Damián De la Torre Ayora / @damiandelator
“Al ver su reacción, los disparaba”.
Juan Fernando Hermosa, ‘El Niño del Terror’
Nuestras propias necesidades son las que nos empujan a que interpretemos el mundo. También, esas necesidades son las que permiten que lo inventemos. Y uno debe confiar más en lo que imagina que en lo que ve, así se tenga la capacidad de mirar lo que pocos quieren ver. Por lo menos esto corresponde cuando se observa una historia sin historia, cuando se revisa una vida que, pese a que tiene nombre y apellido, es difusa y se diluye en el pasado y, pese a que se busca reconstruirla en el presente, igual se disuelve.
La vida, por ejemplo, de Juan Fernando Hermosa, el asesino serial más joven del Ecuador. Él cumple el perfil para ser llevado a Netflix junto con Ted Bundy, John Wayne Gacy y Jeffrey Dahmer. Lastimosamente, son casi inexistentes sus audios, sus testimonios. El sensacionalismo de la prensa le arrebató la vida a un adolescente que arrebataba vidas, como si el tiempo y el espacio, tan determinantes en nuestra existencia, le jugaran una mala pasada futura. Solo se lo recuerda porque decía que tenía “el diablo en su cuerpo” y por una fotografía de cuando me mires a los ojos y mi mirada esté en otro lugar no te acerques a mí porque sé que te puedo lastimar, que fue primera plana de los rotativos ecuatorianos y se bajó el bikini de la portada quincenal de la Vistazo de entonces.
Ante la ausencia de archivos, Juan Fernando Hermosa, ‘El Niño del Terror’, sí podría llegar a Netflix, pero no como un documental y vestigio de la humanidad, es decir, de las miserias que somos, sino como una ficción. Y esta podría ser una gran versión. Otra, puede ser, el literaturizar su vida. Y que eso no merezca una sola versión, sino dos; y ni dos, quizá deben aparecer tres versiones para dar cuenta de una historia, insisto, sin historia. Porque la documentación parecería que se ahogó con él en el río Aguarico tras ser torturado en vendetta de las balas que silbó desde sus entrañas, desde lo más profundo de un ser que perdió el alma.
Justamente, Las tres versiones, ganadora del Premio Miguel Donoso Pareja 2021 y publicada por Cadáver Exquisito (2022), es la apuesta del músico, periodista y escritor Eduardo Varas Carvajal, quien toca las flores del mal para exhibir a este personaje y novelarlo. No se trata de una biografía, sino de un ejercicio ficcional, de tomar algunos elementos reales para apelar a un simulacro, el cual permite reflexionar sobre el horror al explorar la psicología de un asesino en serie.
Así aparece un criminal que cuenta su vida desde la muerte, desde el infierno. Pero uno no es solo su cuerpo sino todos sus muertos, seres que no estaban destinados a ser ángeles, pero tampoco merecían un círculo dantesco en la Tierra y partir de una manera violenta. Un cuerpo que sabe sus dolencias, los impulsos que lo carcomen, las emociones irresistibles que no dividen el bien y el mal que vive, a la final, dentro de todos nosotros.
De hecho, la gran premisa de Varas no se concentra en determinar lo bueno o lo malo, sino que trabaja, sin caer en panfletos políticos, en la justicia, un concepto que va más allá de lo legal y lo legítimo. Así se construyen tres versiones, pero desde varias voces, para abordar distintos temas.
De esta manera, Carlos y Pavel reconstruirán los crímenes desde una conflictiva y contenida paternidad; mientras que la inocencia de Minerva cuestiona al lector desde su rol epifánico y desde el preguntarse si un padre puede amar, realmente, a una hija más allá de lo que pueda cometer. La maternidad y la orfandad aparecen desde el sonido silencioso de las balas que atraviesan a Renata; y la razón y lo instintivo, desde Yantema y Catarina, están presentes para mostrar la otra cara de la moneda desde una institucionalidad corruptora y corrompida como la policía. Esto último también se denota en el rol del intendente Estuardo.
El trabajo periodístico no puede pasar ausente (no hay que olvidar el oficio que Varas profesa día a día). En el libro, el periodismo lo encarna Marina, cuya ética trata de hacer resonar los principios del oficio, aunque no se alcancen.
Sí, son tres versiones, pero alimentadas de un coro, donde ningún personaje sobra. Así nace una polifonía del dolor y del miedo, es decir, desde las melodías que construyen gran parte del pentagrama de la existencia. Porque si algo ha comprendido Varas es que la muerte es el gran pretexto para hablar sobre la vida, por más jodida que esta sea.
Si ya con su libro de cuentos Conjeturas para una tarde (2007) y su novela Los descosidos (2010) Varas se convertía en uno de los secretos mejor guardados de la Feria del Libro de Guadalajara, Faltas Ortográficas (2017) y Esas criaturas (2021) confirmaron que ya no era un secreto. Ahora, Las tres versiones muestran su mejor brillo, el cual merece resplandecer en los ojos de todo lector.