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Breve guía para hablar de cultura y también de economía

El Estado menosprecia a la cultura como parte del aparato productivo. Durante los últimos diez años, la elaboración de políticas públicas ha tenido que lidiar con el discurso vacío y con la falta de recursos y, como consecuencia, el sector en Ecuador carece de datos que sean capaces de reflejar su condición. Solo mediante un profundo análisis económico podemos saber cuánto puede representar para las arcas fiscales la actividad cultural.

Gabriela Montalvo

La relación entre economía y cultura va mucho más allá de las industrias culturales. La cultura, y más precisamente las artes, fueron una de las principales preocupaciones de los primeros economistas. La Economía pretende estudiar las relaciones y las formas que las personas tienen de organizarse para producir y para satisfacer necesidades de todo tipo. La economía es una ciencia social, no una ciencia exacta.

Vamos a revisar algunas inquietudes acerca del sector cultural en Ecuador y de la necesidad de transformar las discusiones en aportes prácticos para la generación de verdaderas políticas públicas que involucren decisiones integrales por parte de las autoridades de turno.

¿Qué permite la economía al sector cultural de un país?

El análisis económico y sus indicadores permiten varias cosas. Todos los países del mundo tienen un sistema de contabilidad macroeconómica que se llama Cuentas Nacionales, para medir cuánto produce, cuánto gasta, cuánto invierte, cuánto consume, cuánto exporta y cuánto importa ese país. Esas cuentas se elaboran con información sectorial: agricultura, comercio, servicios, etcétera, y se detallan varias actividades, como banano, petróleo, electricidad. Con el tiempo, es necesario ampliar esas actividades y esos sectores, por eso se va ampliando también el espectro de las cuentas nacionales.

¿Qué es una cuenta satélite?

Desde 1993, el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones Unidas incluyó el denominado “Capítulo 21”, en el que se incorpora el concepto de “cuenta satélite”, que no es más que una herramienta que permite ampliar el marco central de las cuentas nacionales para analizar otros sectores de interés general. Cuando varios colectivos ambientalistas quisieron demostrar que el daño ambiental genera un impacto económico, empezaron a desarrollar cuentas satélite, por ejemplo. Se trata de una metodología armonizada por la ONU mediante la cual se calcula el aporte de un sector específico a la producción nacional total.

Se puede tener otras ideas aproximadas del aporte de un sector al PIB. Para el caso de Cultura, la Unesco usa una metodología más simple: suma los indicadores de varias actividades económicas, que incluyen sectores como la Información y la Comunicación (42.6% del aporte total en el caso de Ecuador), mientras que el segundo mayor porcentaje corresponde a Actividades Profesionales Científicas y Técnicas (20.8%), que incluye la publicidad, el Diseño y la Arquitectura. Por eso, el resultado que arroja el estudio de Unesco es mucho más alto (4,76 %) que el que se observa en indicadores del Ministerio de Cultura (que va del 1% al 2% para los siete años analizados 2007-2014), pues toma en cuenta incluso a una parte del sector de la construcción.

¿Una cuenta satélite es más específica?

Una cuenta satélite usa indicadores mucho más “finos”, más precisos, busca identificar, dentro de las actividades económicas medidas, qué corresponde a actividades más estrechamente relacionadas con la cultura. Por eso es imprescindible iniciar su construcción con una metodología en la que estén claramente definidos los sectores a medir.

¿Y existe en Ecuador información estadística clara sobre el sector cultural?

Hay información muy dispersa. No hay información estadística precisa de todo esto. Entonces, a lo que se encuentra, por ejemplo, en cuanto a Libros y Editorial, se debe aplicar un coeficiente técnico, que es de algún modo subjetivo (debe salir de encuestas para que sea técnico). Así se podría distinguir entre la impresión de calendarios y la impresión de libros o revistas, por ejemplo.

¿Cómo pueden diseñarse políticas públicas culturales sin contar con una información tan elemental?

En la publicación Mediciones Culturales consta la información de los cuatro países andinos para cuatro sectores: audiovisual, música, artes escénicas y espectáculos, y libros y editorial. Se trata de una información bastante armonizada metodológicamente. Sin embargo, Ecuador, al no tener estadísticas ‘finas’ sobre el sector cultural, tiene que hacer varios supuestos, y eso resta precisión al dato, y se subestiman o sobreestiman algunos aspectos, aunque, es bastante aproximado a lo real. Sé que se está trabajando en otros cuatro sectores. Eso mejoraría la medición y el aporte, sin duda.

El dato de Unesco es, según mi criterio, sobreestimado.

¿Cuál es la importancia de hacer un análisis económico ‘fino’ en el sector cultural de un país?

Cuando un sector empieza a construir estadística económica, empieza a demandar formalidad.

Cuando estás claro en cifras e indicadores elementales, puedes definir prioridades de política pública, identificar a qué instituciones les corresponde actuar, porque otro error tremendo es haber pensado que todo le toca al Ministerio de Cultura, ¡y no es así!

En Ecuador, es necesario que el Servicio de Rentas Internas utilice clasificadores industriales que incluyan a las actividades culturales y artísticas, que el Minsiterio de Trabajo se involucre en el tema del Seguro Social, entre otros.

Hasta ahora tenemos tan solo datos dispersos, aproximaciones. Es impescindible afinar la estadística económica sobre cultura. Se requiere urgente una encuesta de consumo y una de producción cultural. Eso se puede incluir en otras encuestas grandes de consumo y producción del INEC, o hacer unas específicas. Se necesita que el Banco Central del Ecuador designe a un equipo de Cuentas Nacionales para la construcción de la cuenta satélite de cultura, así como se ha hecho para Salud, Turismo, Ambiente o Trabajo Doméstico.

¿Y ha dado resultados?

Por ejemplo, las amas de casa reciben los beneficios de la seguridad social en gran parte porque se ha demostrado cuál es el aporte de su trabajo al PIB. Lo de las amas de casa se cubre con el excedente de las utilidades de las empresas de telecomunicaciones. En el caso de Cultura, nadie sabe nada. Es indispensable un trabajo técnico a nivel económico para saber de cuánto estamos hablando y pensar de dónde vamos a sacar recursos para cubrirlo.

¿Revelando ese dato se pueden mostrar también otros indicadores más precisos?

Sí, por ejemplo, el de empleo y de condiciones de trabajo. Cuando sabes cuánto valor agregado produce un sector, puedes investigar en qué eslabón de la cadena se produce ese valor, y quién se está apropiando del mismo. ¿Cuánto exportamos, cuánto importamos en temas culturales? ¿Por qué todos los materiales de trabajo de la cultura tienen aranceles, como si fueran objetos de lujo? ¡Porque no han sido considerados como insumos de trabajo! No puedes fortalecer un sector como productivo si no lo analizas como un proceso productivo.

¿El proceso de Registro Único de Artistas y Gestores Culturales (Ruac), entonces, pudo ser aprovechado para iniciar estas mediciones?

¡Exactamente! El Ruac está desperdiciado, desaprovechado, por la desconfianza. La base para que funcione el Ruac debió ser la confianza, pero la gente no quiso entregar información al Ministerio de Cultura porque no confiaba en el gobierno.

Al igual que el fincionamiento de la banca y el sector financiero, muchos mecanismos económicos dependen de la confianza. Ese es uno de los grandes desafíos de la administración actual.


Gabriela Montalvo es economista. Es especialista en Política Fiscal con Enfoque de Género y cursa un posgrado en Gestión Cultural en la Universidad de Córdoba, Argentina. Investigadora sobre las relaciones entre Economía, Cultura y Género.