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El ataque zombie

Por Paulina Trujillo / para La Barra Espaciadora

Patrulla Zombi es un escuadrón élite preparado para una eventual plaga zombie. Somos profesionales en exterminio de zombis. Proporcionamos consultoría, capacitamos e informamos al público en general sobre la importancia de estar preparados para una inminente epidemia de consecuencias fatales. Nuestra premisa es no dejarnos agarrar desprevenidos, recuerde o los elimina o se lo comen. PORQUE CON NOSOTROS MÁS MUERTOS NO PUEDEN ESTAR.

(Del muro de Facebook de Patrulla Zombi)

Tienes que apuntarle directo al cuello, ¡no te olvides! -le decía el Mono a su hijo de trece años. Mientras eso decía, sacaba, limpiaba y volvía a guardar en una maleta deportiva los pertrechos, armas, comida enlatada y herramientas que desde hace años atesoraba con sigilo, a la espera de que llegara la epidemia zombie. Mientras tanto, el monito chico lo miraba, disfrutando de lo que para él no era más que un juego. El Mono solía perder la paciencia ante la poca atención que su hijo prestaba a sus lecciones. Su pequeño debía ser capaz de sobrevivir a lo inevitable. Así le decía: sobrevivir a lo inevitable.

Otra mirada se sintió, súbitamente, dentro de la habitación donde transcurría por enésima vez esa rutina de limpiezaorganizaciónadiestramiento. Era la escéptica y potencial víctima, la madre-esposa… Al saberse observado con esa mirada de reproche y hastío tan conocida, el Mono continuó:

Y, recuerda, hijo de mi vida, que cuando a la mami le muerda un zombie, ya no será la mami, será el enemigo, -tomó el machete que guardaba en la maleta e hizo hablar también a su cuerpo- ¡entonces, apuntas al cuello y le cortas la cabeza!

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-¡Ahhhhh! ¡Busca oficio! ¡Deja de meterle tanta huevada en la cabeza al niño! -gritó la mujer ¡Y dame esas latas de atún antes de que caduquen, ve!

-¿Sabés lo que me da pena? -reaccionó el Mono, con la voz apesadumbrada y un acento gaucho salido de quién sabe dónde– Que cuando todo pase, vos vas a ser  la primera a la que le muerdan los zombies… ¡Y te vamos a tener que matar!

Ella conocía aquel discurso de memoria. El tema de la catástrofe era recurrente durante las comidas familiares y los argumentos que esgrimía él para convencer a los demás no eran triviales. Eran explicaciones con sustentos científicos que, para desesperación de la incrédula mujer, terminaban envolviendo a quienes participaran en una charla. En cada mudanza se repetía la historia: que el Mono revisara las puertas, las cerraduras, que se asegurara de que nadie pudiera cortar el suministro de agua potable, que las rejas de las ventanas, que los muros bajos, que las rendijas anchas, que los pisos falsos… La angustia ante la inminencia del apocalipsis zombie era al mismo tiempo una expectativa, una promesa.

A diario, el Mono repasaba el Manual de supervivencia zombie y World War Z (sí, la de la peli con Brad Pitt), que son las biblias de quienes creen en la posibilidad de un holocausto a cargo de muertos vivientes. Ambos libros fueron escritos por Max Brook, el hijo del famoso comediante y director de cine Mel Brook. Pero estos no son libros cómicos. Max vive de dar conferencias en las universidades más prestigiosas del mundo, alertando sobre el tema y captando más creyentes. Max es la inspiración del Mono.

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La incrédula todavía recuerda cuando el Mono, en sus primeros años de romance, entre caricia y caricia, tomaba su cabeza entre las manos y hacía el ademán de mordérsela. “¡¡¡Brainnnnnns!!!!”, exclamaba… Años después, ella supo por fin que debía callar ante lo que parecía una batalla perdida. Para los padres del Mono y para su propia madre, esas excentricidades eran bromas inocentes de alguien con mucha imaginación y un gran sentido del humor, pero ella sabía bien que se trataba de algo muy serio, algo que ya no era fácil de manejar… Por eso, un buen día decidió cortarle la cabeza a la relación. Prefirió decapitar, antes que ser decapitada.

El ataque zombie aún no ha ocurrido, aunque el Mono crea que es solo cuestión de tiempo. Mientras tanto, usa el machete cada enero para cortar el árbol de Navidad ya seco y tener un poco de leña para encender la chimenea.