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La fiera enjaulada

Por Javier Alonso / @javier12mayo

Repaso en mi mente y me pregunto cómo he llegado a esta situación. Pienso en mis decisiones de los últimos meses: ¿por qué he terminado haciendo lo que hago? ¿Cómo llegué a mi actual puesto de trabajo? Aún trato de entender por qué yo, una persona despreocupada y carente de ambiciones, he alcanzado un empleo de éxito con el que cualquiera estaría encantado: bien remunerado, con horarios cómodos, en una empresa prestigiosa y con perspectivas de promoción. Hasta aquí, todo bien. Pero hay un problema: no soy feliz.

pantera negraNo sé cómo ha sucedido ni sé cómo dejarlo. No sé si realmente quiero salir o prefiero dejarme llevar perezosamente por la inercia de la costumbre. Al fin y al cabo, esto es lo que he hecho siempre durante mi vida adulta y es lo que mejor se me da: soy un gran profesional, todos me lo dicen, y cuando hago lo que hago soy el mejor, un experto, un macho alfa, un capo, una auténtica fiera. Pero algo no está bien. Soy como una fiera enjaulada, sedada y amordazada. Así es como me siento ahora. Tengo pendiente terminar el informe mensual para entregarlo al final de esta semana, poner al día mis correos, comunicarme con mis contrapartes y una reunión de última hora con la Junta. Pero toda esta pila de tareas insulsas no viene de esta semana ni de este mes: esta historia comenzó hace tiempo… Será mejor que empiece desde el principio, quiero saber cuándo cambié mi salvaje espontaneidad y mis ganas de hacer siempre lo que me diera la gana, por una vida responsable y anodina. Quiero saber por qué me volví un reprimido.

89703613_XS¿Cuándo fue la última vez que trabajé en algo que me gustara? Si lo pienso bien, desde hace años que trabajo en cosas que no haría si no fuera porque necesito cobrar un sueldo… Es decir que desde hace tiempo trabajo por dinero, no por placer. Durante todo este tiempo, he ascendido laboralmente, ganando en experiencia, posición, prestigio y sueldo. Mi ego se ha inflado como un balón, al tiempo que se han vaciado mis sueños bohemios de juventud, cuando solo quería ser libre y tocar las estrellas con la punta de mis dedos. Alguien me dijo alguna vez: “Dedícate a lo que te gusta y no trabajarás un solo día de tu vida”. En mi ingenuidad, pensé que la frase significaba que, al encontrar lo que te hacía disfrutar, recibías la prebenda de un sueldo vitalicio sin tener que trabajar, y tu tiempo libre lo podías dedicar a lo que te gustara: jugar al fútbol, cambiar cromos, viajar…. Claro que entonces era un niño y no sabía lo que era trabajar ni cómo se accedía al mundo del trabajo, no conocía de obligaciones ni responsabilidades… Encontrar aquello que a uno le gustaba y recibir un premio por ello me parecía lo más natural y justo. Así dibujaba el mundo en mi imaginación. Más adelante comprendí que el significado de la frase era otro muy distinto. Por desgracia, en este mundo las cosas son algo más complicadas para la gente de a pie.

Añoro los tiempos en que salía a la plaza mayor de Granada a tocar la guitarra y sacar un dinero para pagarme la carrera y alguno que otro vicio. Llevaba esos pantalones cortos, mi cabello largo y mis sandalias, sonreía a los desconocidos y no tenía miedo de pedirles unas monedas, pasaba la tarde entre risas y canciones con la gente del barrio y el resto de chamulleros que, como yo, se buscaban la vida como podían. Entonces, todo era diversión, farra y sueños de libertad. Soñaba con comprarme una furgoneta Volkswagen y recorrer Europa tocando y cantando hasta encontrar algún sitio mágico, un Shangri-La donde descansar y hallar la paz interior. Por entonces aquel sueño parecía tan bonito… Ese era yo. Yo en estado puro. ¿Quién soy yo ahora? Muchos pensarán que soy un privilegiado, que por tener éxito la felicidad ya es cosa hecha. Sí que suena razonable, pero una vez más, las cosas son algo más complicadas. He tenido trabajos en los que he disfrutado, sí, en los que he pasado buenos momentos con los compañeros, donde he gozado de logros y felicitaciones, y la satisfacción de hacer las cosas de forma eficiente y ser una pieza productiva en el engranaje de esa gran familia que es la empresa, en la que cada uno cumple su labor. Sí, todos esos “sucedáneos” están bien. Pero hace muchos años, casi desde que terminé en la Universidad, que no he trabajado en nada que me haya ilusionado de verdad.Concentracion_Furgonetas_VolkswagenEn la escuela no me contaron sobre esto, nadie dijo nada sobre hacer lo que te hiciera feliz. ¿Acasoles importaba? En absoluto: en la escuela crean jaulas mentales y encierran fieras en cárceles de ideas, de prejuicios sobre el éxito y la competitividad. Convierten jaguares en gatos persas que ronronean cuando su amo les pasa la mano por el lomo si se han portado bien. El cubículo es nuestro hábitat natural y la corbata es nuestra correa. Fieras amaestradas que han aprendido bien la lección y el juego de la vida: trabaja y sé productivo, gana dinero y prestigio. Esas son las reglas. Si el juego no te gusta, es tu problema.

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Subo mentalmente a la Volkswagen, enciendo el motor y acelero: carretera y manta. Paro en un pueblo perdido y me pongo a tocar en la plaza mayor, hablo con la gente, saco unas monedas y esa noche duermo bajo las estrellas. No necesito nada más para ser feliz. ¿Son las cosas más complicadas? No parece. Regreso a la realidad. Luto en mi mente, nubes negras en la imaginación. Estoy en mi cubículo. Quiero desnudarme en medio de la oficina y liarme a mordiscos con los compañeros, los de seguridad y el jefe, ponerme a gritar entre los despachos de madera prefabricada, arrojando los papeles al suelo y lanzando las computadoras por la ventana, bajar corriendo por la escalera y vaciar los extintores, entrar en la cafetería y besar a la mesera, lanzar la comida por los aires, y saltar por la ventana, aterrizar en otro país, con otra bandera, otra gente, otro idioma y otra fe. Convertirme en un tigre y correr entre la selva, comerme con mis propias fauces a todos los ejecutivos y empresarios, a todos los conformistas que no estén dispuestos a cambiar su vida por conseguir sus sueños. Terminar con la falsedad, con la mentira, con todo lo que no sea auténtico y haga de este mundo un lugar más gris y triste.

Quiero hacer todo eso, pero no puedo. Hoy no. Tal vez mañana, tal vez pasado… Un día lo dejaré todo y seré yo de nuevo.

2 COMENTARIOS

  1. Absolutamente identificada, avisa si vas a hacer relajo en la oficina para hacer lo mismo y decir que fue un virus.

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