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Si eres un soltero consuetudinario

Por María del Pilar Cobo / @palabrasyhechos

Si eres un soltero consuetudinario como yo, seguramente alguna vez intentaste buscar pareja o amigos en redes sociales o en páginas para solteros. Yo he visto siempre esta opción como una alternativa desesperada, pero, ¿quién no ha recurrido a ella al menos por curiosidad?

Recuerdo la primera vez que lo hice: tenía algo así como 17 y escribí a una revista de jóvenes que tenía una página para conocer amigos. Dentro de mi ingenuidad, puse en la carta absolutamente todo: mi descripción física, lo que me gustaba hacer, mi edad, mi teléfono, mi dirección… todo. Nunca pensé en el peligro que eso podía acarrear. La situación no fue tan terrible (porque hace veinte años las cosas no eran como ahora), pero la cosa es que me llovieron cartas, llamadas e incluso visitas. Muchos chicos enviaron sus mensajes diciendo que querían conocerme y al final concreté algunas citas inocentes para salir a tomar un helado o un café. Al final, conocí a un par de amigos, pero nada importante. Sin embargo, quedé curada con la experiencia y me di cuenta de que dar todos tus datos es un gran error.


Si eres un soltero consuetudinario como yo, seguramente alguna vez intentaste buscar pareja o amigos en redes sociales o en páginas para solteros.


Hace algunos años, luego de estar sola un tiempo y ante la imposibilidad de conocer a nadie (mi timidez, al igual que mi soltería, es consuetudinaria), decidí apuntarme a una de estas páginas que te organizan citas a ciegas. La cuestión era simple: te inscribías, pagabas una cantidad de dinero y ellos te buscaban entre su base de datos alguien con quien pudieras hacer un ‘match’. El asunto es que me hicieron ‘match’ con cuatro solteros. Les voy a contar brevemente la experiencia para que la juzguen por ustedes mismos:

Soltero #1: Gerente en una petrolera, divorciado, de 42 años. (La dueña de este negocio de citas siempre buscaba convencerme con la solvencia de los candidatos, como si una buscara un préstamo en un banco o una póliza de vida). Las citas con este soltero nunca se concretaron porque él era demasiado ocupado, pero me llamó varias veces y parecía un tipo agradable. Luego de algún tiempo de haber desistido para siempre de mi experiencia en este tipo de ‘búsquedas’, me llamó y salimos. No era mi tipo ni yo el suyo, pero nos caímos muy bien y nos hicimos amigos. De vez en cuando chateamos.

Soltero #2: Extranjero, solvente, soltero, de 43 años. Aquí empecé a descubrir que este negocio de las citas no era tan color de rosa. El extranjero de marras era ecuatoriano, con madre extranjera pero ecuatoriano; no tenía 43 sino cuarenta y pico (¡y vivía con sus padres!). Era el tipo más aburrido que he conocido en la vida.Fue la primera cita más espeluznante: este señor tenía puesto un audífono en la oreja por el que oía noticias y a través del cual su mamá lo llamó para saber cómo estaba. La cosa es que pensé que luego de la cita no volvería a saber de él, pero no: una semana después me llamó varias veces a invitarme a eventos diversos, como la cena de Navidad de su oficina, la condecoración de su papá, una cena romántica a la luz de las velas. Yo traté de ser simpática y decir que no con amabilidad (además, en verdad, no podía), pero él se resintió conmigo, tanto que cuando me ve por la calle se cruza de acera.

Soltero #3: También solvente y blablablá, dueño de su empresa, de treinta y pico.Este soltero no paró de hablarme de las exnovias curvilíneas que había tenido y de toda la plata que había acumulado en su empresa de nosequé.Como no soy curvilínea no me volvió a llamar y como no me interesan los egos inflados no me importó.

Soltero #4 (la cerecita del pastel): Piloto, alto y simpático. Este solterito me llamó un día antes de salir y hablamos mil horas, me encantó. Salimos al día siguiente y también me la pasé muy bien. Pensé que al fin la última era la vencida, pero la vencida fui yo: el tipo resultó ser un mentiroso y un abusivo. También huye cuando me ve en alguna parte.

Después de mi experiencia con los cuatro solteros decidí que ni más me metería a una de esas cosas, que si la vida me quería mandar a alguien, pues esperaría nomás tranquilita, sin forzar nada. Sin embargo, aunque para mí estas formas de buscar pareja no son una opción determinante, tal vez para otras personas sí lo sean. Las páginas de inicio de portales web para búsqueda de pareja están llenas de fotos de parejas felices y testimonios que te aseguran que ahí seguramente encontrarás al amor de tu vida. También te encuentras con testimonios en tu entorno sobre fulanito que encontró a la mujer de su vida cuando se metió en match.com, en Tinder o en Tagged y se cruzó el océano y cambió su vida solo por ir a verla. O te cuentan de la historia de la eterna soltera, que a sus cuarenta y pico encontró a su príncipe azul gracias a un servicio de búsqueda de parejas. Pero, claro, nadie te cuenta de la persona que se encontró con un acosador o a la que no contactó nunca nadie.


Las páginas de inicio de portales web para búsqueda de pareja están llenas de fotos de parejas felices y testimonios que te aseguran que ahí seguramente encontrarás al amor de tu vida.


La cuestión es que buscar una pareja es cada vez más complicado y estos sitios lo saben. Por ejemplo, uno de ellos, Weekendsout, se presenta como “la solución a un gran problema que es la soledad y la falta de tiempo para tener nuevas amistades y/o pareja”. Otro, Química Perfecta, tiene como misión “encontrar una pareja lo más compatible posible para el cliente que lo solicita, sirviéndolo de forma integral, profesional, ética y confidencial. Y convertirnos en el primer servicio personalizado y directo de búsqueda de pareja del Ecuador y de otros países de la región”.

En Ecuador hay opciones como los Corazones Solitarios de revista Familia, multicitas, fiestas para solteros, reuniones de solteros, yoga para solteros, en fin, múltiples actividades (entiéndase por soltero al solo, soltero, viudo, separado, divorciado). También hay, por supuesto, muchas opciones que te brindan las redes, como los que ya he citado Tagged, Tinder, match.com y otros. Cuando ingresas en estos te ofrecen una variedad de opciones y, si te animas, seguro encontrarás a alguien o podrás divertirte un rato (por ejemplo, es chistoso eso de revisar los apodos de los candidatos, como tuprincipeazul, orgasmog, lobocazador, papito69, etc.).

Esto de la búsqueda de pareja parece que no solo es un servicio social sino también un negocio lucrativo. Piensen ustedes en que los solteros de más de 30 años son, en su mayoría, más solventes. Se gastan su dinero en diversión, comida, fiestas, y, en efecto, muchos no tienen el tiempo para buscar una pareja o hacer amistades. Además, muchos sienten ya la necesidad de establecerse en una pareja y tener una familia. O, simplemente, se quieren divertir, pero prefieren entornos en los que no sea tan complicado empezar con el ritual de la conquista. Por eso, muchos solteros están dispuestos a pagar una cuota para que ‘les den buscando’ una pareja.


Esto de la búsqueda de pareja parece que no solo es un servicio social sino también un negocio lucrativo.


En fin, puede que a unos les funcione. Puede que las motivaciones sean diversas, pero lo importante es dar a las cosas sus justas dimensiones. Estos sitios no tienen la fórmula mágica. Quizá la persona indicada (si la estás esperando, por supuesto) se suba al ascensor contigo, se siente en la mesa de al lado, asista al mismo curso de pastelería, o simplemente sea un viejo ese amigo al que nunca viste con ojos de deseo. Lo importante, al fin y al cabo, es ser feliz, hacer las cosas que te gustan, disfrutar de las diversas experiencias que la vida te regala y ya.