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Algo de blues en el chifa

Por Sebastián Salvador / @SebasSalvadorV

Quizás acá llegó por moda, por alienación, por migraciones o por permeabilidad de fronteras. Como la comida china de un chifa… ¡Eso! ¿Qué hace un grupo de escenarios andinos haciendo rock y blues con tanto filin?

Es que,  ¿quién les ha dicho que esta música solo la puede hacer sonar un afro norteamericano y su banda? El blues ha sido una constante  de la música contemporánea desde hace décadas. Se presenta ya como un arquetipo y es, desde todo punto de vista, universal. Sus elementos sonoros tienen un origen ancestral. Los Tigres del Chaulafán son un ejemplo de esta constante y de este mestizaje que nos obliga a lanzar nuestras miradas cada día más lejos. El horizonte se bifurca, se expande para seguir absorbiendo los néctares de varias fuentes, de varias vertientes.

Quizás todavía hace falta madurez en muchas propuestas artísticas como también en el público. Pero esa es otra historia. Seguramente hace falta que los medios de comunicación curen su miopía sobre una realidad desbordante, y esto sí es parte de esta historia… “Acá se hacen cosas de calidad pero siguen respondiendo a otros intereses”, me cuenta el gran Carlitos Arboleda, tecladista de los Tigres del Chaulafán. El Carlitos también me explica que, desde su punto de vista, la producción de la música en el país será fructífera si se invierte en ella, si se hace posible industrializarla por medio de la difusión, de la circulación y, sobre todo, de la distribución de los productos finales. No es una tarea fácil, pero la apuesta es necesaria. ¿Qué sacamos con ofrecer recursos públicos para grabar discos si nadie garantiza su circulación y su venta?

Pese a todo, esta banda quiteña, con una visión más optimista e incluso empresarial que la de otras, tiende a detonar el panorama local. Es un bombazo que sacude la mesa. Las cosas ya no se pueden detener. Las batallas que alguna vez se pensó arrancarían, se libran ya desde hace décadas y los Tigres del Chaulafán las vienen peleando desde hace un buen rato. Un ejemplo es este videoclip del tema Rosa frenesí, presentado en febrero del 2014, que nos da el chance de ver en estos felinos filineros un trabajo serio, honesto y sin poses.

Por estos lares andinos hay muchos otros representantes importantes del género. Ecuador es un eje donde se articulan varias propuestas artísticas con rasgos provenientes de toda Latinoamérica y del resto del mundo, y que demuestran que el mestizaje sonoro es cada vez más frecuente. Los timbres y los ritmos se juntan como si se tratara de ingredientes en un restaurante chino de Quito. He aquí esta suculenta receta musical.

Los Tigres son Felipe Pinzón (bajo), Rubén Álava (batería), Emilio Lara (voces, guitarras), Norman Wray (armónicas) y Carlos Arboleda (teclados).

Aquí, la letra de Rosa frenesí:

Tiende el lienzo de tu piel,

pinta una sonrisa y hazme enloquecer, 
no tengo una excusa, nada en la tevé.
 
Mezcla el blanco con carmín, 
tu reloj de arena nos va a conducir 
al filo de un sueño rosa frenesí.
 
Usa mi paleta y no te eches atrás 
y dale para amar un poquito de color a mi existir.
 
Huele el óleo y siénteme.
Una pincelada y enamórame.
Sácame de quicio y trastórname.
 
Úntate con mi sudor 
y navega a ciegas por mi corazón, 
deja que tu ira vaya hacia el color.
 
Usa mi paleta y no te eches atrás 
y dale para amar 
un poquito de color a mi existir.

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