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Carta a mi bisnieta que nacerá en el futuro y se llamará Ana

Por Débora Thomé*

Ana querida:

Hoy cumplo 40 años. Me prepararon una comida de las buenas y me embutí hasta el cansancio. Por fin, hoy no tuve que cocinar, creo que fue el primer día así desde que tenía 10 años… Sí, debe ser por el cumpleaños. En un futuro, cuando nazcas –lo que debe ocurrir dentro de unos 50 años–, deseo desde el fondo de mi corazón que ya existan manos mecánicas para que no pases presa frente a un fogón en una casa, en el hueco más hondo del mundo, donde no llegan noticias ni acontecimientos. ¡Si mi cumpleaños fue un suceso en la ciudad! Y, ¿sabes por qué? Porque aquí las personas no tienen qué hacer más que cuidar a los recién nacidos y a los moribundos.

No, yo no voy a morir hoy, pero hoy decidí escribirte esta carta. Que ella tome su curso y llegue al fin del siglo XX.

Aquí en este desierto, tal como son las cosas, ninguna foto ha llegado todavía. Hasta intenté contratar a un retratista de la ciudad vecina para mi fiesta, pero él dijo que era muy lejos como para venir a lomo de burro. Entonces, en este sobre, va una pintura de mi imagen. La hicieron en la última fiesta de San Antonio. ¡Fue tan linda! Había fogata, banderas, hubo hasta acordeón en el balcón. El joven pintor me cobró caro, pero creí que era bueno tener ese recuerdo. Así, la familia sabrá que no era mentira cuando decían que yo era linda.

Si puedes, en el futuro, dile a tu mami que te tome fotos y las guarde bien, pues las imágenes tienen su valor. Ah, y mantenlas en un lugar seguro, pues se pueden perder por ahí. Tu abuelo, que será el padre de tu mamá, reclamó tanto porque le diera el único intento de foto que le tomé que no me sobró ninguna otra. (De cualquier modo, pensando mientras escribo, si no tienes fotos de verdad, de papel, no te preocupes, pues las imágenes de los recuerdos suelen ser más bonitas. Cuando tu abuelo nació, la partera lo agarró por el brazo y me dio al bichito llorando. ¡Era muy bonito! Y ya ves, de eso no tengo foto).

Desde donde tú me lees, puede parecer mentira lo que te voy a contar, pero tu abuelo y tu tío abuelo son tan despistados que el otro día estuve como loca persiguiéndolos por la casa cuando huyeron del castigo. Como brincaban sin parar, amarré a cada uno a cada cama, y, ¿puedes creer que los dos demonios se soltaron? Agarré mi garrucha y ¡pow pow!, para que aprendan.

Mantente siempre atenta, mi bisnieta, en ese futuro, de Dios. La vida es muy buena pero, a veces, golpea a las personas. En estos tiempos, es preciso saber que hay caminos para solucionar los problemas, por más que los otros crean que nuestro propio camino es extraño. Y si todo se pone realmente mal, ¡bueno, pues, vete!

Yo no puedo hacer eso, desde aquí en el rincón en donde vivo. Sin embargo, tengo ganas de conocer el mundo, el mar y a otras personas… ¡Ah… de eso tengo ganas!

Ojalá que tú te parezcas a mí. ¿No te parezco muy linda y especial?

Con amor, tu bisa,

E.”

(Con especial gratitud por la colaboración a Ana Amorim).


*Este artículo fue escrito originalmente en el sitio minhavidadosoutros.wordpress.com y fue curado y traducido por la autora, Déborah Thomé, y por David Bonilla.