscaran los walkman con los que escuchábamos clandestinamente el gran tesoro que era el sonido del bajo de Cliff, o aquella grabación en la que un aparentemente ebrio James Hetfield intenta cantar “I can´t remember anything, can tell if this is true or dream… y luego olvida la letra, se confunde, estalla en risas y celebra un presunto ensayo con tragos de por medio.

Ser roquero obligaba a esconder los cuadernos en donde, en lugar de tomar las notas de Física, hacíamos bocetos del logo de la banda con esferográfico azul…

Así, en estas lides de barricada, se erigieron figuras representativas de nuestro propio mundo metalero: monstruos criollitos como los hermanos Alex y Chin Fu O’ Dirlin, de Narcosis; como el Igor Icaza o el Paúl Segovia, de los Sal y Mileto… Y otros grupos como los Cry, de Ambato, los  Basca, los Sobrepeso, los Sparta o los mismos Madbrain, quienes no habrían imaginado jamás que el pasado 18 de marzo serían teloneros de este cuarteto gringo al que siempre admiraron. ¡Puta, madre, cómo no va a dar orgullo verles a los bróderes ahí subidos, haciendo lo que los demás no pudimos hacer por pereza de ser diferentes!

Si Metallica hubiera venido a Quito en esos tiempos, habríamos dejado todo por ir a verlos y nuestros cuerpos aún jóvenes habrían soportado sin chistar las horas enteras que esta vez, ya cuarentones, nos hicieron padecer los organizadores. Sí, horas enteras ahí parados, como la pieza, sin siquiera poder echarnos un guaro en paz. Pero es que luego de haber esperado treinta y dos años para esto, había que sacar las fuerzas de la nostalgia, aunque las reumas y la escoliosis se nos cagaran de risa.

Ahora nos encontramos de nuevo los panas del colegio, ya entre ingenieros, arquitectos, periodistas y abogados, padres de familia casados una, dos o tres veces, con la guata crecida y la calvicie asomándose con su brillante ojo de cíclope, todos juntos después de tanto tiempo, haciendo el ridículo ademán de tocar el bajo que yace en la bodega de nuestro depar de cuarenta mil dólares.

-¡Puta, hermano!, solo cuando se muere alguien nos topamos… ¡o cuando viene Metallica!

-Que da casi lo mismo…

-¿Te acuerdas de cuando tocábamos Nothing else matters para la flaca, loco?

-Simón, pana, ¡si a mí me tocó vender el Baldor para comprarme el baúl de Metallica, y no me alcanzó ni para las vitelas!

Esta vez, en la misma Quito que nos veía como a delincuentes prematuros y con acné, nos sentimos identificados con Lars y con Kirk una vez más, pera esta vez es porque ellos también están quedándose calvos y se van arrugando. Gritamos “seek and… seek and destroy”, levantamos los cuernos de los dedos para corear “say your prayers, little one, don’t forget my son, to include everyone…”, pero al rato estamos afónicos, sin aire en los pulmones y con las rodillas molidas. Queremos poguear, agitar las melenas que no tenemos para alimentar al mosh, pero el círculo tribal nos expulsa como a tísicos.

Razón tienen los veinteañeros de hoy cuando nos acusan de creernos más que ellos. Para nosotros, Metallica dejó de componer después del Black álbum. Es verdad…

la foto

Nosotros ya crecimos y ahora podemos pagar una entrada de más de doscientos dólares a plazos, tenemos auto para ir y volver del concierto y desde nuestro smarthphone enviamos tuits lacrimosos y selfies para el féisbuk. Ahora somos alguien en la vida, mientras los greñudos estos de Metallica continúan dando vueltas por el mundo como adolescentes descarriados, tocando esa bulla que nos vuelve locos, con producción simultánea en tres ciudades latinoamericanas y millones de dólares a la bolsa por cada día de gira. ¡Unos completos fracasados!

Sin embargo, hay que reconocer que ellos tampoco son lo que eran. De los garajes de donde salieron han saltado al mundo del gran espectáculo, donde el rock edulcorado nos muestra el álbum de fotos sepia de un tiempo que ya no es. Lars, el calvito, conserva las pantorrillas de otro mundo para sostener el doble bombo de siempre, pero Kirk ya no pisa con tanta precisión los trastes de la guitarra y va encaneciendo. James canta igual que en sus mejores épocas, hace muecas de bad boy frente a las cámaras pero parece animador de un programa concurso en cadena abierta, cada cierto tiempo nos invita a votar:

Are you votting? We’re waiting for your votes… Vote, vote vote! We wanna play your song! you wanna Whiplash? Fuel?

la foto (1)

Y, claro, solo nos quedó votar, vía SMS, por la canción que quisiéramos escuchar como parte del repertorio: nuestra preferida era Whiplash, por supuesto. Y ¿saben qué? ganó Fuel, una canción que ya no nos pertenece como nos pertenecían Orion o Creeping death, himnos de nuestros años mozos.

Quizás todos esperaban a que envejeciéramos para traerlos a Quito… Acaso se trató de una conspiración para probarnos que el rock no era más que una ilusión, una iconografía nostálgica del espectáculo, como diría Lemebel… Al fin y al cabo, nos quedó también la sensación de haber vivido un concierto magnánimo, un hermoso funeral con lo mejor del thrash metal mundial y en honor a Cliff Burton.

Y esa sensación era también la de aceptar que hay cosas que no envejecen como nuestros cuerpos. Hay cosas que no mueren con el paso del tiempo. Metallica ya no nos pertenece a los de la leva de los sesentas y setentas, aceptémoslo. Hemos sido testigos de una parte de la eternidad y que baste con eso. Lo que vino después del Black album es otra historia. Pero, ¿noveleros?

 

37 COMENTARIOS

  1. Más exacto y preciso no podia ser, igual sacamos fuerzas de donde no habia para aguantar todo el trajin solo por ver a METALLICA, felicidades, excelente trabajo!!!

  2. Estimado Autos,
    Excelente, mis sentimientos narrados tal cual. Bravo por su arte de saber contar.
    Saludos,
    Juan L

  3. Debo corregir mi comentario anterior:

    Estimado Autor,
    Excelente, mis sentimientos narrados tal cual. Bravo por su arte de saber narrar y expresar lo que es imposible expresar por otros.
    Saludos,
    Juan L

  4. Pasaron 40 años para ver a los grandes como Ozzy, Maiden, Metallica y otros que llegaron por estas tierras, pero recuerdo con mucho cariño esos conciertos de garage clandestino.

    Chevere nota

  5. La pura verdad pana fueron unas horas para quitarse veinte años de encima y disfrutar el tan esperado concierto, como no recordar los íntercolegiales donde nuestros propios compañeros eran nuestras estrellas de rock, felicidades por tu espacio….

  6. Hermano,

    Se me erizan los bellos y se llenan de nostalgia mis ojos al leer nuestra historia en estas líneas! El mejor concierto de mi vida, a pesar de habernos perdido en Blackened! un abrazo

    • En efecto, querido hermano, esta es nuestra historia. Muchas de estas escenas ocurrieron con vos, lo sabes.

  7. Que hijueputa permíteme Diego Cazar, llamarte un hijueputa, en el mejor sentido de la palabra, lo que tu has hecho con este texto, es algo formidable, esto es una verdadera novela que cualquier rockero quisiera leer, deberías darle un millón de líneas más y publicarlo, creemelo que esa novela del rockero ecuatoriano, llegaría a mano de James y los demás.,.. Pues lo supiste hacer con el verdadero sentimiento que se merece, al punto que casi se me salen las lágrimas, las contuve porque sino me iría de largo.
    Un aplazo para ti Diego.,.,,

  8. Yo también empecé a mover la cabeza como desaforado, pero como ya no tengo pelo lo único que se me cayó fueron los lentes.

  9. Buen escrito…..la verdad es….aca en Portoviejo Rock City…..eramos vistos como animal raro x el cabello largo….y pocos….MortoM fue nuestro grupo metalero y tocamos con Blaze…y otros grupos…..lindos tiempos….aun me duele el cuello de mover la cabeza el martes….los años nos pasa factura….pero deseo cumplido…..

  10. Que maravilla de crónica Dieguín, me sentí por un momento en los 15 años, en mi vieja habitación rebobinando el Master of Puppets a esferaso mientras a punte oído sacaba los temas del disco negro uno a uno en la guitarra de palo… es impresionante darse cuenta como pudo influír la música en tanta gente, aún recuerdo cuando sin querer llegó a mis oídos a los 9 años de edad un cassete de mi hermano con un montón de cruces sobre un fondo naranja y unas manos de un titiritero las sostenía… no me hubiese imaginado que tantos años después iba a vivir lo que viví el martes. Que gran texto, de largo el mejor que he leído sobre lo que ocurrió el martes. Felicitaciones!

  11. Excelente tu crónica… nos salvó de ir asl concierto a los viejitos que ya no estamos para esas cosas… y la relación con la frase de Lemebel, genial y sorprendente. Un abrazo Diego

  12. Excelente Dieguito… Que recuerdos… todo lo que teníamos que hacer para conseguir las cosas de Metallica… Pasé enojado unos 10 años con mi vieja después que me quemó mi camiseta de Metallica…

  13. La plena mijin, por un momento me hiciste aterrizar 20 o 25 años atras, y me dió la impresion de que hasta el aire olia mas rico cuando andaba vestido de negro esperando a que el Miche acabe su show en el parque para pasar comprando los cancioneros piratas en la amazonas, y regresarme volado al max plank a retirar la mochila a la salida de clases….. venerables tiempos idos y nunca volvidos…. viva metallica…

  14. Tengo 38 años, en julio pasado me dio un pre infarto, casi renuncio a mi actual trabajo pues quisieron negarme el permiso a metallica, estuve solo desde las 6:00am y regresé caminando 01:00am. Se me olvidó mis problemas de salud cuando regresé a ver como en cámara lenta estuve abrazado a la masa en box (todos promedio mi edad) saltando como quinceañeras en un for whom the bell tolls, metallica anesteció todo dolor de la espera y de la vida, hasta el mosh me causó nostalgia al ver que duraba 45 segundos y todos salían sufriendo del cansancio jeje, noveleros imposible.

  15. Que bacán el artículo en pocos minutos caminé lentito desde el colé en los 90s hasta la parada de mi casa con el casete barón rojo dando vueltas cruzado por un esfer y un and justice for all estallando las neuronas…

  16. No existen mejores palabras para describir como ha evolucionado la escena rockera y un excelente relato de historias que viviamos en nuestros tiempos de cassette; recuerdo al viejo Napo en la plaza Arenas y su maquinita que en ese tiempo era rapidisima para reproducir cualquier album de tu banda favorita en cassette…. los conciertos en la concha acustica de Luluncoto y los vecinos llamando a la policia para que suspendan porque era concierto de «satanicos», conciertos en el arbolito, también la emoción de ver a las primeras bandas extranjeras que venian a dar conciertos y suspendian un dia antes de la presentacion o el mismo dia…

    Eso es ser novelero??? bueno les dejo eso para los tipicos que se creian los mas bkns por tener mas casettes o por saber mas nombres de albumes o canciones y decian que los demas eran «noveleros», al final ser o sentirse rockero lo llevas tu y solo tu…. nadie te defina, nadie te joda!!!

    larga vida al rock and roll!!!

  17. Tu articulo fue una maquina del tiempo, en pocos minutos recodar con mucha nostalgia lo que vivimos en aquellas épocas de melenas al viento, que las revivimos en Metallica, somos de la misma leva, y seguro coincidimos en mucho conciertos.

    Saludos

  18. Jamás novelero… Jamás Poser… y aunque me parece tan cerrado pensar que después del disco negro Metallica ya no es Metallica, y mantener el discurso básico que todo el mundo dice… «Comerciales»… bah… jamás señores, yo no lo siento así no lo pienso así… es como decir que después de los girasoles de Van Gogh, lo demás fue comercial…. Señores, amigos, rockeros… Metaleros… Quito… La música es arte… el Metal es arte, y a mi me puede o no gustar un cuadro… pero no significa que por que todos dicen no me gusta porque no es el arte que esperaba… no es arte… Lulu es una mierda (una mierda interpretada por la maquinaria Metallica y Lou Reed)… Metallica lo sabe bien, pero por favor quien no la ha cagado….!!!!???? Personalmente… y lo aclaro nuevamente… creo que jamás dejaron de ser los músicos… si hicieron cosas diferentes y cosas que no esperábamos y que tal vez no nos hace vibrar como Fade o como One… no sentimos las ganas de romper con todo como con Whiplash… pero hey…!!! a mi me encantan cosas musicalmente hablando del load del re load y no se diga del dead magnetic… no todo, no tengo porque hacerme el ciego, pero quien en este mundo puede decir «Todo lo que hago le gusta a todo el mundo» creo que ahí habría un problema de percepción…

    • Obviamente me ha dado nostalgia tu artículo 🙂 aún recuerdo grabando las canciones a media noche de la radio, rogando a q no salgan las propagandas jajaja y con esa calidad de mierda escuchandolos todo el día 🙂

  19. Metallica nos recordó que el tiempo pasa, pero esas huellas generacionales no, esas nos van a acompañar hasta la tumba y nos hacen únicos frente a las otras generaciones. Salud por los tiempos pasados , por los presentes y por los que vendrán.

  20. Grace, Freddy, Vlady, Vivi, Andrés, Pablo y Matías, agradecemos sus comentarios y los celebramos. Además, agradecemos sus lecturas de La Barra Espaciadora, sean bienvenidos y esperamos sigan activamente los temas propuestos. ¡Saludos para todos!

  21. Soy de una generación que llegó un poco más tarde a ustedes pero si viví parte de esa nostalgia que Diego relata, por ejemplo en mi niñez vivía en la selva ecuatoriana y allá 0 Rock en las radios, se sintonizaban solo 2 canales de TV, tocaba grabar de programas como Rock ‘n Pepsi jaja, hasta ahora recuerdo la voz del locutor diciendo: «Y en el finaal:….» Se llegaba a la capital a pedir a los amigos, primos que presten lo que grabaron en casettees y VHS o a intercambiar cromos de Garbage. En fin tantas historias, excelente artículo Diego, seguimos al pie del cañón, larga vida al Rock ‘n Roll !!

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