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Hablemos de crisis

Este relato de Daniel Orejuela hurga en los principios más obvios de las crisis sociales: la educación como estructura fallida, que beneficia al mismo grupo de poder que conduce los destinos de la humanidad. La productividad como único fin del ser humano y como obstáculo para recuperar –gran paradoja– su olvidado sentido de humanidad.

La migración es consecuencia de deficientes condiciones de vida. Un grupo de migrantes se dirige a la villa de Roszke, en Hungría, después de cruzar la frontera con Serbia. (La imagen de Marko Djurica / Reuters, se hizo el 6 de septiembre del 2015 y fue tomada de www.thenation.com).

Por Daniel Orejuela / @daniel_orejuela

No es por alarmista, pero ya que anda usted leyendo y yo como con ganas de escribir, toquemos un tema que nos interese a ambos. Vea, yo sé que hay cosas más interesantes y con más interesados como el fútbol, los tres palos de Noboa o los tres goles bien metidos que nos encajaron en Barranquilla, pero aunque escriba “nos”, eso a usted y a mí ¿qué nos hace?

No hay que ser muy piloso ni saber mucho, como para cantar gol al ver un disparo al arco, que clarito entra, ¡y pum! pega en el palo. Tampoco hay que saber mucho ni ser piloso para darse cuenta de que si seguimos al paso que vamos, con esto del calentamiento global, el envenenamiento de los ríos y los océanos, la producción, el extractivismo y todas esas vainas que mueven la economía mundial, no va a haber cama pa’ tanta gente en poco tiempo. Digo, somos siete mil millones de personas sobre este, único planeta en el que podemos vivir. Producimos –con esto de que da dinero– más del doble de lo que necesitaría la población mundial para vivir a diario, y sin embargo hay mil millones de personas sufriendo hambre… ¡a diario!

¡Ah, es que hay crisis!

Crisis, porque no hay plata.

¡Si plata hay como monte, pues! Está mal repartida nomás… Pregúntele a quienes tienen la sartén por el mango si la crisis ha reducido en un poquitito sus lujos. Crisis pa’ los cojudos, diría un pana. Allá usted que por cojudo no nació en cuna de oro.

Crisis ecológica, crisis económica, crisis del petróleo, crisis por los refugiados, crisis por allá lejos. Yo mejor veo el partido en mi smartphone ¡Ahí está, pues, ñañito! La verdadera crisis, es la crisis de la educación ¿Se da cuenta?

Uno se pasa la mitad de la vida educándose para poder producir dinero y la otra mitad de la vida, para poder vivir. ¿Vivir? El ser humano supuestamente evoluciona para “vivir” bien (destruyéndose uno al otro, a las demás especies y a su único planeta). Uno se educa para vivir y dejar vivir, pero la educación no está al servicio de la evolución sino de la producción. ¿Cómo?

La educación está diseñada para adquirir conocimientos. ¡Bien!

Entonces, ¿cómo sabemos si aprendió? ¡Exámenes!

O sea, uno estudia para pasar exámenes. Exámenes diseñados para ver qué tan bien podemos repetir algo que ya otro sabía. ¡Que nos den diploma de loro o de guacamaya, pues! Estudiamos para competir con otros demostrando nuestra capacidad de repetir. ¡Lindo! ¿Por qué mejor no enseñan en las escuelas a amar a nuestro planeta, a amar al prójimo y a amar el saber?

Valores. ¡Eso se aprende en casa! Pero, ¿cómo, pues, ñaño? ¿No ve que los padres no paran en casa porque les toca estar detrás de la chuleta? ¿No ve que el ser humano es la única especie del planeta que paga para vivir en él? Entonces, uno crece viendo televisión y aprende lo que le digan ahí que es lo que hay que aprender.

A propósito, ¿usté cree que quienes tuvieron plata para poner un canal de televisión –que son los mismos que pusieron algún negocio que produce algo, los que tienen la sartén por el mango– estarían interesados en apostar por una educación completa, es decir, una educación que ayude al ser humano a pensar críticamente, a evolucionar como especie, a investigar, a crecer? ¿No cree que es suficiente con que usté sepa competir? ¿No cree que es suficiente con que usté sepa hacer dinero para comprar lo que ellos producen y mantener rodando esta economía que está destruyendo el planeta?

Valores, amor, cosas que se aprenden en la iglesia…

¡Claro! Todas las religiones, sin excepción, predican amor.

Dios creador de todos los hombres dejó bien claro eso de: “Amaos los unos a los otros”. Pero a quien se venera y por quien se excluye es ese Dios creado por los hombres, sea cual sea su club. Mi Dios (el que creamos nosotros, los chéveres) es el único, el verdadero. Por eso, ¡toma! ¡bang, bang! ¡Y lo mata! ¡Lindo!

En un mundo en el cual más del noventa por ciento pertenece a una religión, de esas religiones que predican amor, o sea, un mundo de buenos, ¿por qué suceden tantas cosas malas? ¿Por qué las guerras? Habrá que preguntar en Palestina, Colombia o Siria… Hay que saber un poquito de historia como para darse cuenta de algunas contradicciones de la religión. Pero, otra vez, es la crisis.

Lo mismo pasa con la política, que decide nuestro futuro como especie. Decide el precio del pan y la leche, decide las líneas imaginarias entre los países, decide si se necesita o no visa para entrar a un lugar, decide si usted es ciudadano de cuarta o de primera, decide quién va preso y por qué, decide muchas cosas, casi todo. La ignorancia y la apatía por temas políticos, por enterarse un poquito, es el alimento de los bolsillos de algunos delincuentes que se dedicaron a la política por negocio.

Usté, que sabe si el balón entra o no, ¿cree que quienes están en la política están realmente interesados en una educación integral para el ser humano? ¿Sabe quién decide?