Por María José Zapata
Lizzie Olesker, codirectora de La sociedad de las lavanderas, película que ella describe como un híbrido entre performance y documental, es una de las invitadas a la decimoséptima edición del Festival Encuentros del Otro Cine (EDOC).
Rompiendo con las barreras de la no ficción, Lizzie toma como punto de partida la huelga de 1881, en Atlanta, protagonizada por lavanderas afroamericanas quienes exigían un sueldo justo, y la traslada a la actualidad para exponerla en las jornadas de personas que lavan, secan y doblan más de 1 000 prendas de vestir al día en las lavanderías de Nueva York.
Lizzie Olesker y Lynne Sachs se han juntado alrededor de la migración como leitmotiv. Las condiciones laborales, la precariedad salarial o los oficios asignados a sectores marginales de la población son algunos de los temas que juntas exploran en su trabajo documental. En esta película hay un juego que, mediante una intención hiperrealista roza con la poesía. Por eso, decidimos abordar a Lizzie para conocer sobre las decisiones detrás de su película y sobre su visita a Quito.
¿Cómo ha recibido el público la película?
Creo que la forma de la película crea muchos cuestionamientos y esto es normal. Durante los conversatorios siempre es lo primero que nos preguntan: ¿por qué decidimos hacerlo de esa manera?
Es lo que me preguntaba, ¿cómo llegaron a decidir la forma de la película?
Fue durante el proceso de montaje. Era mi primera vez en la sala de edición y eso se convirtió en una actividad sumamente placentera. Pienso que a través de la sustracción vas encontrando la esencia, y esto es algo que también me pasa al escribir mis obras. Algunas cosas se quedaron fuera, por ejemplo, el punto de vista del cliente. Quizá podríamos haber mostrado aspectos más positivos, pero decidimos enfocarnos en las dinámicas de poder y la inequidad de salarios.
Pero la película habla además de otros temas, por ejemplo, la migración.
Nosotros descubrimos la problemática de la migración mientras filmábamos. La película fue evolucionando sobre la marcha y se incorporaron tantos argumentos que podrían ser una película separada por completo. Siento que le hacemos una gran injusticia a algunos de ellos, pero fue muy difícil lograr que las personas hablen con nosotras. Creo que esto se generó por una combinación de elementos, el primero, nuestra identidad: dos mujeres blancas de clase media tratando de interrogar a personas en esta situación; y el segundo, el miedo real de los individuos a perder su trabajo o a ser deportados. La ansiedad ante la deportación se ha engrosado en los últimos años, bajo la administración de Trump. De hecho, creo que en este momento político sería imposible filmar esta película.
¿Cómo llegaste al cine?
Llegué sin querer. Originalmente vengo del teatro, escribo obras y he dirigido por muchos años. Lynne Sachs (codirectora de La sociedad de las Lavanderas) es cineasta y ha estado en este festival años atrás. Ella hizo un performance llamado Your day is my night (Tu día es mi noche) que era tan exquisito y provocativo que instaló ideas en mi cabeza. Mientras yo y una amiga hacíamos un performance coreográfico dentro de unas lavanderías, pensé que sería hermoso si Lynne pudiese grabarlo, y es lo que hicimos por alrededor de cuatro años. Mientras filmábamos el performance fuimos incorporando los testimonios de las personas que trabajan en las lavanderías, lo cual terminó evolucionando en un híbrido que es la película.
¿Te gustaría volver a dirigir otra película?
Me gustaría, pero no sé si me atrevo. Actualmente estoy colaborando con Madeleine Gavin (directora de City of Joy, próximamente en Netflix) quien para su siguiente película se ha inspirado en mi madre. La idea es explorar el ejercicio artístico en personas de la tercera edad, dentro de un espacio en Nueva York, que además está a punto de ser clausurado. El proyecto se encuentra en una etapa amorfa, por lo que no sé cuál terminará siendo mi función dentro de él.
¿Cómo ha sido tu experiencia hasta ahora en los EDOC?
Ha sido una grata sorpresa mirar la cantidad de personas que asisten. Siento que es un evento más cercano a la comunidad, a diferencia de los festivales de Nueva York, que suelen ser más elitistas, con alfombras rojas y demás.
¿A qué otros festivales has asistido con esta película?
En Nueva York fuimos al New York Film Festival y al TriBeCa Film Festival. Soy nueva en el mundo del cine y a pesar de que la experiencia de participar en esos festivales fue fascinante, siento que el acceso a las películas es muy complicado para el ciudadano promedio. En la inauguración de los EDOC mi hija y yo nos sentamos en la parte de atrás, a nuestro lado estaban una madre con sus hijos, fue un evento gratuito, de acceso general, y eso es maravilloso.
Lizzie Olesker es escritora, directora y performer. En sus obras obras explora la poética de la vida cotidiana. Lizzie presentó su obra Tiny Lights: Infinite Miniature en el New Ohio Theater, e Invisible Dog en Brooklyn. Recibió la Audrey Fellow en New Georges con su nueva obra Embroidered Past que es sobre la acumulación de la familia y la pérdida de la naturaleza. Otras de sus obras han sido desarrolladas y presentadas en Dixon Place, Brave New World Repertory, Clubbed Thumb y el Cherry Lane Theater. Además ha trabajado con la Talking Band (en Ohio Theater) y enseña dramaturgia en Tisch/NYU y en The New School.