Por Priscila Mancero Giler / @mancerina
Mariana Andrade, directora ejecutiva de la organización cultural y sala de cine Ochoymedio y ex secretaria de Cultura del Municipio de Quito, cree que para gestar un festival cinematográfico se requiere, por un lado, gestión cultural, cooperación internacional y acceso a recursos y fondos, y por otro, una adecuada programación y calidad de las propuestas.
Mariana es una gestora cultural de tradición en Quito y Ochoymedio, sala de cine que ella dirige y que funciona desde el 2001, se ha convertido en uno de los espacios más importantes para los festivales audiovisuales en Ecuador. Uno de sus logros más significativos ha sido, precisamente, la fundación de Ochoymedio, junto a un colectivo de gestores, artistas y audiovisualistas. Pero, aunque Ochoymedio permanece abierta durante todo el año con funciones ininterrumpidas, el ambiente se trastoca cuando tiene lugar un festival de cine.
Mariana habla de un boom de los festivales de cine en Ecuador, pero aclara: “no todo es festival –que me perdonen todos si es que dicen que sí, pero yo he analizado este tema y más cuando fui secretaria de Cultura. Realicé un análisis técnico de cuáles eran los festivales de las artes en general, y noté cómo algunas propuestas se van quedando fuera. Pero, eso sí, en Ecuador hay bastantes iniciativas de festivales”. Aspectos como el espacio donde tienen lugar los festivales o la recepción por parte del público determinan la estatura de un festival.
En esta edición del Eurocine, las embajadas y delegaciones participantes representan a Alemania, España, Francia, Islandia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suiza, Turquía.
Los festivales son “sitios de encuentro –explica Mariana– que tienen una selección amplia de propuestas. Hablamos de festival cuando hay de 40 a 50 películas que responden a una propuesta muy clara de programación, de curaduría, de selección y de promoción”. Entendiendo que un festival cuenta con una cantidad considerable de películas y con una programación bien definida, los festivales nacionales que se destacan son los Encuentros del Otro Cine (EDOC), El lugar sin límites y Eurocine, encuentros con un recorrido de entre 12 y 14 años aproximadamente.
A lo que vinimos: festival Eurocine
Un mes de cine europeo en Quito, Cotacachi, Guayaquil, Cuenca, Loja y Portoviejo. Sí, Eurocine arrancó en el 2002 en las pantallas de Ochoymedio y de otras salas del país. Con el paso de los años, se han ido sumando los espacios del interior del país donde se proyectan historias europeas en clave cinematográfica.
Eurocine es un homenaje al trabajo cinematográfico europeo por su enorme legado universal. Con Ochoymedio como sede principal, se ha expandido a Ami Cine, en Cotacachi; a las sedes de la Alianza Francesa en Cuenca, Guayaquil, Loja y Portoviejo, y al Instituto Tecnológico de Artes en Guayaquil.
“Tener un público es muy difícil –dice Mariana–, apostar a que vengan a una propuesta cinematográfica no es fácil”. En estas circunstancias, ella prefiere hablar de indicadores culturales. Sí, la cantidad de público que asiste a las funciones de un festival es importante, pero hay otro tipo de variables. Eurocine es, para Mariana, una herramienta que ha permitido a Ochoymedio abrir otros espacios. La clave está en promover el cine de consumo de contenidos audiovisuales de calidad. Por eso, Eurocine no es solo un festival. También es una plataforma. “Ha sido una herramienta de Ochoymedio para ir abriendo espacios de difusión, informando a gestores culturales y ubicando dónde se pueden exhibir este tipo de películas”. Uno de los logros más grandes del festival es la apertura de salas en Guayaquil. En Cotacachi, la población indígena asiste a funciones de cine con películas en lenguas provenientes de Europa. Idiomas, expectativa, diversidad, latitudes, en fin, otro tipo de indicadores que van más allá de la cantidad de público. El festival crece, va bien, la respuesta de los asistentes es motivo de júbilo para quienes están detrás de la organización del festival.
Eurocine 2015 se realizará entre el 1º de Octubre y el 1º de noviembre, en Quito, Cotacachi, Guayaquil, Cuenca, Loja y Portoviejo, en las sedes de la Alianza Francesa (Quito, Guayaquil, Cuenca, Portoviejo y Loja), AMi Cine (Cotacachi), Flacso Cine (Quito), LEXA (Guayaquil), Ochoymedio (Quito), Casa de la Cultura Ecuatoriana (Loja).
Otra fuente elemental de programación son las distribuidoras; en el marco del Festival Eurocine, las distribuidoras 8D y Trópico Cine han tenido un gran protagonismo al compartir películas importantes como la producción danesa Nymphomaniac o la francesa Holy Motors, respectivamente. Mariana subraya la importancia de los indicadores culturales pues las distribuidoras son esenciales para el despliegue de programación en un festival como el Eurocine. Estas son fuentes que otorgan renombre a un festival pues mientras mayor es su variedad, mayor es la calidad.
Los recursos
“Los presupuestos en cultura deberían reconocer el enorme trabajo que hacen los gestores”, dice Mariana. Cada vez que surgen estas iniciativas artísticas y culturales hay una movilización de capital humano que no es posible cuantificar. Eurocine recibió fondos económicos de las embajadas en efectivo que suman alrededor de 7 000 dólares. Recibió también 20 000 dólares con el premio de los fondos concursables del Consejo Nacional de Cine (CNCine), “pero el festival tiene un costo que se acerca a los 135 000 dólares, tomando en cuenta las películas participantes y los derechos que se han tenido que pagar por los distintos mecanismos, tanto de los ministerios de Relaciones Exteriores como de los distribuidores. También se valora nuestro trabajo de construcción de festivales durante todo el año. Al sumar está claro el desbalance, ya que de estos 135 000 dólares en fondos, se retiene cerca del 30%”.
Mariana conoce cómo funcionan los recursos en el área cultural, de ahí que crea firmemente en el poder de la cooperación internacional porque es de donde proviene una gran parte de la ayuda para el festival. Contar con este apoyo por parte de las embajadas es decisivo porque asegura el aprovisionamiento de la programación. “Los gestores seguiremos ofertando porque buscamos llenar los contenedores culturales, hay que llenar de contenidos estos espacios, hay que promover que lleguen más festivales’’.
La oferta de la gestión cultural es la que se construye y permanece. Hoy es un festival de cine, mañana se inaugurará otro de teatro y pasado mañana uno o dos de danza o de música. Mariana no ve tan compleja la oferta como la demanda. “Mientras la oferta (generarla, cocinarla, trabajarla y construirla) nos corresponde a los gestores culturales, al Estado le compete fomentar la demanda, la promoción de públicos, el acceso, la democratización de espacios de los que tanto se habla”.
Joseph Morder, Von Trier o Sebastián Cordero…
Si seguimos sumando elementos favorables con los que cuenta el Festival Eurocine en esta edición, no pasaremos por alto la presencia cautivante de Joseph Morder, cineasta francés que ha vuelto a Ecuador, país que lo acogió durante su niñez. “Joseph es uno de los seres humanos más buenos que hemos conocido –me dice Mariana, conmovida–, es un tipo que ha vivido su vida filmando, es un tipo que cuenta su vida todo el tiempo, por eso cuando una ve sus películas, le da ganas de agarrar una cámara y salir a filmar la vida”.
Joseph fue invitado a participar, no sólo por venir de Europa sino por el enorme cariño que ha demostrado sentir por Ecuador. En muchas de sus películas –que son cerca de 1 000– hay referencias a Ecuador y a su vida en el país andino. “La visita de Joseph fue muy motivadora, fue chévere porque es encontrarte con que la vida tiene sentido cuando la perpetúas en una película. ¡Qué bonito, ¿no?! Hace películas desde su teléfono celular, en 8mm, en 16mm, en 35mm, y en todas ellas vemos a un documentalista enorme. Ver su cine es como ponerse colirio en los ojos, refresca la visión de las cosas. Fue muy bonito ver sus películas y dialogar con él”. Mariana se emociona.
Después de tres años de ausencia del periódico del Ochoymedio, que circuló desde el 2002 hasta el 2012, el Eurocine lo revivió. Para Mariana, el hecho de que el público haya recibido con tanta nostalgia esta edición es conmovedor y motivante.
Ver una película belga en Francia debe ser como ver una película peruana en Ecuador o una venezolana en Colombia, porque “sufrimos los mismos problemas, como seguir dependiendo de los fondos estatales o seguir siendo cinematografías que tienen que aliarse para finalmente competir en el mercado global, puesto que, yo creo, es la única manera que tenemos de competir”. Lo que Mariana ve en el cine es la capacidad para mostrar otros mundos: la idiosincrasia, los pensamientos y las cuestiones culturales de los países, aunque la cuestión nacional no sea el motivo fundamental para gestar un encuentro de esta naturaleza. “A mí no me importa mucho la nacionalidad (de los/las cineastas), en realidad nunca me pongo a pensar en eso y a veces hasta me olvido. Este año decidimos que la imagen del Festival Eurocine sean los rostros de Europa, sus directores; en ese contexto, si hacemos un afiche similar con los rostros de directores ecuatorianos, ¿cuál es la diferencia? ¡ninguna! Europa es tan inmensa como América Latina y los apellidos son lo de menos, se puede llamar Morder como se puede llamar Mieles o Von Trier o Cordero”.
Para Mariana, la magia del cine no radica en los nombres ni en las nacionalidades sino en sentir que entrar a una sala a ver una película es lo mismo que estar en una biblioteca que contiene al mundo entero en tomos, donde lo verdaderamente enriquecedor es la libertad que siente el público de estar ahí en una tarde lluviosa de octubre.
Priscila Mancero Giler (Ecuador, 1983) compone diarios de viaje, autorretratos fotográficos y frases personales aplicadas a la vida cotidiana. Tiene fijación con el sentido estético de las cosas y una hija del año de la cabra.