#ChullaDiva
Por María del Pilar Cobo G. / @palabrasyhechos
“Dicho de una persona: Capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita”. Esto es lo que me dice el diccionario cuando busco la palabra valiente.
Seguramente todos hemos sido valientes alguna vez en nuestras vidas: cuando nos dejaron solos en el kínder, cuando nos pusieron la primera inyección, cuando tuvimos que pasar a dar la lección delante de toda la clase, cuando tomamos por primera vez un bus, cuando nos aventuramos a ir solos a la tienda, cuando nos acercamos a alguien que nos gustaba, cuando encontramos el primer trabajo, cuando nos cambiamos de ciudad, cuando fuimos a vivir solos, cuando nos rompieron el corazón y nos tocó reconstruirnos… La vida está llena de primeras veces y de cientos de oportunidades para ser valientes. De hecho, todas las cosas importantes que nos han pasado –buenas o malas– están relacionadas con la valentía o con la falta de ella. Los actos que más nos enorgullecen son, precisamente, los actos de valentía. Los que más nos avergüenzan y nos entristecen son aquellos en los que fuimos cobardes. Sin embargo, nunca es fácil ser valiente. Aunque se trate de un acto pequeño, implica riesgo, incertidumbre, miedo.
Desde chiquitos nos enseñan que la valentía está relacionada con actos espectaculares. Las personas valientes son los superhéroes con poderes extraordinarios, gente que hace cosas realmente excepcionales como salvar a la humanidad de un meteorito que amenaza a la Tierra o de Godzilla.
Sin embargo, cuando crecemos nos damos cuenta de que no hay nada más alejado de la valentía que los superhéroes: es fácil fingir ser valiente cuando puedes volar o eres tan fuerte como Superman, o tienes todos los accesorios (y la plata) con los que cuenta Batman. Así quién no se va a envalentonar. Otra cosa sería ver a Clark Kent o a Bruno Díaz salvando el mundo ellos solitos con sus manos.
No, la valentía es otra cosa.
La valentía es levantarte cuando todo a tu alrededor se ha derrumbado y tienes que comenzar desde cero. Valentía es salir de tu zona de confort. Valentía es atreverte a empezar en otro lado. Valentía es terminar una relación que no te lleva a ninguna parte. Valentía es renunciar a un trabajo que no te deja crecer. Valentía es abandonar tu mundo conocido por uno lleno de incertidumbre. Valentía es crecer, darte contra el suelo, lanzarte al vacío. Valentía es amar y confiar cuando todo parece estar en contra. Valentía es quedarte en un lugar cuando todos se han ido. Y todos, todos nosotros hemos sido valientes en algún momento, dentro de nuestras posibilidades. El problema es que a veces nos subestimamos y pensamos que no somos capaces de ser valientes. Pero, todo es cuestión de dar un primer paso, pues logramos darlo y queremos dar otro más; nos damos cuenta de que podemos ser valientes, de que somos capaces de llevar a cabo actos espectaculares que nos acercan a la felicidad. La valentía se vuelve adictiva y es una adicción deliciosa.
María del Pilar Cobo (Quito, 1978) es correctora de textos, editora, lexicógrafa, profesora de redacción y analista del discurso en ciernes. Escribe una columna sobre lengua en una revista semanal y ama leer los prólogos de los diccionarios y libros de gramática. Aparte de su pasión por analizar las palabras, también escribe sobre la vida, los viajes y las cosas que nos pasan cuando nos acercamos a la mediana edad. Por ahora vive en Buenos Aires y no sabe cuál será la próxima estación.