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¿Qué son unos milloncitos para un país petrolero?

Por Francisco Ortiz / La Barra Espaciadora

El 7 de diciembre último fue un día bastante extraño. Salí de mi casa pasadas las diez de la mañana con la intención de ir a montar bicicleta hasta el parque Bicentenario. Tomé a mi caballito de poleas de sus orejas y pedaleé por toda la avenida Amazonas, desde la Gaspar, hasta llegar al ingreso principal del ex-aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, ahora parque municipal. Con los audífonos pegados a las orejas, el sol tostándome brazos y manos, volaba en búsqueda de esa paz perdida durante la semana. Música, pavimento, gotas de sudor salado y el bofetear del viento en la cara era lo único que necesitaba.

Mientras me acercaba a mi línea de meta vi un extraño movimiento en la zona: varios cientos de personas iban deprisa por las veredas y, casi a empujones, ingresaban al parque.

Estacioné mi bici en el primer ancladero seguro que asomó y segundos después yo era uno más de esos cientos de personas arremolinadas por entrar. ¿A qué? ¡No tenía la menor idea! Al librarme de ese torbellino de piernas y brazos toqueteadores me encontré frente a una gran tarima, cerca de las que algún día fueron las mangas de pasajeros. A uno de los costados, una lona de varios metros de altura decía: “XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes”. Entonces supe que había errado: no eran cientos de personas las que estaban dentro, sino varios miles. Era una inmensa concentración de muchachitos y muchachitas, blancos, negros, amarillos, grises, rojos y verdes, que vestían también de muchos colores. Unos usaban linos, sedas, algodones y poliésteres y flameaban un sinnúmero de banderas: blancas, negras, amarillas, grises, rojas y verdes. Parecía la vía láctea pero elaborada con jirones y jirones de tela.

©La Barra Espaciadora
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Me acerqué a una de las carpas para solicitar información y le pregunté a uno de los chicos que estaban adentro de qué se trataba todo. “Un encuentro mundial de jóvenes de izquierda que luchan contra las fuerzas malignas del imperialismo”, me dijo. ¿Imperialismo? ¿Malignas?

Este Festival es un espacio que promueve la solidaridad, la amistad, el intercambio cultural, deportivo, recreativo, etc., etc., etc., entre jóvenes de las más diversas ideologías y regiones del mundo, y que luchan contra el imperialismo, el fascismo, el racismo, el sionismo, entre otros ismos o formas de dominación y explotación. En su página web explican que “son considerados como uno de los mayores logros alcanzados hasta ahora por el movimiento democrático, progresista y revolucionario internacional, bajo el signo de una poderosa solidaridad antiimperialista, por la paz y la amistad”.

El muchacho me explicó que justamente ese día era la inauguración del Festival y que incluso el propio presidente Rafael Correa llegaría en la noche para acompañar a los jóvenes ahí reunidos.

Googleando para ver qué más se decía sobre el Festival, encontré esto:

  • El 10 de noviembre de 1945: la Conferencia Mundial Juvenil finalizó sus sesiones en Londres. Esta Conferencia convocada por la iniciativa del Consejo Mundial de Juventud, que se fundó durante la guerra contra el fascismo por la juventud de los países aliados, logró reunir por primera vez en la historia del movimiento internacional juvenil a más de 30 millones de jóvenes de diferentes tendencias políticas y religiosas procedentes de 63 países.

  • Esa misma Conferencia, el 10 de noviembre de 1945, fundó la Federación Mundial de Juventudes Democráticas (FMJD), la cual adoptó un único compromiso: la paz, luego de los terribles años de la II Guerra Mundial que marcaron con sangre y para siempre la memoria colectiva mundial.

  • Su primera Declaración pública reza: “Nosotros, la juventud del mundo [ …] siguiendo la guerra victoriosa llevada a cabo por las naciones unidas en contra de la agresión fascista, por medio de la presente, deja constituida la Federación Mundial de Juventudes Democráticas [ …] La FMJD se compromete a llevar a efecto la política definida en ésta y futuras conferencias, y es la organización de la juventud unida en su determinación de trabajar por la paz, la libertad, la democracia, la independencia y la igualdad en cualquier lugar del mundo [ …] y facilitar la protección de los derechos e intereses de la juventud y la felicidad y bienestar de las futuras generaciones”.

Aunque muy interesante, me hacía ruido una cosa: su primera declaratoria hablaba de la paz, de la libertad, de la democracia, incluso de la igualdad. Ni una letra de antiimperialismo ni de ninguna fuerza oscura… este estribillo me quedó sonando el resto del día.

©Gaia Ortiz Flies
©Gaia Ortiz Flies

Por un par de horas me entretuve viendo los stands montados. A varios países les habían asignado uno, luego les tocaba turnarse con resto de delegaciones. Así todos podían exponer parte de su cultura, sus artesanías, su historia, y de paso se ganaban unos dolaritos extra, eso a ningún joven le cae mal, y más si estás en modo “mochilero”. Pero solo eso hacían, tampoco decían nada novedoso, solo se limitaban a repetir como discos rayados varias líneas aprendida sobre el Imperio. ¿Pero cuál Imperio? ¿El norteamericano? ¿El chino? ¡Pero si vivimos en un mundo multipolar! ¿Qué de la pobreza insultante, de las guerras fratricidas? ¿Alguien dijo algo sobre el hambre, la sed o sobre esos gobiernos que se han robado casi todas libertades de su pueblo? ¡De eso, ni una sola palabra!

Me llamaron la atención dos de los stands europeos… Allí se vendían solo pines, escarapelas, o como quieran llamar a esos botones que se colocan en la ropa. Varias cosas me hicieron reír y por poco llorar: Todos esos pines, escarapelas o botones tenían la imagen del Che Guevara. ¡El Che ha sido europeo! -pensé-. Todos habían usurpado su esfinge y la promocionaban como suya… ¿Qué dirían de esto los argentinos ahí presentes? Los famosos pines o botones  valían cinco dólares en uno de los stands, y en el de al lado uno. ¡Eran exactamente los mismos! de hecho parecía que los hubieran comprado al mismo proveedor. En fin, esto me llevó a romper varios paradigmas en mi tonta cabeza: 1) el costo de vida en dos países europeos vecinos puede ser sustancialmente distinto; 2) el mercado, al contrario de lo que dicen los eruditos en el tema, no responde ni se regula necesariamente a través de la oferta y la demanda; y, 3) el Che no es argentino. ¡Vaya que estaba aprendiendo! Continué caminando…

©La Barra Espaciadora
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Todo lucía bien organizado: había policías, cruz roja, defensa civil y hasta bomberos me pareció ver. Todo funcionaba como relojito suizo. Había músicos que entonaban todas las canciones protesta todas, algunas nuevas, pero la mayoría viejas, esas que han sabido  sobrevivir al espiral setentero  y ochenteno del que otros jamás han querido o podido salir… los cantos y los vivas fueron la banda sonora de la tarde. Esas porras antiimperialistas me provocaron un déjà vu a mis remotas épocas universitarias. ¿Casi veinte años han pasado? Y se siguen gritando las mismas arengas.

De pronto vi a un grupo de unos cinco muchachos se empujaban frente a lo que al parecer era una especie de surtidor. Les sorprendí por la espalada y les pregunté a quemarropa qué estaban haciendo. Unos se colorearon, otro simplemente se fue hecho el pendejo. El más canchero del grupo se animó a hablar: la maquinita era surtidora de condones… Me contó que estaban hospedados en las instalaciones del Comisariato del Ejército, el que queda Frente a la FAE, por la avenida de la Prensa, junto a miles de jóvenes de otros países . Para este festival, el gobierno de la Revolución Ciudadana habilitó este excentro militar como hotel, para que los jóvenes revolucionarios tuvieran un techo donde pasar esas frías noches. Los muchachos habían llegado desde Tena, la capital de la amazónica provincia del Napo, y querían llenarse los bolsillos con condones. No hay mucha evidencia de lo que pasó en ese sacrosanto cuartel militar, pero lo que sí me llegó a contar es que antes de que llegara la hora de dormir, entraban cuarto por cuarto grupos de militares armados hasta los dientes con sus canes intimidantes, a oler no sé qué… seguramente no eran los sobacos de esas almas antiimperialistas.

©La Barra Espaciadora
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Conté cien, quinientos, mil surtidores de condones y me aburrí. Pensé entonces en cuánto amorío emponchado haría de las suyas durante esas noches quiteñas.

Sin sentir, ya había pasado la una de la tarde. Varias brigadas de chicos comenzaron a desfilar en dirección a las carpas, todos llevaban recipientes desechables de comida. El gentil joven de la carpa de información me había contado que habían llegado siete mil jóvenes desde noventa países, y cinco mil ecuatorianos: un gran total de 12.000 alientos en el parque Bicentenario. También me contó que el gobierno ecuatoriano cubría con los gastos de alimentación de todos (desayuno, almuerzo y merienda) y que en algunos casos cubrían también el hospedaje. En cuanto al transporte, sabía que a algunas comitivas fueron recibidas en las fronteras y traídas a Quito en vehículos militares.

Esto es como resolver un problema de matemáticas de la escuela, ¡fácil! –pensé-. A ver, si son 12.000 jóvenes y comen 3 veces al día, a un promedio de USD 3 por comida, nos da un total de USD 648.000. Si a esto le sumamos 18 envases desechables de espuma flex que usaron durante los seis días, incluidos los cubiertos, a un promedio de USD 0,50 por kit, eso nos da un total de USD 108.000. El agua es difícil calcular, primero porque no sé exactamente cuánta agua bebe una persona al día y segundo porque no repartieron botellas individuales, solo eran miles de garrafones distribuidos por todo lado. Sin embargo, hice un cálculo que podría resultar un poco mentiroso pero no muy alejado de la realidad: asumí que cada persona toma el equivalente a una botellita de agua con cada comida, eso quiere decir que cada persona bebió por lo menos 18 botellas de agua en seis días. Si cada una de ella tiene un costo de USD 0,50, nos da otros USD 108.000. Si sumamos todo lo anterior, podemos estimar que el gobierno gastó durante el Festival aproximadamente USD 864.000 en alimentación. Por supuesto, ¿qué es esa platita para un país petrolero? Son nada más 8.640 barrilitos de petróleo en comida, agua y toneladas de basura, ¡todo bien! Hasta ahí nomás llegué con mis matemáticas básicas. Si hubiera continuado me habría pasado horas craneando los costos de hospedaje, transporte, logística, seguridad y más. Al fin y al cabo, ¿qué son unos milloncitos para un Ecuador próspero como dicen que ahora somos? Tampoco gasté mucho fósforo pensando en cómo se repartirían los ministerios estos gastos,  en esos procesos administrativos de contratación pública, a través del INCOP (Sistema Oficial de Contratación Pública). ¿Qué dirá la SERCOP (Servicio Nacional de Contratación Pública)? ¿Y la Contraloría? Bueno, son detallitos minúsculos… ¡quién les para balón cuando se habla de revolución!

Aproximadamente a las tres de la tarde, poco más, poco menos, los parlantes anunciaron que comenzaba el desfile inaugural. Todas las delegaciones se agruparon en orden alfabético. De a uno las comitivas hicieron su ingreso. No voy a hablar de todas porque me demoraría una eternidad, pero algunos merecen la cita:

ALEMANIA: Era un grupo de no más de quince sucos. Todos sus cánticos, varios en español, hablaban de una nueva Alemania antifascista.

ARGENTINA: Fue una buena gallada, sabían exactamente cómo armar un frente para parecer el doble de gente de la que en verdad estaban. Sus banderas celestes y blancas flameaban al son de un único y monótono canto: “Solo le pido a Dios… que re-cu-pe-re-mos las Malvinas, sooon de América Latina, te lo dicen los soldados de Cristina”. Eran ellos, los verídicos guardianes de Cristina Fernández, los mismos que me había contado el chico del Tena ¿lo recuerdan? La noche anterior, esos mismos soldaditos habían conectado unos parlantes y habían armado una tremenda pachanga, con hierbita buena y todo. El chico me relataba indignado que a ellos, a los argentinos, ni los policías ni los militares les decían nada por todo lo que consumían. Pero a ellos, a los ecuatorianitos, a los criollitos, los militares les obligaban, poco más a la fuerza, a regar las cervezas en los jardines.

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AFRICANOS: Y hablo de africanos en general, porque todos ellos: angoleños, mozambiqueños, nigerianos, fueron los más alegres. Sus coloridos atuendos y sus cánticos pegajosos hacían bailar hasta a los muertos. Eso sí, ¡qué también dirían! Pero eran felices y alegría contagiaba a las masas.

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COLOMBIA: Fue otro grupo muy alegre y colorido. Ahí, en cambio, lo que hizo que las respiraciones se aceleraran, en especial las masculinas, fue que casi todas las chicas desfilaron desnudas de la cintura para arriba. Sus bellos cuerpos iban pintados como cuadros surrealistas pero con el pulso impresionista.

COREA DEL NORTE: Esta fue otra de las delegaciones que más llamó la atención a todos por varios motivos. Primero, una buena parte de las mujeres norcoreanas eran como muñequitas de porcelana fina. Vestían trajes típicos con delicadas sedas bordadas a mano. Los hombres, en cambio, eran sus celosos guardianes. No permitían que nadie se les acercara por lo menos a un kilómetro de distancia. Su logística era impecable: todo lo tenían sincronizado al segundo. Para ellos no existía la palabra improvisación. Su equipo de seguridad mandaba, no solo a sus protegidos sino a todo el que osaba ponerse al frente. Se creían los dueños de casa y del mundo… Ahora, mientras escribo, se me aparece la imagen del joven Kim Jong-un, actual presidente de Corea del Norte e hijo de la dinastía Kim Jong, quien cinco días después de inaugurado el Festival ordenó matar a su tío, Jang Song Thaek, acusándolo de alta traición y por intentar derrocarlo… ¡así de bravos son! ¡miedito!

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ESTADOS UNIDOS: Solo vi pasar un cartel con dos ecuatorianas sujetándolo de lado y lado. Ni un pelo suco a la redonda ni tampoco se vio bandera.

EUROPA: Y aquí hablo de Europa en general porque casi todas la delegaciones eran homogéneas y viejas… ¿Será que hay pocos jóvenes revolucionarios en Europa? ¿O será que vinieron esos jóvenes revolucionarios pero de hace veinte o cuarenta años?

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RUSIA: Parecía que marchaba la comitiva del Sóviet Supremo en un primero de mayo cualquiera frente al Kremlin: todos secos, todos agrios, todos con cara de matones… El más joven del grupo seguramente tenía cien años.

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SIRIA: Sin duda fue otro grupo que hizo mucha bulla, no solo por sus cantos, sino porque jamás bajaron las fotos de su cuestionado presidente, Bashar al-Asad. Esos carteles parecían reproducirse como por arte de magia. Las mujeres sirias de la  comitiva -hermosísimas todas al igual que las coreanas- jamás andaban solas.

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Al final desfiló Ecuador. Como se podrán imaginar, fue la mayor comparsa. El tricolor nacional flameaba junto a banderines verde flex y rojos. ¿Rojos dije? Pues sí, eran banderitas rojas con el yunque y la hoz impresos. Quedé pasmado al ver que en vez de las habituales siglas de la Juventud Revolucionaria Ecuatoriana en las banderitas, estas decían JCE (Juventud Comunista Ecuatoriana). Seguramente es una nueva organización de jóvenes políticos que no me he enterado que existen, pero que desplazó o simplemente reemplazó para este evento a los herederos de Mao Tse-tung. Ya se me hacía extraño que hubieran invitado a participar a toda esa vieja barra brava del MPD, exaliados políticos del régimen y hoy enemigos acérrimos.

©La Barra Espaciadora
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Tras el final del desfile, se dio inicio a varios conciertos. De todos los grupos que alcancé a escuchar, hubo uno que para mí se robó el show por completo: el de Corea del Norte. Aunque presentaron varios números musicales, el que dejó sin aliento al público fue su versión del Chulla Quiteño. Estoy seguro de que ninguno de los cuatro músicos tenía la menor idea de lo que estaban cantando, pero entonaditos estaban y se veía en sus rostros que en verdad lo disfrutaban.

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Ya con la noche encima, apareció en escena la inconfundible voz del infaltable Pancho García, ese añejo presentador que trabaja en el Estadio de la Liga de Quito y que también anima todos los partidos de la selección de fútbol de Ecuador. ¿Sí saben de quién les hablo? Bueno, si lo saben… ¿hay alguien por ahí que se anime a decirle que por Dios se jubile, que ya nadie lo aguanta? ¡Hay alguien que me haga ese favor. En fin, mientras el Pancho García hablaba y hablaba, la plana mayor de Alianza País llegaba.  Digamos que estaban todos los que son. Finalmente llegó Rafael Correa y la gente enloqueció. Claro, el Presidente no desaprovechó la oportunidad de saludar coqueto a todas las huestes del mundo ahí reunidas y les arrancó varias arengas revolucionarias: “¡Aleeeertaaaa… aleeeertaaaa… alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina!”.

Como parte del programa, pasaron varios videos preparados por la Secretaría Nacional de Comunicación (Secom). Como no podía ser de otra manera, estos spots estaban musicalizados por otro infaltable: Damiano y su combo pachanguero. (Si hay por ahí otro voluntario, por favor, ya saben cuál es el mensajito que hay que transmitir…). Bueno, ahora los discursos… inició una señora con voz de caricatura que quién también sería, pero sin duda era aliada, porque llevaba una chompa verde flex. Luego fue el turno de otro tipo, que quién también sería, que habló en inglés. Este en cambio no cargaba ninguna chompa verde flex y tampoco llevaba el tono ni el carisma puestos. Mientras las mil y una banderas flameaban al son del viento quiteño, Gabriela Ribadeneira, la presidenta de la Asamblea Nacional, tomó el micrófono: “Aleeeertaaaa… aleeeertaaaa… alerta…”, repitió. Cuando por fin perdió creo que hasta el aliento, comenzó a discursear a grito pelado sobre la juventud y su guerra contra el imperio. Jamás nadie dijo a lo largo de todo el día a qué imperio se referían, si al estadounidense, al chino, al romano o al persa, y tampoco lo hizo ella. Finalmente, comenzó hablar Correa y llovió.

©La Barra Espaciadora
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Yo, la verdad, preferí salir corriendo, como otros cientos de revolucionarios, para recuperar mi bici y largarme a casa… Mientras lo hacía, pude ver de reojo las caras de esos pobres árabes y africanos, todos entumecidos, sintiendo en carne propia la inclemencia de la ciudad nocturna, lluviosa y fría.