La Barra Espaciadora
Cada 9 de agosto, desde 1944, Ecuador celebra el Día Nacional de la Cultura. Ese día, hace ya 73 años, y bajo el mandato de José María Velasco Ibarra, nació la Casa de la Cultura Ecuatoriana, por una iniciativa que varios intelectuales liderados por Benjamín Carrión impulsaron.
Esta entidad fue, durante décadas, la única referencia de la institucionalidad cultural. Sin embargo, ha sido acusada de anquilosarse progresivamente y de convertirse, con el paso de los años, en un gran centro de reuniones entre amigos o de alquiler de espacios para eventos sociales. También ha vivido etapas de gloria, episódicas pero memorables. Hasta que, con la llegada del gobierno de Rafael Correa y con la Constitución de Montecristi, de 2008, el país volvió la mirada a esta inmensa institución, desplegada por todo el territorio a través de sus núcleos provinciales.
Con la creación en ese mismo año del Ministerio de Cultura, se despertó la atención a la inminente posibilidad de cambios determinantes y anhelados. Pero, casi diez años después, el sector cultural en Ecuador mira hacia atrás y se reconoce abandonado. La institucionalidad ofrecida no existe o existe a medias. Los recursos siguen siendo insuficientes y, a pesar de que las actividades culturales representan más del 4 % del Producto Interno Bruto del país, no se puede hablar de políticas públicas consistentes ni de industrias culturales ni de condiciones adecuadas para aplicar una Ley Orgánica de Culturas que fue aprobada a última hora (diciembre del 2016), con un reglamento que se implementó horas antes de que Correa entregara el poder a su sucesor, Lenín Moreno Garcés.
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Solo haciendo y difundiendo la Cultura, seremos libres y potenciales seres humanos, edificaremos orgullo o vergüenza en la mente de nuestros hijos.