Por Daniel Vargas
Dos partidos distintos, 6 puntos y un camino que promete castigar el mínimo error. Pero, como diría mi madre: por partes. El jueves 8 de octubre significó una fecha fuera de lo común para todo seguidor del fútbol ecuatoriano. Terminaba el primer partido de eliminatorias y el resultado parecía un error de pantalla. Y es que nunca se le había ganado a la selección argentina en condición de visitante y en este tipo de competición. Aquel casi del 15 de junio del 2008 (Argentina 1 Ecuador 1), nos amargó mucho y planteó la pregunta ¿es posible?, pero continuó siendo un casi.
Casi 7 años después, se ganó, y se lo hizo de la única manera como se puede ganar a rivales como estos, es decir, con la calidad de un arquero que estuvo más allá de la inspiración y la buena suerte, una defensa que con ciertos desajustes se mantuvo sólida y no cayó en el típico nerviosismo de los primeros 20 minutos (que parecía ya una maldición cuando se salía a jugar fuera del país), una media cancha que en su primera línea cortó el circuito que empezaba en los pies de Mascherano para luego buscar la creación de un Pastore que poco y nada aportó; y finalmente, una delantera que, a pesar de tener algunas ocasiones antes de los goles, dio mucho trabajo a una lenta defensa albiceleste, manteniéndola por momentos más cerca de Romero que de Mascherano y Biglia.
Más allá de las expresiones exageradas de amor por la selección, de la creciente venta de abonos, o el redescubrimiento de patriotismos; este triunfo deja dos lecturas. La primera, es que se lograron tres puntos muy importantes en la clasificación a Rusia 2018, habrá que ver cuántas selecciones le sacan un punto a una Argentina que con seguridad tiene prohibido perder más puntos de local (no tanto porque esté en riesgo su clasificación a Rusia, sino por un tema jerárquico). Lógicamente, estos tres puntos no significarán nada para Ecuador, si al igual que con Bolivia, no se sigue sumando puntos en condición de local.
Esta situación ya la vivió Venezuela en las anteriores eliminatorias, que sacó puntos de visita en Asunción, Montevideo y Barranquilla y al final no obtuvo su cupo para Brasil; es decir, estos tres puntos le dan a Ecuador un bono adicional a todo lo que consiga en casa.
Por otro lado, está la parte no cuantificable del resultado, aquella que a mi entender es mucho más importante que la ventaja obtenida, esa que sugiere que ni el jugador ni el entrenador nacional tienen pretextos para afrontar de manera distinta partidos de este nivel. Efectivamente, dejó de ser un casi para convertirse en una realidad, que independientemente del esquema táctico que use Quinteros, a futuro se deberá al menos intentar jugar bien en cualquier escenario de América y el mundo. Porque aunque haya varias ideas y distintas filosofías del juego, la mejor manera de conseguir resultados positivos es proponiendo con la pelota en los pies (de esto habla ya de sobra el Barca); por lo cual, estos 3 puntos tendrán una fecha de caducidad en cuanto a su importancia; no así, la expectativa y la manera de encarar futuros encuentros. Porque aunque usted sea de ese tipo de personas con un nivel de optimismo sobre el promedio, recuerde que en los cálculos que hacíamos (hinchas, cuerpo técnico, jugadores y Luchito Chiriboga) estaba ganar en La Paz, sacar un punto en Lima y ver qué pasa en Puerto Ordaz.
Súmele a esto que algunos jugadores esa noche se despojaron de una carga que venían arrastrando hace algún tiempo, el 2014 (léase el mundial) y parte del 2015 (dos semanas previas a la Copa América) Antonio Valencia vivió el desprecio de gran parte de la hinchada, hasta el punto de pedir su retiro; Pedro Quiñones no solo no salió expulsado (como temían y casi apostaron algunos), sino que fue un buen complemento a un Noboa, que jugó en su nivel regular; y Felipe Caicedo vuelve a marcar goles con la selección, cuando gran parte de la hinchada pensaba que sin Enner Valencia el ataque de la TRI sería pobre.
(Ver aquí el partido completo Ecuador-Argentina)
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Ya con Bolivia la historia fue otra, una que duró solo los 45 minutos del segundo tiempo, ni los unos ni los otros pudieron hacer mayor cosa, en una cancha que no daba para circular el balón más de tres metros. Lo que la selección ecuatoriana mostraría en el segundo tiempo sería un diagnóstico más cercano a la realidad que lo que vimos en el primer partido. Sería la puesta en escena de un libreto que llegaba con dudas y críticas, la evaluación al sistema y a jugadores se haría más aguda, y como históricamente ha sucedido, costó mucho ganarle a Bolivia, solo el paso de los minutos y la persistencia, más que el talento, permiten llegar al objetivo. Tal vez porque ellos del miedo a la altura poco. Tal vez porque la mayoría de sus jugadores participan en la liga local, lo que les da más tiempo de agruparse y preparar sus encuentros, o porque simplemente hace varias eliminatorias sus hinchas ya no esperan nada de ellos, tal es así que Evo Morales, fanático de este deporte, firmaría un cheque en blanco a cada jugador si es que logran la clasificación.
Una vez superado el problema de la cancha en el entretiempo, Quinteros realiza el primer cambio, el que demostraría que para los dos primeros partidos, la lista de convocados fue acertada. Cazares sustituye a Quiñones, poniendo en riesgo la contención del equipo pero apostando al talento diferente, riquísimo en la entrega del balón. Cazares claramente es un jugador con capacidades distintas al resto de sus compañeros. Y no son precisamente la velocidad, la fuerza y el sacrificio lo que le permite sacar ventaja de sus rivales; él prefiere ubicarse en una zona jodida, una zona superpoblada, y es aquí donde se forma el escaso talento del pase entre líneas. El primer gol de Ecuador fue un placer, desde lo estético, desde la física, desde la angustia. El balón viajó por encima de casi toda la selección boliviana que estaba ya replegada y cayó justo ahí, detrás de la defensa pero lejos del arquero. Miller hizo el resto, gran definición.
El segundo gol fue un penal, que nunca falta contra Bolivia. También históricamente en estos casos los árbitros se suelen equivocar. No digo que haya existido error en la decisión, pero no es extraño ver un penal en el Atahualpa y… otra vez contra los verdes. Terminó el partido y se desató una alegría y entusiasmo algo exagerados, hay que decirlo. No faltará en Ecuador quien ya quiera comprar las entradas para Rusia 2018. Pero, más allá de eso, Ecuador dejó una imagen futbolística muy buena. Personalmente creo que esta selección tiene varias maneras de hacer daño en casa y afuera a sus rivales, lo que no significa que siempre pueda hacerlo, o que haciéndolo, gane.
En fin, muy cerca está el partido contra Uruguay y me parece que, aunque algo prematuro, este partido probará a otro nivel a la selección en casa. Es claro que los celestes tienen más de un motivo para preocupar a los ecuatorianos.