La Barra Espaciadora
Sobrevolar el estado brasileño de Minas Gerais es comprender la magnitud de las heridas que la minería a cielo abierto inflige a la tierra: inmensas bocas rojas lucen abiertas hacia el cielo mientras la maquinaria traza rutas escalonadas por donde llegar a extraer toneladas de hierro, como si el recurso no se fuera a agotar jamás. Pero no hay modo más fatal de entender los alcances de esta voraz actividad humana que cuando se borran pueblos del mapa tras un accidente.
El pasado 5 de noviembre, dos barreras de contención de desechos minerales, propiedad de la empresa Samarco Mineração SA, se rompieron y liberaron un alud contaminado que, en cuestión de minutos, se tomó el cauce del río Doce y arrasó con Bento Rodrigues, un pequeño pueblo del municipio de Mariana que estaba habitado por algo más de 600 personas. Estas 20 imágenes que publicó elpais.com.co y este completo reportaje que difundió el programa Domingo Espectacular cuando se habían contabilizado 4 muertos y 28 desaparecidos, no pueden hablar más claro del desastre.
Mientras el portal La Razón digital publicaba que la fiscalía de Minas Gerais “recomendó a Samarco pagar un salario mínimo (207 dólares mensuales) a cada familia que se ha quedado sin hogar, fijar un plazo para trasladarlos de hoteles a casas y apartamentos y establecer un plan de indemnización”, la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, fue criticada por no reaccionar de inmediato y a la altura de semejante tragedia. Días después, la mandataria se limitó a sobrevolar la zona y a reunirse con autoridades de un par de localidades ubicadas junto al río Doce, pero no llegó nunca a Mariana, el municipio donde todo comenzó. De todas maneras, dispuso una multa de aproximadamente 67 millones de dólares a las empresas BHP Billiton y Vale, propietarias de Samarco, a quienes acusó de responsables del accidente. Samarco está limitada y obligada a funcionar tan solo en acciones de reparación de los daños.
El presidente de BHP Billiton, Andrew Mackenzie, anunció una visita al lugar y también aclaró que –a modo de prevención– revisará las condiciones de otras zonas mineras de las cuales la misma empresa es copropietaria, pero en el departamento colombiano de La Guajira (Cerrejón) y en Perú (Antamina).
Dilma Rousseff fue criticada por no reaccionar de inmediato y a la altura de semejante tragedia. Días después, la mandataria se limitó a sobrevolar la zona…
Cerrejón podría considerarse una de las más grandes minas de carbón a cielo abierto del mundo. Antamina, en cambio, es de las más grandes zonas de explotación de cobre y cinc. (Este documental de Carlos Mario Piedrahita nos cuenta más sobre Cerrejón y esta publicación relata los cuestionables abusos laborales cometidos por Antamina).
El pasado 16 de noviembre, Samarco acordó crear un fondo de al menos mil millones de reales –un equivalente a 266 millones de dólares– para remediar los daños ambientales causados por este derrame con acciones de prevención, de mitigación, reparación e indemnización a los afectados. Resulta una ironía macabra que el plan de emergencia de Samarco no haya considerado jamás la necesidad de activar una sirena para iniciar una evacuación y que la ley tampoco lo exija.
Y esta no es la primera vez que ocurre algo así en este estado del sudeste de Brasil. Por eso, los más de 600 pobladores evacuados se indignaron, reclamando que esto pudo haber sido evitado si las autoridades prestaban la atención debida a las actividades de la empresa en el lugar a tiempo. El año pasado, en Itabirito –muy cerca de Belo Horizonte, la capital de Minas Gerais–, un accidente similar ya dejó 4 muertos; otro accidente había ocurrido también en el 2008.
Las autoridades han dispuesto también la construcción urgente de filtros que impidan que el descenso de la lava avance, la construcción de barreras flotantes que protejan las zonas vulnerables de la localidad de Espiritu Santo, hacia donde se dirige el cauce de la lava, y principalmente, han dispuesto que Samarco presente un cronograma para iniciar la construcción de un pueblo nuevo para los damnificados.
Resulta una ironía macabra que el plan de emergencia de Samarco no haya considerado jamás la necesidad de activar una sirena para iniciar una evacuación…
Minas Gerais es un pueblo minero desde que en el siglo XVIII se descubrieron yacimientos de oro que convirtieron a la zona en centro comercial de la época colonial. Ahora representa una de las principales fuentes de ingreso por explotación minera para Brasil.
Este es el tercer desastre minero en el lugar en menos de diez años y es también el peor. O Globo ha asegurado que podría tratarse del más grave accidente minero del mundo y no es descabellado pensarlo, si fueron arrasadas 600 hectáreas de biodiversidad. Hasta ahora hay 12 personas desaparecidas, 7 muertos identificados y cuatro cuerpos aún no han podido identificarse. El alud ha avanzado ya más de 500 kilómetros y los primeros análisis han mostrado restos de cobre, hierro, aluminio, plomo y mercurio en el río Doce. Algún día tenía que pasar.
O Globo ha asegurado que podría tratarse del más grave accidente minero del mundo y no es descabellado pensarlo, si fueron arrasadas 600 hectáreas de biodiversidad.
Cuando muere un río mueren cientos de animales y desaparecen miles de especies vegetales, por eso, muchos otros animales deben migrar para sobrevivir. El río Doce está muerto, lo han asesinado. Algunos expertos han dicho que hará falta esperar más o menos un siglo para remediar en algo el daño ambiental. Mientras tanto, más de 600 personas no volverán más a ver lo que un día fue su pueblo. Queda en el aire la pregunta: ¿existe minería responsable?
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