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Los libros del 2017

El 2017 nos deja libros que no podemos pasar por alto. Hay poesía, cuento, novela, ensayo, antologías. Fausto Rivera Yánez, Sandra Araya, Leonardo Valencia, Karina Sánchez y Juan Pablo Crespo nos cuentan cuáles fueron los títulos imprescindibles de este año.

Por Fausto Rivera Yánez

Los libros del 2017 han sido marcados por la irregularidad. Apenas hubo breves tramos de absoluta luminosidad en la narrativa y en la poesía, género del cual destacaré tres libros para esta caprichosa lista de Los libros del 2017 de La Barra Espaciadora.

Empezaré por Animal (La Caída), de María Auxiliadora Balladares, un feroz poemario en el que se devela, desde el individuo, una conciencia sobre la animalidad y su potencialidad devoradora –en la carne, en los sentidos, en la palabra–. Con un lenguaje que se trasmuta entre el ser y el devenir, entre la inconsistencia de la materia, María Auxiliadora retrata la dureza y la vulnerabilidad de habitar otros cuerpos, otros latidos y otros deseos. Dice la autora: “Casi todo está bien / cuando algo al rasgarse / duele menos / que sostener / este ojo en mi mano”. Este libro se potencia por los trabajos visuales que lo acompañan, hechos por Eduardo Adams, Luiggi Raffo y David Kattán.

Atar a la rata (La Caída), de Esteban Mayorga, es un poemario rudo en el tema que trata y en el lenguaje que lo configura. Esteban escribe sobre la paternidad desde un lugar incierto y agreste, pero con una honestidad que hiere y, a ratos, divierte. El autor se dirige, con amor brutal a un ser que ¿no existe? todavía pero que define su existencia. “Calientes son los niños, supongo, yo no sé nunca tuve uno / será huevo tibio, será noche desvencijada, alfeñique / brillando en la noche a la deriva, será la noche y la melcocha / derivada, será el niño y la melcocha, será de  la noche / derivada en espantosa inflamación caliente y su cabeza de cera”, escribe Esteban.

A diferencia de los dos anteriores libros, escritos por autores que previamente han trabajado en la narrativa (antecedente que se avizora en ciertos versos), el más reciente poemario de Juan José Rodinás, Kurdistán (Hijos de la lluvia), avala la sólida obra lírica que ha construido este poeta ambateño. Su poemario se arma desde la no pertenencia, desde la desfiguración sentimental, desde la insistencia por escapar hacia territorios precarios. Juan José dice, en uno de sus poemas: “Si este ojo fuera mi ojo, / estaría mirando, / frente a frente, / realidad miraría, / aunque fuera sólo / una forma exterior del vacío que arrecia. / Si algo viese / vería una cabecita de trapo esperándome, / como si la hubiese sostenido mi hija, / como si la casa estuviese vacía para siempre”.

Otros tres vitales poemarios publicados en Ecuador: Una natural tendencia a la desintegración (Ruido Blanco), de Andrés Villalba Becdach, ‘Tush’, quien eleva lo cursi a una categoría estética prodigiosa y escribe desde la orfandad afectiva uno de los más bellos y largos poemas –porque su libro es un solo poema, un solo órgano– dedicado a lo incomprensible, lo intratable, lo rabioso: el amor; Emboscada (Turbina), de César Eduardo Carrión, está cargado de una pureza lírica única; y La ruta de la ceniza (La Caída), de Gabriela Vargas, se caracteriza por una fragilidad que estremece.

Y como las listas son ventajosamente caprichosas, también hay que destacar los tres tomos (El Fakir) de la antología crítica y anotada de la obra poética y de traductor de Jorge Carrera Andrade; y la Colección El Almuerzo del solitario (Centro de Publicaciones de la PUCE), que publicó necesarias y urgentes antologías de poetas como Francisco Granizo, Aurora Estrada y Efraín Jara Idrovo, entre otros.

Pero, ¿qué opinan los demás? ¿Y qué se ha destacado de lo publicado en otros países? A continuación, las recomendaciones de cuatro destacadas voces del oficio editorial que transitan de la poesía al cuento, del testimonio al ensayo, de la antología, de nuevo, a la poesía:

Sandra Araya (Doble Rostro Editores)

La nouvelle Complejo, de Santiago Vizcaíno, porque a través de un flujo de conciencia conocemos a un hombre que aún es un niño, un niño con necesidades, de reconocimiento, de amor, necesidades sexuales, sí, y de paso, la necesidad de no ser él, siempre perdido en la orilla contraria a la deseada.

En el cerco del Sol, de Yanko Molina, porque los personajes están trabajados en una línea fronteríza, muy tenue, que divide la bestialidad de la belleza.

Más que un libro, un proyecto editorial: WunderKammer (que en español significa ‘Cuarto de maravillas’), y esto es, precisamente, esta editorial española, que hace unas lindas ediciones sobre libros de culto.

Juan Pablo Crespo (Editorial Turbina)

La colección de 3 tomos de Jorge Carrera Andrade de El Fakir, por lo minucioso de la recopilación y por el original y cuidado trabajo editorial.

La antología Casabe Lands Ecuador-Nigeria, de La Caída, por la excelente selección de autores, la posibilidad que abre de tender un puente con un contexto con el que pocas veces nos relacionamos, y por la lucida selección y traducción de Kimrey Anna Batts y Juan Romero Vinueza.

Páginas escogidas, de Rafael Sánchez Ferlosio (Random House, selección y presentación de Ignacio Echevarría), por la estupenda panorámica que nos presenta de este multifacético autor. Pienso que es una excelente manera de acercarnos a este gigante de la lengua española, poco conocido en nuestro medio.

Karina Sánchez (Tolstoi Librería.)

Viaje a la selva, de Emma Robinson, editado por el Archivo Blomberg e impreso con la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE).

El milagro del contacto. Aprendizajes de un masajista, del mimo y terapeuta José Vacas. Este es un libro sobre el masaje, pero va más allá de la corporalidad, porque abarca el cuerpo en su dimensión emocional y espiritual.

Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo (Barcelona: Literatura Random House, Marzo 2017), de Chimamanda Ngozi Adichie, sus dos libros de ensayo y sus novelas. Autora nigeriana, feminista que vive en EE.UU., al igual que muchas otras escritoras contemporáneas aborda problemáticas sobre mujer y sociedad.

Teoría del ascensor, de Sergio Chejfec (aunque publicado a finales de 2016 lectura de 2017), un autor fundamental en la literatura latinoamericana actual. Combina ensayo, ficción y texto autobiográfico. Es un imprescindible.

Los niños perdidos, de Valeria Luiselli, un libro de ensayo sobre el viaje en solitario que hacen miles de niños desde Centroamérica para llegar a EE.UU., narrado con una prosa muy pulida y sin pretensiones.

Leonardo Valencia (Escritor)

Poesía reunida, Ida Vitale, editorial Tusquets. Ida Vitale tiene una trayectoria que la convierte en un clasico vivo de la poesia. Esta edicion permite ver su magnifico desarrollo a lo largo de decadas.

La antología En una lengua rompida, de Mario Montalbetti, editorial Ruido Blanco, es una muestra ejemplar de su poesía, además está cuidadosamente editada en Ecuador, con una gran calidad de diseño e impresión.

Despertar de la Hydra, antología del nuevo cuento ecuatoriano (editorial La Caída) es una selección bastante reveladora de los nuevos escritores ecuatorianos que no debería perderse nadie interesado en los autores más prometedores de la actualidad y que van a marcar las próximas décadas.

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Bonus Track: El último capricho por fuera de la poesía: en narrativa hay que fijarse en la pequeña novela publicada por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo: El lobo, de Sandra Araya, una autora cuya prosa siembra los más oscuros y sublimes susurros en las cabezas de sus lectores y que merece ser parte de Los libros del 2017.


Fausto Rivera Yánez es editor de la sección cultural de diario El Telégrafo y periodista cultural.