Por Jackeline Beltrán
El periodista colombiano se convirtió en youtuber con el pretexto de vender su libro y ahora, hasta obra de teatro tiene.
El día que el youtuber chileno Germán Garmendia colapsó la Feria del Libro de Bogotá, en mayo del 2016 –ante el escándalo de muchos escritores-, le salió un competidor cuarentón. Se llama Daniel Samper Ospina, es colombiano, periodista y uno de los columnistas más influyentes de su país. Sus vídeos son un derroche de sátira política, pero también habla de las cosas que le importan a la gente de 40, como que tus hijos no te dejen dormir, que la resaca te dure dos días o que te hagan tu primer examen de próstata.
Su estreno fue glorioso: un vídeo de 2:22 minutos en el que se presentaba y criticaba a sus nuevos colegas llegó a más de un millón de usuarios en Twitter; sus vídeos ya alcanzan, en promedio, más de 400 000 visitas cada uno y el año pasado le ganó el título de celebridad digital del año a los youtubers más populares de Colombia.
Estamos en Bogotá. Una noche de jueves una muchedumbre llena las calles en una manifestación por la paz. Un grupito de adolescentes rodea a un tipo de mediana estatura, cabello claro y lentes. Le piden fotos y lo abrazan. El hombre es Daniel y los muchachos, sus nuevos seguidores. Confiesan que antes de que se colara a sus pantallas móviles sabían poco de él. Desconocían, por ejemplo, que bajo su dirección, por 15 años, la revista Soho logró sonrojar más de una vez a la sociedad colombiana con los desnudos de sus portadas. Pero esa es otra historia. Esta vez, Hola soy Danny –así se hace llamar- cuenta por qué los youtubers no son solo una cuestión de adolescentes.
–Danny, parece que eso de convertirse en youtuber está dando resultados, ¿no?
–Sin duda, haber tomado el riesgo de traducirme al formato digital me ha permitido entrar en sintonía con una audiencia que no era naturalmente mía, que es la audiencia joven y que está más conectada con los formatos digitales que con los escritos.
Que un youtuber triunfe no es novedad en esta época, pero que uno de 42 años lo haga, no es lo normal. De hecho no es lo común convertirse en youtuber a esa edad y con una vida profesional consolidada. Es por eso que Hola Soy Danny causó sensación. Pero, ¿por qué uno de los periodistas más respetados de Colombia quiere hacerle competencia a las celebridades digitales del momento?
Desde el 2014, los libros de youtubers como El Rubius, Germán Garmendia o Sebastián Villalobos están en las listas de los más vendidos en Hispanoamérica. Y por si fuera poco, estos chicos han sido las grandes novedades de las ferias de libros en países como Argentina, Colombia, Panamá o España. Algo que no gusta mucho a algunos escritores.
–¿Será que los autores están preocupados por la irrupción de los youtubers en las librerías?
–No. Yo creo que en algunos casos simplemente respiran por una herida abierta que tienen en el ego, pero las dos cosas no se pueden comparar. Creo que los libros de youtubers tienen un pretexto comercial y se hacen para satisfacer una audiencia muy concreta, y que los libros de la alta literatura se escriben para dejar una prueba irrebatible de la existencia del hombre. Sería absurdo comparar un libro de un youtuber con una gran novela y me parece una maravilla que existan ambas.
Precisamente, vender libros –además de “ser famoso y convertirse en millonario”– fue el pretexto con el que Samper Ospina se lanzó al mundo youtuber. Y, efectivamente, desde que se convirtió en Danny, su libro El As bajo la manga, publicado hace dos años, subió en ventas. Además, desde marzo de este año, exhibe su humor en el teatro. Y todo gracias a unos vídeos graciosos. Sí, en lugar de solo mirarlos, criticarlos y hasta envidiarlos, se unió a ellos.
–Danny, en estos meses como youtuber, ¿has aprendido algo de tus colegas?
–Creo que es un mundo menos reducido y superficial del que cualquiera puede creer. Me parece que los jóvenes, digámoslo así, son más divertidos que otra cosa. Me parece que les falta un poco de espíritu crítico y demás, pero que son muy hábiles para la edición y para ser íntimos con su audiencia y tal. Descubrí a un venezolano que vive en Argentina y aborda de una manera muy crítica el gobierno de Nicolás Maduro. Hay gente muy buena, incluso hay uno que da clases de álgebra, el profe Julio.
–Tu primer vídeo alcanzó un millón de reproducciones en poco tiempo. Ya quisieran muchos medios tener tus estadísticas. ¿Crees que tienen algo que aprender?
–Sin duda. El primer chip que uno, como periodista de medio tradicional, debe cambiar es entenderse en adelante como productor de contenido en general. Me refiero a que estamos en un mundo donde deben primar las ideas. Los formatos son simplemente el vaso en el que uno debe verter esas ideas.
–Un poco complicado, ¿no?
–Estamos sintiendo lo mismo que sentían los monjes amanuenses de los monasterios, que pasaban la Biblia y los libros a mano en el justo momento en que Gutenberg inventó la imprenta. Pero creo que hay dos actitudes, ser un monje que se queda lamentándolo y la otra es ser un escritor que aprovecha que Gutenberg inventó la imprenta y que su mensaje va a llegar a muchísima más gente.
Daniel escogió lo segundo: “La tecnología está cambiando nuestra forma de consumo y hay que estar a tono con los tiempos”. Y si estar a tono significa –en sus palabras- hablar de forma graciosa, exagerada, con nerviosismo o sobreexitación, hacer gestos frente a la cámara, practicar retos absurdos o como dicen sus críticos, hacer el ridículo. Pues lo hace. Sin pena. Y lo tiene claro: “Sumarme a la época será mi manera de derrotarla”.