Por Francisco Garcés / @panchogarces
La política petrolera ecuatoriana podría parecer contradictoria para quienes no conocemos los entretelones del negocio del oro negro en el mundo. Por eso quizá no cuestionamos cuando nos informan de las decisiones que las autoridades toman en esa área. Al contrario, fácilmente nos convencemos de que lo que nos dicen es verdad. Pero hay ciertas cosas que nos deben obligar a ser incrédulos:
Últimamente, el gobierno ha tomado decisiones para extender la frontera petrolera en la Amazonía. Sí, pese a los bajos precios del crudo, el régimen considera que es el mejor momento para buscar nuevas reservas en la selva amazónica, donde habitan diversas etnias indígenas entre las que se cuenta el clan de los tagaeri-taromenane, que habitan la zona del Parque Nacional Yasuní. El pasado 20 de enero, el presidente Rafael Correa, durante un encuentro con los representantes de la prensa extranjera, dispuso retomar el proceso de licitación de los campos petroleros del Sur Oriente ecuatoriano e ironizó a los activistas que se oponen a que se explore y explote la región amazónica debido a los riesgos ambientales que esto implicaría: «¡que contribuyan [al cuidado del ambiente] los que contaminan, no los que no contaminamos!», reclamó, justificando el nuevo llamado a ronda petrolera para adjudicar campos de esa zona. Porque, cabe recordar que este es, precisamente, el mismo proceso que se suspendió hace más de dos años debido al rechazo de las comunidades asentadas en las zonas que serían entregadas para la explotación.
¡Nada que hacer! Ahora la decisión del Gobierno se ha tomado. Sin embargo, para realizar la nueva ronda petrolera habrá que sortear a la oposición. Pero, sobre todo, uno que otro problemita legal…
Recordemos que la decisión de Correa, en agosto del 2013, de explotar los bloques que están en el extremo nororiental del Parque Nacional Yasuní requería de la aprobación de la Asamblea Nacional, la que debía actuar sobre la base de una serie de informes técnicos. Uno de ellos debía definir si el proceso exploratorio y de explotación afectaría a los pueblos en aislamiento voluntario del Yasuní que –se asumía– vivían en la zona de desarrollo de los proyectos. En ese trajín, el Ministerio de Justicia aseguró en un informe respaldado por unos mapas, que esos habitantes de la selva amazónica ya no habitaban el sitio. Se habían movido –casualmente– más hacia el sur. Con esa prueba, las autoridades de gobierno dieron vía libre a la exploración y explotación en el nororiente del Parque.
Luego de casi tres años, ese mismo mapa que usó entonces el Ministerio de Justicia significa un problema para entregar los bloques del suroriente.
Veamos:
Según los mismos mapas que utiliza el gobierno para tomar las decisiones con respecto a los procesos de exploración y explotación, habrá que definir qué hacer con los bloques que se concesionarán en esta nueva ronda y que comprenden territorios de pueblos aislados. Porque hay que ser justos: según la información del mismísimo Ministerio de Justicia, los trabajos en cuatro de los bloques podrían afectar a dos de los clanes tagaeri o taromenane. O, ¿acaso estos grupos humanos ya se trasladaron más allá o… más acá?
La opinión de las comunidades no importa
La semana pasada también fuimos testigos de la concesión definitiva de los bloques 79 y 83 a los consorcios chinos CNPC y Andes Petroleum. El contrato lo firmaron con el Ministerio Coordinador de Sectores Estratégicos y el Ministerio de Hidrocarburos.
Y son justo esos bloques donde las empresas chinas invertirán para encontrar petróleo, donde más impacto se generaría al Grupo Cuchiyacu, que –de nuevo– según el mismo mapa del Ministerio de Justicia, se encuentra ahí en aislamiento voluntario.
Una vez más, este bloque se entregó pese a la oposición de los habitantes del sector, quienes en la consulta previa se pronunciaron en contra de la explotación petrolera, tal como lo aceptó –incluso– el ministro de Hidrocarburos, Carlos Pareja Yannuzzelli.
Es que el mismo presidente Correa cree que esa consulta al final no interesa del todo. Según dice, quienes se oponen a la explotación son solo dirigentes que viven muy bien pagados por organizaciones no gubernamentales extranjeras…
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Gracias Juan Pablo… ya lo revisamos!!!