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¿Qué problema nos resuelve Quito Cables?

El proyecto Quito Cables está planteado desde la oficialidad como una solución al serio problema de movilidad que enfrenta Quito. Sin embargo, parece ser que la solución estructural va por otro lado. ¿Está el cabildo capitalino preocupado por disminuir el elevado parque automotor reemplazándolo con redes de transporte público? ¿O es que sus iniciativas solo apuntan a obtener réditos electorales?

Imagen tomada de www.andes.info.ec

Por Diego Maldonado / @quesdevos

Hace un año, el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, anunció la decisión de construir una red de transporte público que se desplazaría por cables aéreos y explicó que eso daría solución a muchos problemas de movilidad para los pobladores de los barrios marginales del noroccidente de Quito, así como a barrios del centro, del sur y de los valles. Un año después ya se avizora la construcción del sistema y vuelven a salir a flote las potencialidades del sistema así como sus debilidades. En esencia, no queda claro qué problema resolverá este proyecto. Da la sensación de que estuviéramos presenciando el segundo acto del proyecto teleférico de Quito, que dejó más dudas que certezas sobre su verdadera urgencia…

El discurso sobre el cual se ha montado el mensaje municipal para enfrentar los cuestionamientos del proyecto es mitad político, mitad técnico, lo que nos deja desamparados en un limbo, por lo menos, conceptual. Es que realmente no termina de aterrizar el problema que solucionaría con Quito Cables: ¿un problema de acceso?, ¿de calidad de prestación de un servicio?, ¿de movilidad? O quizá solo se esté sembrando capital político en el terreno fértil de la marginalidad urbana sin un sustento técnico real.

En lo que concierne al acceso, es cierto, los barrios estarían servidos a través de al menos cuatro líneas de transporte público con iluminación las 24 horas al día. Conclusión: un barrio con excelente acceso. Sin embargo, hay ejemplos de buen funcionamiento de sistemas de transporte por cables aéreos –como el de Medellín– enfocados a servir a barrios donde el acceso del transporte público es muy complicado, debido a las características geográficas, topográficas y de desarrollo urbano espontáneo que tienen ciertas zonas marginales. En estos casos, los cables aéreos resuelven eficazmente un problema específico de acceso.

Pero, el servicio de transporte público está determinado por la cantidad de unidades de transporte que sirven, la frecuencia de los recorridos, los horarios, la calidad de las unidades, el tiempo de recorrido, la eficiencia de la ruta, la conectividad con el servicio de transporte urbano, la conectividad con el transporte privado, entre otros. Y estos problemas se atienden desde y con el transporte público que está prestando el servicio para mejorarlo. No se resuelven creando una competencia desleal financiada con fondos públicos.

Es necesario reconocer que el mayor retroceso en el tema de la movilidad de Quito es que poco a poco el vehículo siga conquistando el espacio que originalmente fue y debe ser destinado al peatón. Esto es aún más dramático en el caso de Quito, pues el 30% de la movilidad de la ciudad se realiza en autos privados. El objetivo principal debería estar enfocado en ‘bajar’ del auto a ese 30% y subirlo al transporte público, y no en dotarlo de vías (túnel Guayasamín), intercambiadores (avenida De los Granados, plaza Argentina), como se lo está haciendo ahora. Si se insinúa que Quito Cables resolverá algún problema de movilidad, se debería demostrar que el proyecto está sacando de las vías a buena parte de ese 30% de vehículos.

Hoy, los barrios marginales se merecen una atención prioritaria con acciones e inversión en proyectos que fortalezcan su derecho a vivir la ciudad. Para eso es necesario fortalecer la gestión democrática de las ciudades, la participación de la sociedad civil en aportes de ideas, la construcción mediática del debate y la participación política de los actores involucrados (transportistas, residentes, ciudadanos, entre otros). En general, salta la sospecha de que a la actual administración municipal le falta gobernar la ciudad.

Esto sucede en medio de un escenario preelectoral de buenos y malos, que se ha dedicado a desmantelar argumento o mitos de/en cada acción política. Tomar decisiones como la de llevar adelante proyectos como los intercambiadores –que facilitarán la circulación del vehículo del habitante de Cumbayá y Tumbaco– y Quito Cables, refleja la naturaleza antitécnica de hacer política pública, y no es más que el resultado de la excesiva confianza política que se tiene el Alcalde. O de su excesiva debilidad.

Infografía de diario El Universo.
Infografía de diario El Universo.

1 COMENTARIO

  1. La única forma de sacar a ese 30% de las vías, de la misma forma que se hizo en París es quitándoles vías. Allá se redujo de esta forma a un 20% de usuarios de autos privados. El lió es que acá no se esta mejorando el transporte público. Una solución más factible es obligar a este 30% que utilice su auto de manera efectiva, es decir en el 70% de este 30% solo una persona va por carro. A esto entiendase que una persona en un carrote le roba el espacio publico a otras 4 personas que no lo tienen. Esto se podría solucionar y obligar a que se optimice el uso del automóvil reduciendo el parque automotor dejando de subsidiar la gasolina, así de simple,pero acá siempre se hace lo opuesto a lo lógico y a la final por tener un pueblo tan ignorante se terminan beneficiando a minorias privilegiadas que no quieren que les toquen la teta. Recordemos que las mejores soluciones urbanas siempre llegan en época de crisis.

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