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¿Sabe Dios dónde está Linda Bishop?

Esta es la historia de un abandono. A través del caso de Linda Bishop, emerge una serie de conductas extendidas en las sociedades contemporáneas, como producto de un modelo que individualiza, aísla e insensibiliza. El olvido y la ignorancia frente a la vejez o a los desórdenes mentales y a sus causas, son tan solo dos de nuestros estigmas.

Por Marco Pareja / @marcoalejop

Hace años, cuando estudiaba en Cuba, pude ver el documental The Bridge, un impactante film que trataba sobre la gran cantidad de suicidios que se registraban anualmente en el Golden Gate de San Francisco. Jamás olvidaré aquellas dolorosas imágenes que mostraban a los suicidas caminando perdidos sobre el puente, junto a los turistas, momentos antes de lanzarse al agua. Son momentos y sensaciones que solamente se pueden vivir a oscuras, en una sala de cine.

Algo parecido me sucedió luego de ver el documental God Knows where I am. Decía la sinopsis de este documental: “El cuerpo sin vida de una mujer sin hogar es abandonado en una casa de campo en New Hampshire, junto a ella se encontró un diario de vida de hambre y pérdida del juicio”. Pero, al final de la proyección, aquel relato superó en todo sentido cualquier expectativa.

Como espectadores recibimos de a poco la información, lo que ayuda a que entremos profundamente, casi hipnotizados en este drama. La familia, la policía, médicos y amistades de Linda Bishop nos cuentan lo que recuerdan de ella y lo que saben de un supuesto crimen.

La primera imagen en pantalla es un gran manzano cargado de fruta, frondoso e imponente. Acompaña la voz en off de una mujer que clama a Dios por ayuda. Este será el inicio de un viaje a través de la mente de Linda, que aparentemente ha sido víctima de maltrato y por consecuencia del mismo, ha muerto. Un diario es el testigo de sus últimos meses de vida. La policía lo encontró en una casa abandonada, cerca de aquel manzano, donde hallaron también su cuerpo, junto a un ducto de calefacción. Sin ese diario, habría sido imposible contar lo sucedido, de sus páginas brota esta triste, cruel y conmovedora historia de una mujer enferma en sus últimos días de absoluta soledad.

Jedd y Todd Wider, los directores, construyen el drama con recursos narrativos muy ingeniosos y a la vez sutiles. Explotan los espacios vacíos de una casa, potencian la ausencia de vida con lentos y cuidados movimientos de cámara. Apenas pocos objetos y su condición deteriorada componen el cuadro: grifos, libros empolvados, ventanas o telarañas. Linda habla a través de esta casa, que se convierte en la protagonista del relato, excepto en algunos pasajes del diario donde, inteligentemente, los directores recrean momentos en los que Linda está presente físicamente, aunque es solo un reflejo, la idea de un recuerdo borroso. La voz en off ronca y desgastada, las imágenes de archivo con toda la carga de un pasado lejano y feliz y sobre todo la música incidental, hacen de God Knows where I am, un trabajo impecable.

La presencia de manzanas en la casa es importante. De ellas depende la vida de Linda, ellas son el único alimento que posee. A través de un plano subjetivo que sería el leitmotiv del documental, vemos cómo la cámara se asegura de que todavía queden manzanas para comer, algunas, sin embargo, van entrado en estado de descomposición con el paso de los días. El frío aumenta y el invierno es el peor en años. Linda no puede salir de la casa y esa fruta es lo único que le queda. Las raciona, deja la más grande para el último día, antes de abandonar la casa. Tiene la esperanza de que Steve, a quien ella ama, llegue para salvarla una vez que las manzanas se acaben. Él nunca llega.

“El sistema le falló a uno de sus ciudadanos”, dice la hija de Linda a modo de reflexión. Pero esa es una verdad a medias. Quien falló fue su propia familia. También la sociedad. Esa sociedad que detrás de una fachada de perfección, idílica, esconde una realidad horrorosa, a la que acompaña un creciente estado de enajenación. Linda sabe que la han abandonado y que sucederá lo inevitable. Cree ingenuamente que Dios sabe dónde ella está… Quizá sea más fácil para todos ignorar la realidad que aceptarla y enfrentarla.El verdadero crimen en este documental es el olvido. La familia de Linda se confía de un sistema de salud errático y abandonan a su suerte a un ser humano mentalmente desequilibrado. Durante casi tres meses, Linda vivió en aquella casa, pero ni siquiera sus dueños, que un día fueron para recoger sus últimas pertenencias, la hallaron, a pesar de notar que alguien podría estar allí. No lo denunciaron a la policía. Lo pasaron por alto. Apenas a pocos metros de la casa hay una carretera por la cual la hermana de Linda pasó en su auto unas 50 veces, ignorando que en esa casa su hermana pasaba los últimos días de su vida.

Ficha técnica

Título: God Knows where I am

Director: Jedd y Todd Wider.

País: Estados Unidos.

Año: 2016.

pagina del diario de Linda, tomada del portal del documental

edoc2016