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Quién es y qué busca el turco Erdoğan

¿Qué está detrás de la visita del presidente turco a América Latina y por qué protestan contra él? Este es un breve prontuario de Recep Tayyip Erdoğan, más allá del episodio de agresión por parte de sus guardias a un grupo de mujeres ecuatorianas.

Imagen tomada de es.awdnews.com

Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

El jueves 4 de febrero, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, ofreció una conferencia en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), en Quito, mientras un grupo de mujeres ecuatorianas lo acusó de asesino y exigió que saliera de su país. Enseguida, la guardia personal del mandatario turco agredió físicamente al grupo de activistas y las echó del recinto educativo a punta de tirones, golpes y empujones. Unas horas antes, en Santiago de Chile, los mismos guardias turcos agredieron a otro grupo de manifestantes en la capital chilena que lo acusaban de lo mismo.

En las redes sociales, cientos de internautas se adhirieron a la causa de las mujeres manifestantes y exigieron respuestas de parte del Estado ecuatoriano usando la etiqueta #ErdoganAsesino. Sin embargo, la reacción del gobierno de Rafael Correa fue tibia. Primero el canciller, Ricardo Patiño, y dos días más tarde el mismo presidente se limitaron a reconocer que hubo un abuso de la fuerza por parte de los agentes turcos y que se haría el correspondiente reclamo al canciller turco, pero redujeron la protesta a un acto de supuesto irrespeto por parte de las manifestantes, a quienes asociaron con un viejo y desprestigiado Movimiento Popular Democrático (MPD). “En primer lugar, recordar la importancia en los avances que tenemos en política internacional. Gente vinculada con el MPD, estas mujeres no saben lo que quieren hacer. ¿Quieren que no tengamos relaciones internacionales?”, dijo Patiño. En su Enlace Ciudadano del sábado 6 de febrero, Correa también criticó la protesta: “Empiezan a gritar unas chicas malcriadas. ¿Qué buscaban? ¿Que rompamos las relaciones con Turquía?”. A fin de cuentas, ni en Chile ni en Ecuador se tocó el tema de Derechos Humanos ni del supuesto apoyo al terrorismo.

Pero, ¿quién es Erdoğan y qué propósito tuvo su visita a Ecuador? ¿Por qué protestaron esas mujeres acusándolo de asesino? ¿Por qué el gobierno de Rafael Correa reaccionó con tibieza ante la violenta actitud de la guardia turca contra las manifestantes?

Breve prontuario de un megalómano

Erdoğan es presidente de Turquía desde el 28 de agosto del 2014, luego de ser Primer Ministro (2003-2014) y Alcalde de Estambul (1994-1998), sin embargo, su movimiento, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en inglés), está en el poder desde el 2002. Erdoğan ha embanderado la lucha por posicionar a Turquía como candidato apto para ser parte de la Unión Europea y por haber logrado que ese país transcontinental despuntara en el plano económico en medio de fuertes crisis, y ante la vista atenta pero ambigua de Europa.

Cuando estuvo al frente de Estambul –la ciudad más poblada de Europa, con casi 15 millones de habitantes, y la capital comercial y cultural de Turquía– Erdoğan aplicó políticas de discriminación contra las mujeres, reservándoles lugares especiales en las unidades de transporte o en los centros educativos. De hecho, la carrera política de Erdoğan se inició en los setentas, en un movimiento político de marcado carácter islamista radical y ya dejaba ver la inclusión de designios moralistas en las políticas públicas.

Con el paso de los años, se dio cuenta de que la vinculación con sus principios religiosos no le convenían a su carrera política, así que se apartó de esos movimientos y fue entonces que fundó en el 2001 el AKP, con el que ganó elecciones parlamentarias en el 2002 y un año después asumió el cargo de Primer Ministro. En el 2013, participó en el IV Congreso General de su partido y fue elegido su presidente. En su discurso de posesión, habló de Turquía como “una gran nación, un gran poder”, y planteó su intención de mejorar el posicionamiento geopolítico de Turquía.

Con el tiempo, el AKP se ha convertido en un movimiento político dedicado a controlar y limitar la libertad de expresión en Turquía para precautelar sus ambiciones de convertir al país en una potencia que no dependa de la Unión Europea. Su líder se sumió en la megalomanía y hacia el 2015, Turquía se convirtió en el quinto país con más periodistas presos por mandato gubernamental. Erdoğan se dio el lujo de vanagloriarse por haber perdido el primer lugar que había ocupado durante 2013 y 2014. Actualmente, hay alrededor de 12 000 presos políticos y 20 000 desaparecidos desde el golpe de Estado de 1980.

El gobierno turco de Erdoğan introdujo elementos islámicos en el sistema educativo, ha sido contrario a la lucha y a los principios de la comunidad Glbti, restringió el consumo de alcohol y prohibió el aborto.

Con la etiqueta #OccupyGezi, en junio del 2013, las redes sociales del mundo difundieron una masiva marcha de cientos de mujeres en contra de Erdoğan  por sus posturas frente a los derechos de las mujeres y a la igualdad de género. En noviembre de 2014, en una convención en Estambul, Erdogan dijo que “no se puede reclamar que hombres y mujeres sean iguales porque sus naturalezas son diferentes. No puedes poner a las mujeres a hacer todo lo que hacen los hombres, como los hicieron los regímenes comunistas”, dijo el líder turco.

Sin duda, es en contra de estas políticas del gobierno turco que protestaron los activistas de Chile y Ecuador, no por «malcriados».

Verdugo de un pueblo sin estado

Erdoğan  ha buscado asentarse en el poder y devolverle a su nación el espíritu del Imperio Otomano. Esta intención va en contra de los principios que sostienen a la nación desde que el militar y estadista Mustafa Kemal Atatürk fundó Turquía, en 1923.

Pero el asunto no es superficial. Es que el gobierno de Erdoğan  ha sido visto como crecientemente islamista y autoritario y sus prácticas han sido catalogadas como ‘neo-otomanistas’, lo que significa que progresivamente ha demostrado que su apuesta política es la de ‘islamizar’ su país y la región. Se ha mostrado contrario a la libertad de prensa, ha censurado el contenido de la televisión, el uso de internet y el derecho a reunirse, ha detenido a ciudadanos por haberse burlado de él y en ocasiones incluso ha ordenado no transmitir ciertos acontecimientos nacionales en señal abierta para, supuestamente, proteger la seguridad del pueblo turco. Este fue el caso de las trágicas explosiones que se suscitaron en Ankara, a finales de octubre de 2015, en medio de una manifestación pacífica que protestaba en contra del trato de su gobierno al pueblo kurdo. El gobierno turco acusó, en primera instancia, al Estado Islámico y al ejército kurdo como posibles autores del atentado que dejó más de 100 muertos y decenas de heridos. Pero este no es el único atentado que ha puesto a temblar al pueblo turco y al pueblo kurdo también. Meses antes, en julio del 2015, en la ciudad de Suruc se registró otra explosión que dejó más de 30 muertos.

El Estado Islámico comparte con el gobierno turco la sensación de que los kurdos estorban. La presencia del pueblo kurdo en la zona es un obstáculo para las intenciones de Erdoğan  de construir una Turquía imperial y es por eso que su gobierno ha sido acusado por Rusia, Siria y otros países de la región, de patrocinar las acciones terroristas del Estado Islámico con el propósito de borrar del mapa a los kurdos y al gobierno sirio de Bashar al-Asad.

Y las tensiones en la región se encienden aceleradamente. En diciembre del 2015, el gobierno ruso acusó al presidente de Turquía de estar involucrado en un negocio ilegal de venta de petróleo dirigido por el grupo terrorista Estado Islámico. Según el viceministro de Defensa ruso, quien mostró mapas y videos para respaldar su versión, el EI (ISIS) roba petróleo de Siria y se lo vende a Turquía.

https://www.youtube.com/watch?v=twKU3QWnWLI

La cadena Rusia Today afirmó a principios del 2016 que desde agosto hasta enero, más de 160 kurdos han muerto en manos del ejército de Erdoğan  en la zona del Kurdistán turco. Sin embargo, el legislador del Partido Democrático del Pueblo (HDP, por sus siglas en turco) Osman Baydemir denunció que el gobierno de Erdoğan  ha desplazado tanques hasta la zona kurda y ha efectuado bombardeos que habrían elevado el número de muertos a 400, en lo que va de este año 2016. El legislador calificó de “verdadera guerra contra los kurdos” la actitud de Ankara, que ha desplegado tanques y otros vehículos militares de artillería pesada en la zona. 

El Kurdistán es un pueblo de 40 millones de personas sin un estado definido que viven dispersos entre territorios de Iraq, Irán, Siria y Turquía. En el Kurdistán turco hay más de 20 millones de kurdos, la mayor concentración poblacional de kurdos en la zona.

588px-Kurdish-inhabited_area_by_CIA_(1992)Pero, el problema esencial, como muchos lo sospecharán, es el petróleo. Gran parte del petróleo de Iraq, Irán, Turquía y Siria está en territorio kurdo. En Turquía, la totalidad de las reservas está bajo tierras kurdas.

El periodista y antropólogo kurdo Mehmet Alí Dogan asegura que la intención de las grandes potencias europeas y de Estados Unidos es balcanizar la zona, al estilo de lo que ocurrió con Yugoeslavia, con el único propósito de mantener el control sobre los yacimientos, pues está convencido de que esta región –y especialmente Turquía– es el escenario del mayor conflicto mundial contemporáneo.

Los kurdos ya no buscan un estado nación, a estas alturas y luego de década de haber sido desprovistos de un estado, están concentrados en diseñar una alternativa a la cruenta guerra silenciada a la que están sometidos. El pueblo kurdo quiere constituirse en un modelo socialista confederado y democrático, lo que significa su autodeterminación como pueblo pero, sobre todo, una organización comunitaria anticapitalista, que impulse la vida armónica con la naturaleza.

Negocios geoestratégicos

Si bien una de las principales cartas de presentación de Erdoğan para presentar su partido en 2002 fue la de conseguir la inclusión de Turquía en la Unión Europea, esto no se ha dado hasta hoy, casi quince años después. Turquía es candidato para ser parte de la Unión Europea desde 1999. Las negociaciones empezaron en el 2005 pero hasta ahora no han podido decantar en un acuerdo definitivo que lo ubique como un Estado miembro con plenos poderes, y no solo como un Estado asociado. La oposición principal viene de Alemania y Francia, por una parte debido al temor que para ellos infunde la influencia intercontinental de Turquía; por otro lado, según analistas, por islamofobia. Pero, más allá de eso, si Turquía entrara a formar parte de la Unión Europea –debido a su densidad poblacional, factor que determina la cantidad de escaños que ocuparía en el Parlamento Europeo–, sería la segunda nación más representada, con casi 90 escaños, solo después de Alemania.

Erdoğan no quiere esperar más. Ha decidido mirar hacia otros países, hacer acuerdos con quien pueda, invertir cuantiosas sumas y demostrar que su poderío le permite jugar de igual a igual con oferentes de la talla de Rusia, Alemania o EEUU. Desde el 2006, Erdogan ha emprendido un fuerte acercamiento a las naciones latinoamericanas. En el 2015, ya realizó una gira en Latinoamérica, que incluyó a Colombia, México y Cuba. El objetivo fue suscribir acuerdos de cooperación militar, cultural, petroleros y agropecuarios. Esta vez, la gira incluyó a Chile, Perú y Ecuador. En Chile, la presidenta Bachelet firmó acuerdos y se dispuso a trabajar en materia de turismo, energía e infraestructura con su par turco. Bachelet también supo de las agresiones de los guardias turcos a manifestantes chilenos que se manifestaban fuera del recinto donde los mandatarios estaban reunidos, pero el pronunciamiento oficial al respecto no se dio. Luego, el presidente turco se sentó a la mesa de los acuerdos con el presidente peruano, Ollanta Humala, y después llegó a Ecuador.

“Turquía es muy importante para las relaciones comerciales –dijo Rafael Correa, en su enlace televisado del sábado 6 de febrero, alineándose a la política del PKK de abrir sus horizontes comerciales para llamar la atención de todo el mundo–. Turquía es una de las potencias constructoras del mundo. Puede venir aquí a colaborar con infraestructura, carreteras, y hay interés de hacerlo”, dijo. Y enseguida, el presidente ecuatoriano anunció que se suscribió bilateralmente el Memorándum de entendimiento para potenciar la Terminal Portuaria de Puerto Bolívar, en la costera provincia de El Oro, con el propósito de aumentar las exportaciones. “De hecho, ya está concretado el primer negocio que es el de la Terminal Portuaria de Puerto Bolívar”, anunció, y mencionó al Yildirim Holding.

Al respecto, es curioso notar que el 18 de octubre del 2015, hace apenas cuatro meses, Viana Maino –una experta en materia jurídica para negocios de concesiones– haya escrito este editorial en diario El Universo, de Guayaquil, con el título “Alianzas público-privadas”, sin mencionar al grupo Yildirim y sin decir que ella, precisamente, figuró como la apoderada de Yilport, la empresa perteneciente al mismo grupo corporativo que sería beneficiada por el Estado ecuatoriano para los trabajos en Puerto Bolívar, tal como lo demuestran sus declaraciones a diario Expreso, en septiembre del año pasado. Correa dijo que los trabajos en el Puerto Bolívar son apenas el inicio. Que también hay interés en la minería, en vialidad e infraestructura, etcétera.

Erdoğan es el que toca a las puertas de la Unión Europea todo el tiempo, pero a la vez –aliado con países occidentales y miembro de la OTAN–, ha sido acusado de destruir Libia, de respaldar al Estado Islámico y a otros grupos terroristas para destruir al gobierno sirio, y de negociar el petróleo de la zona ilegalmente.

Erdogán es algo así como la carne de cañón de la OTAN. Y para lograr la imponencia necesaria, está en franca campaña de mostrarse ante el mundo como un líder rudo, un hombre duro de la diplomacia global. Además, mandó a construir una inmensa residencia, la más grande del mundo para un mandatario, en un terreno de alrededor de 300 000 m2, a un costo de 500 millones de euros, con 1 150 habitaciones y con una guardia de honor que viste como en la época del Imperio Otomano. No contento con eso, mandó a construir también una imagen suya junto a su primer ministro, de 5 kilómetros de superficie.

Foto: AFP.
Foto: AFP.

Desde que arrancaron las revueltas árabes, en el 2010, Erdogan se muestra ante el mundo con sus verdaderas intenciones, como diciéndole a Merkel “no te voy a esperar, yo me las arreglo solo”. A Putin parecería que quiere provocarlo, con la seguridad de quien se cree siempre con la razón.

Quizás algo de esto explica que la seguridad del presidente turco haya tratado a los policías ecuatorianos como sus subalternos, ante la impasividad de las autoridades ecuatorianas. Quizás este breve prontuario explique por qué protestan los chilenos, las mujeres ecuatorianas y millones de kurdos en territorio turco y sirio.

El lunes 8 de febrero, al mediodía, se dieron cita cientos de internautas ecuatorianos convocados desde Turquía a un ‘tuiterazo’ en contra de los abusos de Erdogan. La etiqueta ‪#‎ErdoganAsesino y más tarde la etiqueta ‪#‎HeilHitlerdogan acompañó las fotos, videos, memes y airadas consignas virtuales en protesta contra Erdogan, hasta convertirse en Trending Topic a escala mundial.

Quizás esto también explique por qué el gobierno ecuatoriano no reacciona esta vez tal como lo hizo cuando el 1 de marzo del 2008, el ejército de Colombia invadió territorio ecuatoriano para acabar con la vida del líder de las FARC Raúl Reyes, en un claro acto de violación de la soberanía nacional ecuatoriana por parte de Colombia. ¿Es que acaso hay que cuidar al socio comercial más que al pueblo, como en los viejos tiempos? ¿Cuál es el rasero con que el gobierno de Correa mide la violación a la soberanía ecuatoriana? ¿Es legítimo y sensato comparar a la guardia de un líder de la talla de Erdogan con un minúsculo grupo de activistas feministas?

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