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La basura que somos

Una de las maneras de saber cómo funciona una sociedad es conocer qué hace con su basura. Dime cuánta basura generas a diario y te diré quién eres. Quito es una ciudad que crece velozmente y que recibe, como toda capital, a individuos de dentro y fuera del país, por eso, este reportaje de Jéssica Viteri la toma como referencia para comprender cuál es la incidencia entre lo que algunos políticos celebran y que llaman 'desarrollo', y el consecuente deterioro del medio ambiente.

Foto/Edu León

Por Jéssica Viteri

Ecuador es un país megadiverso. Su riqueza natural es cautivante, todo el mudo habla de ella. Tiene una de las reservas ecológicas más importantes del planeta: el Yasuní ITT, patrimonios naturales incomparables, como el archipiélago de las Galápagos, pero a pesar de todo eso, sus habitantes no vivimos para cuidar lo que tenemos. ¿Dónde empieza y dónde termina nuestra responsabilidad personal con el medio ambiente?

La mayor producción de desechos proviene de las grandes ciudades, y Quito no es excepción. La capital ecuatoriana es la segunda ciudad del Ecuador que no recicla la basura y, al mismo tiempo, es la que concentra a la población más diversa y dinámica, proveniente de todo el territorio ecuatoriano y de fuera del país. Después de Guayaquil, la actividad comercial en Quito es la más importante y va en acelerado aumento. Con ella, también se incrementa la producción de desechos.

El reciclaje es una manera de preservar el planeta, lo sabemos. Pero muchos pensamos que nuestra responsabilidad ambiental termina cuando dejamos nuestras bolsas de basura en la vereda para que el camión recolector pase y se las lleve. ¿Nos hemos preguntado qué pasa después con nuestra basura?

Muchos de los residuos que generamos son tóxicos y el daño ecológico que provocan puede ser letal para el equilibrio medioambiental.

Foto/ Edu León

Debido a la falta de educación para preservar nuestro entorno, mezclamos nuestros desechos peligrosos y tóxicos con el resto de basura y ese hábito puede significar un perjuicio aún mayor para nuestro medio ambiente. Según datos del 2016 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), durante ese año en los hogares ecuatorianos se mezcló los desechos farmacéuticos con el resto de basura en un 87,92%, los desechos electrónicos en un 70,43% y los desechos de aceites o grasa de cocina en un 5,36%. A pesar de que 6 de cada 10 hogares declaró ser afectado por un problema ambiental en su barrio (contaminación visual, agua contaminada, ruidos excesivos, acumulación de basura, contaminación del aire) no cultivamos una conciencia ambiental como sociedad.

Diseño: Jéssica Viteri.

En la encuesta del 2016 del INEC se dio a conocer que el 85,09% de hogares utiliza pilas, y de ese porcentaje, solo el 10% usa pilas recargables. El tóxico que expelen estas pilas es perjudicial para el planeta y tarda muchos años en descomponerse. Pero aunque muchos sabemos que esto es así, no cambiamos nuestros hábitos de consumo.

Quito es una de las ciudades más pobladas de Ecuador, con 2´597,989 habitantes –según el censo del 2010-, por eso, los índices de consumo y la generación de basura son elevados. La Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo) ha difundido datos que ilustran la realidad de esta capital latinoamericana: cada habitante de Quito genera por día 0,85 kilos de basura. Esto quiere decir que cada día en toda la ciudad se generan 2 208 toneladas de residuos sólidos. ¿Adónde va a parar toda esta basura? Veamos…

Los camiones recolectores de basura recogen los desechos que dejamos en nuestras veredas, los llevan a dos estaciones de trasferencia: una al norte, en el sector de Zambiza, y otra al sur de la ciudad. Luego, estos residuos sólidos son transportados en camiones más grandes –llamados tractocamiones- hasta un relleno sanitario que queda en la parroquia de Pifo, a 45 minutos del perímetro urbano hacia el oriente.

Diseño: Jéssica Viteri.

El relleno sanitario es una infraestructura de ingeniería cuya función es confinar los residuos en un espacio adecuado. El piso es impermeable para evitar que los fluidos que se expulsan con la descomposición de los desechos lleguen a cauces hídricos y contaminen el agua.

Muchos desechos, al descomponerse, expulsan gas metano, que es ocho veces más tóxico que el dióxido de carbono. Pero, los técnicos de la empresa municipal Emaseo aseguran que estos rellenos sanitarios cuentan con tuberías especiales que captan el gas y lo convierten en energía eléctrica.

Diseño: Jéssica Viteri.

Durante los últimos diez años, la clase media en Ecuador creció. Por lo tanto, creció también la capacidad de consumo. La relación entre el mejoramiento de la capacidad adquisitiva, en términos de desarrollo, y el deterioro del medioambiente es inversamente proporcional. La regla general es obvia: mientras más consume una sociedad, más degrada su entorno natural, pues genera más desechos plásticos, utiliza más combustibles fósiles, etcétera. Además, mientras más condiciones de consumo ofrece una ciudad, más consumidores debe recibir, y no siempre las grandes ciudades tienen la capacidad para atender las necesidades de una población que crece geométricamente.

En 20 años, entre 1990 y 2010, la población de la capital ecuatoriana aumentó en cerca de un millón de habitantes. Sin embargo, no tomamos en cuenta la población flotante de la urbe. Aunque Quito no es una ciudad que registre hacinamiento o grandes problemas de salubridad, sí se ha convertido en una urbe que concentra cada vez más población migrante de dentro y fuera del país, y, por lo tanto, sus autoridades deben atender el incremento de necesidades mínimas: servicios públicos, transporte, vivienda, salud o educación.

Diseño: Jéssica Viteri.

Cada habitante de Quito produce por día 0,85 kilos de basura. Esto quiere decir que cada día en toda la ciudad se generan alrededor de 2 208 toneladas de residuos sólidos.

Reducir, reusar y reciclar residuos sólidos permite disminuir la cantidad de basura que va a parar en los rellenos sanitarios, pero también debe convertirse en un hábito. ¿Acaso vamos a esperar a que las autoridades decidan prohibir el uso de bolsas plásticas, en lugar de reemplazarlas por bolsas reutilizables? ¿Vamos a esperar toda la vida a que la solución provenga del funcionario de turno? ¿O es mejor tomar la decisión de hacerlo ahora, en casa?

Los plásticos que tiramos a la basura o que arrojamos a la calle, esperando que un empleado municipal los recoja, son residuos inorgánicos que tardan más de 1 000 años en degradarse. Reutilizar vasos, botellas y otros recipientes de plástico ayuda a preservar los suelos. Si los casi 3 millones de habitantes de una ciudad se empeñaran en cambiar estos hábitos de consumo, todos nos haríamos la vida más llevadera.

La responsabilidad que tenemos con nuestra basura no termina cuando dejamos las bolsas negras en la vereda de casa. Nuestra responsabilidad con los desechos que generamos a diario no termina nunca, porque somos esa basura que día a día generamos.


Este reportaje es un trabajo en alianza con la carrera de Comunicación Social de la Universidad Politécnica Salesiana, sede Quito.