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Soy el hijo ilegítimo de Charlie Hebdo

Tour de Francia - 1992
Tour de Francia - 1992

Por Sven Pagot* / @svenpagot

“Claro que no eres Charlie. Lo primero que te falta para ser Charlie es un tremendo par de cojones para asumir frontalmente con nombre, apellido y dirección postal el papel de desnudar al poder y a los asesinos más feroces del mundo con una plumita. Charlie no se pasaba horas creyéndose el Che Guevara del Facebook, salvando el mundo replicando información sin tener la certeza de su origen, Charlie creaba la información y te la reventaba en tu cerebro dormido y tieso. En Charlie, a pesar de los pesares, ahora se debe estar dibujando sobre los crímenes en Nigeria, los que son cometidos por los mismos enfermos que en nombre de una religión, asesinaron a sus integrantes y amigos más cercanos. Los de Charlie tienen los cojones de decirle al presidente de su país de la manera más cruda lo que tú no te atreves a decir del tuyo ni en un susurro. ¡Qué mierda vas a ser tú Charlie, pendejo!”

Kiko Rodríguez.

 Los baúles son cápsulas del tiempo. El mío yacía en el garaje del departamento donde crecí, en Châtenay Malabry, una tranquila comuna que queda a unos veinte kilómetros de París. He decidido volver a él luego del atentado contra Charlie Hebdo. Es mi manera de cargar el duelo.

Como miles de franchutes, soy el hijo ilegítimo de Charlie y deseo -durante la mañana invernal sin luz- reencontrarme con la voz de mis fallecidos. Probablemente no soy un hijo digno, pues no he tenido el valor que tuvieron mis padres para quedarme. Yo los abandoné hace ya muchos años. Pero, a cambio, tengo la dicha de haber vivido en dos antros urbanos opuestos. Mitad, mitad. Caminando por París o por Quito me siento bipolar, único testigo del puente invisible que he tejido. A ratos me siento un gadjo apátrida. Ya no entiendo porque los parisinos gruñones tienen tanta prisa y no cacho aún ciertas reacciones de mis anfitriones quiteños. Es que he visto mucho odio en las redes sociales luego de la tragedia de Charlie. Sigo sin entender cómo algunos colegas de bohemia pueden referirse a una masacre con un ‘pero’ que termina justificándola, cualquiera que esta sea…

Primera guerra del Golfo (1991) – Presidente François Mitterrand con Saddam Hussein.
Primera guerra del Golfo (1991) – Presidente François Mitterrand con Saddam Hussein.

Hace veinte años, yo era un autoproclamado parisino gris, estudiante de Economía y músico. Por las noches de verano iba a jamear a orillas del río Sena con otros músicos amigos. Por las mañanas faltaba a clases, me encerraba en alguna sala de cine d’art et d’essai que abundan en París, y me echaba a dormitar o a ver cintas viejas. En mi baúl encuentro memorias congeladas en cientos de Charlies de esas épocas.

Charlie Hebdo es irreverencia total, un escupitajo ateo al oscurantismo. Vierte un ojo libertario sobre el mundo. Cabu, Charb, Wolinski, Honoré, Tignous, Oncle Bernard, Elsa Cayat, Frédéric Boisseau querían un mundo sin tótems. Pasaron sus vidas burlándose de la pobreza mental francesa, la Francia rancia, la del “métro, boulot, dodo” (metro, camello, ruca), la de TF1 (algo como Ecuavisa copulando con Canal Uno), la del fútbol embrutecedor. A través de sus dibujos, se reían de las tragicomedias del mundo y así nos despertábamos un poco.

Me acuerdo del viaje a Chiapas que hicieron Wolinski y el cantautor Renaud en los noventas, para entrevistar al subcomandante Marcos, y como este, conservo una manada de recuerdos.

Hay mucho polvo. En medio de esta maraña de fechas, veo el número 1 de Charlie Hebdo. Es el número del renacimiento -es que la revista satírica vivió ya una primera ola de gloria durante los años setenta-. En la portada, un dibujo de Cabu: el expresidente François Mitterrand es aquejado por una jaqueca a causa de los escándalos que lo persiguen. El mandatario suelta un: “¡Y Charlie Hebdo que renace!”. Junto al dibujo, un corto texto de Philippe Val, quien fue el redactor jefe durante 17 años: “Hicimos una encuesta con una muestra representativa de 1 000 imbéciles, para solicitar su opinión, e hicimos lo contrario de lo que dijeron”.

Para garantizar su independencia frente a todo tipo de presión, Charlie Hebdo siempre se negó a vivir de anunciantes. El periódico luchó veinte años para mantenerse a flote.

“Luego del año de la rata, 1996, año de la vaca loca” (caricatura del ex presidente francés Jacques Chirac)
“Luego del año de la rata, 1996, año de la vaca loca” (caricatura del ex presidente francés Jacques Chirac)

Charlie Hebdo escupe a la idiotez del mundo, representada por la santa trinidad “Dios, Dinero y Uniforme”: uniforme cultural, policiaco, corporativo o militar. Por fin los “malpensantes” tienen su espacio de expresión frente a los sacerdotes de la opinión tibia quienes, atrás de una pantalla, creen analizar y entender el mundo en apenas un puñado de segundos. Me entristece que luego del asesinato de los caricaturistas y periodistas de Charlie, hayan proliferado a través de las redes sociales ideas sospechosas. El planeta se ha dividido en dos categorías de ciudadanos: los “Je suis Charlie” y los “Je ne suis pas Charlie”, cada uno con sus respectivos recursos argumentativos. Los unos satanizan a los otros y a mí eso me importa un comino.

En cuestión de horas, un semanal leído por 50 000 almas, odiado por la extrema derecha y gran parte de la clase política francesa, por los empresarios, por la farándula, por los filósofos de camisa bien planchada y por los intelectualoides de sets televisivos, por los milicos, por los curuchupas de las tres grandes imposturas monoteístas, pasó a ser la publicación más mediatizada en el mundo. Habían asesinado a gran parte de los taitas de Charlie y el acontecimiento los convirtió en noticia mundial. Millones de ciudadanos marcharon codo a codo para defender una libertad de expresión que deja mucho que desear en Francia. Políticos de toda bandera, resguardados por snipers y lúgubres guardaespaldas -algunos de dudosa procedencia-, se tomaron de la mano. ¡Me sentí más ilegítimo que nunca!

Charlie Hebdo publicaba el “estado” de sus juicios. Aquí un juicio perdido contra el Ministerio galo de la defensa para “salvar el honor” de dos pilotos abatidos en Bosnia, injuriados por Charlie. Gebé, director de la publicación en la época y Charb son condenados a pagar 10000 francos de multa.
Charlie Hebdo publicaba el “estado” de sus juicios. Aquí un juicio perdido contra el Ministerio galo de la defensa para “salvar el honor” de dos pilotos abatidos en Bosnia, injuriados por Charlie. Gebé, director de la publicación en la época y Charb son condenados a pagar 10000 francos de multa.

Veo que en la caca televisiva o impresa de algunos medios se usan conceptos nauseabundos. Según ellos, Occidente -matriz de la sempiterna libertad de expresión y de los derechos humanos enmarcados en museos- estaría en guerra contra el resto del mundo, y viceversa. Siento que se está creando un mundo sin individuos. Un planeta de entes gelatinosos, geográficos, con banderas y visiones únicas, todas únicas. Deleuze hablaba del anoréxico como habitante de un cuerpo sin órganos, ¿por qué no un mundo sin habitantes? Como si la transgresión tuviera fronteras o banderas y existieran esos malos fabricados para una peli de alto presupuesto… Mientras tanto, en cada rincón del mundo la lucha contra esa santa trinidad sigue en marcha. Toneladas de frasecitas políticamente correctas se vierten a diario en los botaderos online del pensamiento.

“Miseria, Papá Noel cayó. Nos robó los zapatos”
“Miseria, Papá Noel cayó. Nos robó los zapatos”

Yo no soy tolerante. Quizás por eso camino solo y por las noches chateo con mis amigos invisibles. Escribir “Yo no soy Charlie” en tu muro de Facebook y argumentar que hay masacres en Siria, Nigeria u otros lares muy exóticos para ti, es un amalgama tan pobre como lo que alguna vez me dijo una examiga -dizque periodista- embarrada de rebeldía y de antiyanquismo primario: “no leo a escritores gringos” (se pierde a Henri Miller y viste jeans Levi’s made in China).

Charlie nunca fue tolerante con nadie y siempre será minoritario en un mundo donde todos invocan para todo a la tolerancia mientras se destripan entre sí. Charlie nunca destripó a nadie, no como algunos de los políticos que marcharon ese domingo 14 de enero en París. “C’est dur d’être aimés par des cons”, decía una famosa caricatura de Cabu. «Es duro ser amado por imbéciles».

Charlie Hebdo ha enfrentado 48 juicios desde su renacimiento. Juicios interpuestos por la extrema derecha, por movimientos religiosos, por personajes públicos, etc. Si no fallece antes, Charlie Hebdo se va a burlar mucho de sus nuevas amistades. Luego de la ola novelera, volverá a sus cincuenta o sesenta mil lectores. Cuando muere un poeta las sanguijuelas aparecen. Lo adulan mientras dura la luna de miel con el rating mediático, pero luego lo destripan.

La verdad, prefiero volver a mi cápsula del tiempo y recordar, de vez en cuando, las palabras de mi amigo Kiko Rodríguez:

“…los de Charlie tienen los cojones de decirle al presidente de su país de la manera más cruda lo que tú no te atreves a decir del tuyo ni en un susurro. ¡Qué mierda vas a ser tú Charlie, pendejo!”

Lama (ex arquero de la selección francesa de fútbol) en la calle: “papeles!”, Lama en el estadio: “tus orinas!”
Lama (ex arquero de la selección francesa de fútbol) en la calle: “papeles!”, Lama en el estadio: “tus orinas!”

*Sven Pagot es músico y cantautor francoecuatoriano radicado en Quito desde 1997. Ha sido parte de proyectos musicales como Nuages, Barbie Express, Las Cuerdas Sensibles y la Bala Perdida. Ahora prepara su próximo CD como solista.

2 COMENTARIOS

  1. Bravo Sven! Gracias por tu visión auténtica, y por abrirnos los ojos de esta forma.Debemos aprender a dejar de ser figuretis de internet, y cuestionarnos de forma reflexiva los sucesos.

  2. Gracias por ilustrarnos sobre cual es el verdadero contexto en el cual se desenvuelve está revista y sobre la realidad política de Francia y el mundo

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