Inicio Derechos Los periódicos de papel y un café pasado

Los periódicos de papel y un café pasado

Por La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar

El último ejemplar de diario Hoy –en la edición que salía a las calles todos los días– circuló el 29 de junio del 2014, provocando tanta nostalgia como impotencia. Y estas sensaciones se vuelven más profundas en un mundo que parece cambiar más rápido que sus habitantes.

Apenas se conoció la noticia de que el Hoy se convertiría en un semanario impreso y de que la información de coyuntura saldría en su versión digital, como para no perder la costumbre, los protagonistas se subieron al cuadrilátero: en una esquina, el propio director del diario, Jaime Mantilla, posicionando la idea de que el cierre se debe, sobre todo, a la Ley de Comunicación del gobierno de Rafael Correa, y en la otra esquina, el mismo gobierno ‘revolucionario’, con la plata de nuestros impuestos, sosteniendo que la culpa es de la mala administración del ‘Gringo’ Mantilla. Y como resultado, lo peor: un público cautivo más preocupado por lo que se dice que por lo que pasa.

Pero, ¿qué es lo que pasa? Que cada vez son más los diarios que respiran con tanque de oxígeno. La industria de los periódicos está en crisis y no es por culpa exclusiva de la Ley de Comunicación ni del ‘Gringo’ Mantilla o de sus colegas. Es peor que eso: internet se la está tragando. Como en las erupciones de los volcanes o cuando un rayo cae sobre la frente de alguien, no hay un culpable con número de cédula, nombre y apellido a quién señalar, encarcelar o juzgar. Y, ok, si quieren hasta podemos delegar la primera responsabilidad a Dios, para quienes son cristianos, y así nos ahorramos el reconocer nuestro sitio en el infierno…

Hemos escuchado o leído tanto que los periódicos cierran, en Estados Unidos y otros países, muy lejanos en su mayoría, que a duras penas nos sale un gesto de sorpresa y pasamos enseguida a las páginas de la farándula local. O, para no perder la costumbre, volvemos a comentar lo que sucede en el cuadrilátero.

El diagnóstico para este enfermo que necesita de oxígeno no es absoluto, pero sí se enmarca en una tendencia. Los resultados del estudio anual World Press Trends, publicado en junio por la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), muestran cómo va decreciendo el negocio de las empresas periodísticas del papel.

El World Press Trends recoge datos de más de 70 países, que representan más del 90% del valor total del sector.

Del informe se concluye que la difusión de los medios impresos en el 2013 creció en 1,45% en Asia en comparación con el año anterior y en 2,56% en Latinoamérica. Sin embargo, se redujo en el 5,29% en Norteamérica, en el 9,94% en Australia y Oceanía, en el 5,20% en Europa y en el 1% en Oriente Medio y África.

Aunque Latinoamérica y Asia registran crecimiento, el problema que advierten los dueños de los medios es la tendencia. El crecimiento de la clase media, capaz de adquirir modernos dispositivos, y la cada vez más acelerada penetración del internet son dos de las principales causas para que la gente deje de comprar periódicos.

A nivel global, el año pasado las entradas por la difusión y la publicidad en papel registraron “una tendencia estable”, según el estudio. Eso significa un total de 163.000 millones de dólares, que siendo un monto astronómico ya refleja una disminución importante frente a los 187 mil millones del 2008.

La situación en Ecuador es similar . Las mayores editoras de periódicos del Ecuador, por su tradición, influencia y circulación, son El Universo Compañía Anónima, Grupo El Comercio, Granasa (diarios ExpresoExtra) y Edimpres (diario Hoy). Todas son privadas.

De acuerdo con la Superintendencia de Compañías, hasta el 2012 El Universo aparecía en un rango de ventas de entre 60 y 70 millones de dólares anuales. Le seguían El Comercio, en el segmento de 50 a 60 millones, y Granasa, en el de 20 a 30 millones. De los datos oficiales disponibles, se podría deducir que ese fue el último año en el que la mayoría de periódicos tuvo ganancias.

El 2013 fue un año en el que sus gerentes, administradores, jefes de recursos humanos y de compras tuvieron que romperse la cabeza para evitar las pérdidas. El caso es complejo: al tiempo que se recortaban gastos y se hacían más eficientes los procesos (con despidos, restricciones, fusiones de departamentos, etc.) aparecían nuevos huecos por donde iba la plata. Y esos huecos, muchas veces, no fueron por las realidades propias del mercado de las noticias, sino por las decisiones políticas de un gobierno, el de la Revolución Ciudadana, que ha tomado por el cuello a los dueños de los medios, tanto por sus líneas editoriales como por el lado de sus bolsillos.

macfoto

Solo para tener una idea: se gravó con el 12% del IVA a los periódicos, se impidió que los medios tuvieran accionistas extranjeros y se obligó a las editoras a deshacerse de los negocios que no tenían relación con la información. La legislación sobre medios prohíbe la publicidad de ciertos productos en los medios (como la comida chatarra, bebidas y cigarrillos), se incrementaron por decreto los sueldos de los trabajadores de la prensa y se dispuso a los diarios que publicaran el número de ejemplares que sacan a la venta. Si bien varias de estas exigencias son indiscutibles desde el punto de vista de la ética periodística y de las buenas prácticas y transparencia que merecen las audiencias, en términos de financiamiento fue un golpe letal a la industria.

A ello, vale mencionar, se suma otro tanto de medidas ‘no oficiales’ de ahogo que todo el mundo conoce, pero que nadie lo dice por escrito: el boicot permanente desde instancias del gobierno para que la publicidad no llegue a los medios que no le son afines, así como la cancelación de suscripciones y la discrecionalidad en la pauta de las instituciones públicas. Y quedan ahí como estandartes el juicio de Rafael Correa en contra de El Universo, por $80 millones, y las sanciones económicas contempladas en la Ley de Comunicación.

Así, en el 2013, de las cuatro empresas más representativas de la prensa privada solo Granasa obtuvo ganancias (1,5 millones), las demás terminaron con saldos en rojo. El Universo perdió 2,3 millones; El Comercio, 1,3 millones; y Edimpres, 4,5 millones, de acuerdo con la Superintendencia de Compañías.

A pesar de que el número de ejemplares que va a las calles se va estabilizando, cada año es menor. Si hace cinco años El Universo o El Comercio llegaban a vender entre 150 mil y 200 mil periódicos un domingo, el día de mayor circulación, ahora con las justas superan los 100 mil.

La base de datos del Servicio de Rentas Internas (SRI) muestra que el pago del Impuesto a la Renta, un termómetro de las ganancias de las empresas, también ha caído. En el 2005, El Universo pagó un millón de dólares por ese concepto y en el 2013, cero. El Comercio pasó de tributar cerca de 700 mil dólares a casi la mitad el año pasado y Edimpres, de 36 mil a cero. Solo Granasa (quizás el vender el popular Extra sea una buena razón) aumentó su Impuesto a la Renta en un poco más de 100 mil.

Los anunciantes publicitan menos en los diarios de papel y están de a poco pasando a la web o concentrando su dinero en la televisión. Esa es la tendencia mundial, esa es la realidad del negocio.

“Aunque los periódicos concentran gran parte del público total de Internet, el mayor reto para las empresas editoras continúa siendo encontrar la forma de aumentar la implicación de los lectores en las plataformas digitales. El 46% de los usuarios digitales visitan sitios web de periódicos, pero los periódicos continúan representando únicamente un 6% de las visitas totales de Internet, un 0,8% de las páginas visualizadas y un 1,1% del tiempo total consumido en plataformas digitales”, dice el World Press Trends refiriéndose al 2013.

No todos los diarios son una copia exacta del modelo de negocio. El Universo y El Comercio tienen repartida la mayor parte de su lectoría por regiones, el primero en la Costa y el segundo en la Sierra, mientras que el Extra (que subsidia a Expreso) se focaliza en segmentos populares.

El Telégrafo, que es del Estado, participa con un mínimo porcentaje en la venta de ejemplares y es subvencionado. Aún así, registró pérdidas de más de 400 mil dólares.

Opciones para recuperar terreno: la web y las redes sociales. Los tiempos corrieron más rápido que las decisiones empresariales. Hace diez años (¡apenas diez!), las salas de redacción tenían que rogar para que alguien con poder de decisión autorizara la conexión a internet de unas pocas computadoras, con el estúpido argumento de que los periodistas se iban a distraer enviando correos, viendo pornografía, chateando con los amigos…, “Viendo huevadas”, decían los jefes. Luego, cuando aparecieron Facebook y demás redes sociales el prejuicio fue peor. Una década más tarde, uno de los puntales de difusión de los nuevos medios son, exactamente, los mismos canales que los jefes no querían autorizar porque eran “huevadas”.

Los medios grandes lo entendieron recién en los últimos años. El Universo y El Comercio han hecho sendas inversiones en la infraestructura informática y tratan de posicionarse en la red. Los más pequeños, los locales especialmente, caminan a paso lento.

En la elemental disputa del cuadrilátero, de un lado se proclama que ya nadie lee periódicos, sus páginas solo sirven para envolver aguacates o son máquinas de hacer billetes para una oligarquía que miente y no se cansa de mentir. Lo dice con insistencia el presidente Rafael Correa y lo repiten, como en misa, su gabinete y sus asambleístas, grupo en el que se cuentan varios experiodistas. Del otro lado, el grito de batalla oscila entre la libertad de prensa y el susto por la rentabilidad del negocio.

Lo que no entra en la ola de insultos es ese inexplicable pacto de complicidad entre los medios y sus públicos, así como la necesidad de estar informados, temas culturales y que muchas veces superan la oferta de compra, las insinuaciones de quienes ostentan el poder e, incluso, las estrategias de los propios periódicos.

De hecho, según alexa.com, un ranking actualizado de las páginas más visitadas, entre los 20 sitios más demandados por los usuarios de la web en Ecuador se encuentran, ¡oh sorpresa!, El Universo, Ecuavisa y El Comercio. El resto son, principalmente, redes sociales y entretenimiento. ¿La prensa corrupta, que pudre los aguacates, entre las páginas más visitadas? La discusión política de este asunto (que no es el meollo de este artículo) es eterna, a diferencia de la de las estrategias de venta de los diarios, que es urgente, ¡para ayer!

El negocio, entonces, empieza a tornarse cada vez más complejo. Por un lado, según los datos del World Trade Trends, el 93% de los ingresos de los periódicos continúa procediendo del papel, aun cuando han disminuido considerablemente.

Las cifras son importantes, el año pasado, las ventas en conjunto de El Universo, El Comercio, Edimpres y Granasa sumaron 138 millones de dólares, de los cuales el 78% corresponde a los dos primeros.Si nueve de cada diez dólares ingresa por la venta de ejemplares impresos, los ejecutivos todavía tienen razones suficientes como para preocuparse por sus tradicionales ediciones.

Paradójicamente, la demanda de información en la web y la confianza demostrada por los visitantes digitales les exige a los periódicos que también multipliquen sus esfuerzos por mantenerse vigentes. De lo contrario, la gente decidirá abandonarlos. Así de simple. Es algo así como “el que se queda quieto un día muere”.

Aunque el tema de la calidad periodística en el contexto de las nuevas tecnologías no es el motivo de este artículo, es necesario mencionar que todo este cambio en el negocio de los medios obliga a replantearse las coberturas y el tratamiento netamente informativo. La innovación es una urgencia y la combinación de las prácticas del periodismo tradicional con las herramientas de hoy es inevitable.

El viejo modelo periodístico de cazador-recolector ya no es suficiente, sostiene el periodista estadounidense Philip Meyer en un artículo recogido en el libro El fin de los Periódicos. Ahora que abunda tanta información, sostiene, no necesitamos tantos datos nuevos como ayuda a la hora de procesar los que ya están disponibles. “De la misma manera que el desarrollo de la agricultura moderna condujo a la demanda de variedad en la comida procesada, la era de la información ha creado una demanda de información procesada. Necesitamos alguien que la coloque en un contexto, le dé un marco teórico y sugiera formas de actuación a partir de ella”.

Quizás la cita, en apariencia, no se ajusta al tema central, el negocio editorial ecuatoriano, pero es importante plantearla para entender la complejidad de esta coyuntura hecha de redes sociales, disminución de ganancias, restricciones legales, públicos indescifrables, ofertas saturadas, demandas insatisfechas. Quien sabe si en lugar de alentar a nuestros púgiles que van a sacarse la madre en el cuadrilátero, mejor nos tomamos un café y discutimos la suerte de los periódicos, de los periodistas y, lo principal, de los lectores.

news