Por Sandra Araya / @Sanrrangelica
La verdad es que no corro a las librerías en busca de lo último en novedades. Mi lectura es aleatoria, depende del gusto del momento, una inspiración. Pero dentro de ese ‘sistema’ siempre hay sorpresas, tropiezos, esos encuentros que de pronto se convierten en piedras de toque o inicios maravillosos de una aventura lectora. Así que estos libros no tienen que ver con su año de publicación. Quizá uno, quizá dos. No más. Los otros son libros que se cruzan en el camino de un lector preciso en el momento exacto. Así que estas son mis recomendaciones de lectura, las que hice este año.
- El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
Debo admitir que nunca me acerqué a la literatura de este genio pues pensé que su temática siempre giraba alrededor de lo marítimo y los barcos, algo que nunca me importó mucho. Y bueno, el protagonista de este relato largo, novela corta, maravilla, pequeño frasco de veneno, es un marinero que se ve asignado en un viaje al centro de la nada, en busca de un personaje extraño, de figura casi mítica, Kurtz. Durante un viaje que no es sino una ida al infierno, a un mundo surreal y de horrores múltiples, el protagonista hace reflexiones sobre lo que significa que algunos pueblos, en un afán ‘civilizador’, penetren en la cultura de otros, arrasándola, poseyéndola como a una amante maltratada.
- La desfiguración Silva, Mónica Ojeda
Me lo habían recomendado hacía rato, pero no encontraba el libro. Si no fuera por una solícita amiga, no habría accedido a esta maravillosa novela que, vaya, no circula en el Ecuador (creo que eso se puede remediar en este primer semestre del nuevo año). Y es que una novela de este calibre merece ser leída. Fue premio ALBA 2014, pero más allá de los galardones, la historia de los Terán y sus intrigas engancha desde el primer momento. Sí, esta es una historia que parece un thriller, pero que también juega mucho con los conceptos de qué consideramos real y de cómo ese concepto, manido, se vuelve una pesadilla en el momento en que a alguien se le ocurre jugar con su entorno.
- 34 cuentos cortos y un gatopájaro, Evelio Rosero
De este autor colombiano solo pude oír cuando fui a Colombia. Y es maravilloso. Sus pequeños cuentos, pequeños poemas tristes en prosa, son de esos relatos que pueden ser leídos una y otra vez, buscando imágenes, historias dentro de la historia mayor, destellos de lenguaje que dejan al lector durante días con un regusto ambiguo en la boca, la sensación de que en la más profunda tristeza también habita la belleza.
- Los adioses, Juan Carlos Onetti
No sé si será realmente la obra maestra de Onetti, como dicen algunos críticos, pero sí sé que puede ser considerada ‘la’ obra, en muchos sentidos. La habilidad del maestro Onetti para manejar el lenguaje impresiona, cuarenta años después de publicada esta novela. ¿Tres párrafos en los que el narrador dice que no mirará a una mujer y, sin embargo, encontramos una maravillosa descripción de esta? Y el final no sortea la sorpresa del lector. En pocas páginas, el narrador ha llevado del autor por un camino de suposiciones, imaginaciones, murmullos, secretos y más, para terminar en un chasco dulce y triste.
- Los estratos, Juan Cárdenas
Siempre es problemático recomendar nuevos autores, pero con este, yo no dudo. Esta obra es experimental, sí, pero su manejo del lenguaje, de la tensión, de la introspección del personaje, quien solo busca a su nana para completar una serie de recuerdos borrosos, es admirable, sobre todo porque detrás de cada imagen, de cada giro de la historia, hay algo más, una crítica y un análisis de la situación de las clases sociales en Colombia.
- La escritura de lo obsceno, Juan Carlos Arteaga
Este libro de tres ensayos había sido ya publicado en la Campaña de Lectura Eugenio Espejo, pero hoy está disponible gracias a una reedición de La Caracola. Estos ensayos sobre literatura, cine, estética, son textos que, sin caer en academicismos y otros elementos que buscan complejidad antes que nitidez en el texto, otorgan nuevas perspectivas al lector sobre películas y libros. Una manera refrescante de resucitar el género del ensayo en nuestro país.
- Una latina en Alemania, Margarita Borja
Los artículos de Margarita siempre han sido cuidados, emotivos, divertidos. En esta compilación, la autora hizo una revisión general de su trabajo, modificaciones, extensiones y ediciones que hacen de esta una lectura gratísima, de un tirón, para aquellos que gustan de la crónica.
- Ubicación geográfica de los sucesos, Andrea Torres Armas
No soy una buena lectora de poesía, es cierto, peor algunas veces, pocas, en realidad, por una cuestión de cercanía y curiosidad, te encuentras con lecturas que valen la pena, más allá de la amistad. Este es un poemario sincero, sencillo, y que, sin embargo, oculta en ciertos versos la complejidad de ubicarse en un momento y sitios determinados, en acceder a la palabra precisa para determinar en qué ciudad te encuentras, en qué estado, en qué tiempo, quizá, porque que un cuerpo y un suceso coincidan es un milagro, científico, espiritual. Tal como lo es este libro.
- Cuentos reunidos, William Faulkner
Decir que William Faulkner es un maestro no es un cliché, es una verdad más allá de cualquier canon o apreciación. En esta compilación de cuentos (de las mejores compras que he hecho en mi vida), hay cuentos del maestro ordenados cronológicamente, y cuyas temáticas, la guerra, la soledad —absoluta— no son sino pretextos para exhibir un dominio del lenguaje más allá de las lenguas, algo que tiene que ver con el nivel de representación del mundo, del hombre, en toda su complejidad.
- Salón de belleza, Mario Bellatin
La obra de Mario la había leído ya, poca, y me faltaba esta, que tanto me habían recomendado. Luego de la horrible polémica desatada por la falta de seriedad de los editores del autor en México, pues esta obra como que resurgió y me hice con un ejemplar antiguo. Y no podía pasarme mejor cosa. Porque esta obra es exquisita, llena de imágenes crueles y bellas a la vez, de un hilo que no cuenta un historia solamente, sino que se deshilacha en pequeñas tragedias, confesiones, el paso del tiempo, inclemente, bordeando el dolor, el olor de la enfermedad.
- Del boxeo, Joyce Carol Oates
Es un libro antiguo, difícil de conseguir, pero no imposible. Y es un excelente texto, un ensayo fresco, complejo y simple a la vez, sobre lo que es el boxeo, desde el punto de vista de una aficionada que se hizo fanática desde que su padre la llevaba a la peleas. Joyce Carol Oates enfrenta al boxeo a varias paradojas, la violencia, la pasión, el negocio, el honor, el amor. Es un libro que da gusto leer.
- Vida del ahorcado, Pablo Palacio
Redescubrir a un autor siempre es gratificante, mirar su obra desde otra perspectiva. A Pablo Palacio lo he leído durante años, pero en algún momento durante este 2015, su Vida del ahorcado me pareció determinante, sorpresiva, de nuevo, que mueve el piso a lectores de cualquier época y edad. Experimental, sin embargo, es la narración de una pesadilla, del mal sueño de un muerto, un mal sueño que no puede sino denominarse vida, y que indaga en un existencialismo brutal, en una tristeza y sí, en una resignación frente a lo que ya está dicho y vivido.
Sandra Angélica Araya es la ganadora del Primer Premio de Novela Breve La Linares 2015 y es la coeditora del libro compilatorio de los primeros dos años de La Barra Espaciadora. Es también autora de la novela Orange y, además, colabora con esta revista digital desde 2014.
Celebro «Ubicaciòn geogràfica de los sucesos».
suscitadores los comentarios sobre libros cuya lectura recomienda una valiosa y joven cultora de las letras: Sandra Araya.