Por Gaby Ruiz / @GabyRuizMx
El objetivo es performar a Humboldt (1769-1859) utilizando video, fotografías, grabados, cartas, mapas y diarios en distintos formatos de audio y video para reproducir la experiencia del viajero, y plantar un espejo simultáneo frente al artista, el espectador y el personaje. La colección de artilugios y litografías de paisajes y plantas se imponen como el telón que traslada el viaje de Humboldt a la sala de museo, y regresa con la imagen de Kueva en un video que se proyecta ahí mismo.
Este viaje bien podría empezar en África, las orillas del río Magdalena o Quito. Un siglo antes o ahora, mientras el horizonte y el agua se abren paso hacia el mar. No luce como un explorador, no es exactamente un hombre fornido, sin embargo, su mirada descubre los paisajes andinos desde el nuevo continente para los europeos del siglo XVIII. Hablo de Kueva haciendo a Humboldt y Humboldt haciendo a Kueva.
“El proyecto se inició en video –aclara el artista–. La técnica que tengo no es la de una investigación formal. Pervierto las frases, cambio la puntuación, altero todo el discurso de Humboldt. Es el viaje al revés. Me he tomado todas las libertades para manipular las cartas, los textos, como yo he querido y he necesitado, porque esa escritura ya es fragmentada de origen.”
“Nosotros”, los viajeros
Su primer trabajo sobre viajeros se publicó en 2005, acerca de las diez expediciones que realizó el geólogo suizo Karl Theodor Goldschmid (1896-1982), De los Andes a la Amazonía del Ecuador, entre 1939 y 1946. También ha colaborado en otras investigaciones histórico-biográficas que demandaron una profunda revisión documental, pero además, ir hasta los lugares que evocan los diarios de autor.
“La escritura de viaje es un modo de pensar –explica Fabiano–, es una manera de interpretar la realidad… Los viajeros siempre escriben en plural. La escritura de viaje es extremadamente autoral. El viajero es el centro de la experiencia. El viajero es el centro del texto.”
La llamada escritura ambulatoria genera una categorización que se hace in situ y, por lo tanto, es lenta. Le toma tiempo al cuerpo saber cómo el viaje debe escribirse. La escritura de viaje depende no solo de la observación sino de la interacción con las personas, otros viajeros, científicos que en el caso de Humboldt, van apareciendo en el transcurso del relato como un “nosotros” que hace referencia a sí mismo. La escritura de Humboldt muestra la influencia del discurso científico y el literario marcado por su amistad con los escritores Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich Schiller.
La idea de volver al viajero un héroe científico le parece a Fabiano Kueva una construcción épica donde ese viajero es un ser sacrificado, a quien –nosotros, los que no somos viajeros– adeudamos el conocimiento. Charles Darwin, Charles Marie de La Condamine, otros viajeros científicos y extranjeros, son vistos de manera tan positiva especialmente por los gobiernos.
La escritura de Humboldt muestra la influencia del discurso científico y el literario marcado por su amistad con los escritores Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich Schiller
Para Kueva, los motivos de viaje cuestionan la visión: “Los viajeros representan unos intereses y son parte de un proyecto global (…) Realmente lo que vienen a hacer los viajeros científicos es a levantar el inventario de materias primas en América. (…) La apuesta de todos los científicos se resume en una frase que parece dicha por cualquier gobierno actual: “hacer un uso racional de los recursos naturales”.
La matriz sigue siendo la misma: La naturaleza es una fuente de riqueza, y la riqueza es igual al progreso. La ciencia es igual al progreso. Entonces, es una cadena sin fin. Es un paradigma moderno del progreso que seguimos arrastrando como lastre y que creo que en el tema del territorio resulta problemático. Siempre es una lógica del aparente beneficio del Estado en detrimento de comunidades que han estado en esos territorios. Esa lógica es una herencia colonial, se refuerza, se articula y le da a las élites criollas y americanas, el argumento de la ciencia, el progreso, el avance y la educación, que realmente conducen a nuestros Estados hasta el presente”.
La matriz sigue siendo la misma: La naturaleza es una fuente de riqueza, y la riqueza es igual al progreso. La ciencia es igual al progreso. Entonces es una cadena sin fin.
Los mapas levantados por el equipo de Humboldt se utilizaron más tarde por Estados Unidos en la guerra contra México (1846-1848), así como para organizar las operaciones extractivistas de recursos naturales, primero en las colonias y después, en los países recién independizados que muestran la configuración territorial de los centros-periferias.
El equipaje científico y el despojo
A Humboldt, la expedición científica le significó –de 1799 a 1804– fortuna personal y el empleo de al menos 200 aparatos de medición. En compañía del biólogo francés Aimé Bonpland, y en parte por el ecuatoriano Carlos de Montúfar, recorrió los territorios de los actuales estados de Venezuela, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú, México, Cuba y Estados Unidos. El itinerario de viaje tomó más o menos un año de estadía a la expedición en cada país.
En todos los casos, se levantó información sobre plantas, animales y volcanes con la ayuda de científicos locales y sus propios archivos. ¿Inventariando la creación? La expedición regresó a Europa con 42 cajas que contenían dos mil plantas y varios animales disecados. Los instrumentos de medición se vendieron en Estados Unidos, tras el encuentro entre Humboldt y el presidente Thomas Jefferson.
Reconocido por utilizar diversos lenguajes y formatos para problematizar la mirada y la escucha, Kueva desarchiva/deconstruye el archivo de Humboldt, cuya conformación la empezó en 2010. Instaló en la sala de museo un gabinete con la colección ‘ficcionada’ de objetos atribuidos al explorador: panorámicas paisajistas, cartas de caligrafía romántica, plantas de toda clase, una taza de exquisita decoración. El artista cuestiona: ¿por qué a estos documentos les atribuimos una fidelidad, una veracidad, un valor histórico cuando son creaciones absolutamente subjetivas?
“Son 60.000 objetos procedentes de América, actualmente catalogados, expuestos o resguardados en las reservas de museos, bibliotecas, jardines botánicos y archivos europeos bajo la categoría de “incunables”, es decir, imposibles de valorar.”
Las colecciones y los archivos adquieren un valor altamente monetarizado a pesar de que su legitimidad se encuentra en entredicho, “debido a sus mecanismos de conformación basados en el despojo, la especulación económica y el control ideológico de los sentidos del pasado y el presente”. Así se refiere el autor al archivo como dispositivo histórico fetichizado.
“La mirada de Humboldt es una mirada fascinada que intenta tomarlo todo ya sea por la vía del hallazgo, el huaqueo, la compra…” Desde esta mirada imperial se inventa América con grabados y objetos exóticos que Humboldt envía a los museos de las capitales de Europa. Se genera entonces esta idea de Museo del Hombre para hablar de esta humanidad universal y que “estos son los lugares legítimos que deben poseer la totalidad del conocimiento.”
Desde esta mirada imperial se inventa América con grabados y objetos exóticos que Humboldt envía a los museos de las capitales de Europa.
Este aparataje científico se inscribe en las redes internacionales de conocimiento y configuran una cartografía simbólica del viaje que marca, hoy por hoy, el paisajismo sobre el que se sustenta el nacionalismo, el regionalismo como también las formas de viajar, de explorar, de conocer el mundo, reproducidas simbólicamente por el Estado, la industria del turismo o el periodismo de viajes.
La huella
Hay quienes todavía hoy viajan tras los pasos de Humboldt para revivir la proeza. Pero esa no es la forma de viajar de Fabiano Kueva. Si bien el artista-investigador vuelve a los lugares, tiene claro que Humdoldt busca un pasado imposible porque quiere equiparar los estadíos de desarrollo civilizatorio entre el imperio inca, el imperio romano o el greco-romano. Esto es evidente en su libro Vista de la Cordillera y monumentos de los pueblos indígenas de América.
Nos cuenta que tras sus viajes, considera que la huella de Humboldt está más presente en la cotidianidad y las instituciones de Colombia que en Ecuador, donde la huella es casi nula. Esto, a pesar de que la estancia de Humboldt en Ecuador fue intensa, y de que escaló los volcanes Chimborazo y Cotopaxi, experiencias que le permitieron desarrollar categorías clave como la geografía de las plantas. En Ecuador, el viaje de Charles Darwin a las islas Galápagos, en 1835, se recuerda con mayor fuerza.
Sin duda, estos son los dos viajes científicos de mayor repercusión en los imaginarios de América, por encima de otros viajes como el de la Misión Geodésica Francesa al Ecuador (1735). Humboldt no formuló una ley, como Issac Newton, o una teoría de la Evolución, como Charles Darwin, sin embargo, goza de lo que Kueva llama “presencia global y huella local”. De alguna manera, es “la última gran figura de la visión universalista del conocimiento”. Fue geólogo, astrónomo, biólogo, geógrafo, todo lo que quiso frente a la ausencia de una división entre disciplinas en su contexto histórico. Humboldt llegó a ser considerado el segundo “descubridor” de América y su cumpleaños número 100 se celebró globalmente.
Antes de que el viaje americano se terminara, ya se habían publicado avances en periódicos europeos, con cartas, grabados y pósters que promocionaban las aventuras. Esto convirtió a Humboldt en una figura mediática bajo un eficiente plan editorial de publicaciones en francés, castellano, y latín, cosa que contribuyó a la validación científica de los mismos. La narración completa de su periplo en América se reúne en 30 volúmenes escritos en un periodo de 35 años (1805 y 1834). Su trabajo recibió críticas y objeciones, pues, por mucho tiempo, sus descubrimientos generaron mitos sobre la vida en el nuevo continente.
Fabiano Kueva ha participado en foros internacionales con el proyecto Humboldt. Se da cuenta que hoy en día, hay una nueva corriente que reivindica su pensamiento y prácticas “ad infinitum”, ya sea como precursor de la ecología y la interdisciplinariedad, por ejemplo, en el Círculo de Potsdam, o por quienes se autodenominan Humboldtians. Al respecto, Kueva es crítico: “Estas posturas que reciclan el pensamiento de Humboldt plantean una paradoja: ser todo, explicar todo y ser todo. Hay como una cadena que se repite. Ese tipo de pensamiento que nace en la Ilustración, en ese momento de La Modernidad, es exactamente igual al aparataje actual (postmoderno) que se declara trans-inter-disciplinar. Me parece que hay un grado cero del conocimiento y esto es insistir en que el experto es el centro del conocimiento.”
El Archivo Humboldt tiene la capacidad de pensar la experiencia de otros viajeros: Alcide D´Orbigny en Bolivia (1802-1857), Claude Gay (1800-1873) en Chile, por citar algunos ejemplos, que interesan a Fabiano: “La figura del experto actual es la figura del explorador del siglo XIX.”
¿Cómo alterar el signo colonial que ha dejado la huella de Humboldt, más o menos presente en los rincones de América? Observo las imágenes de Fabiano Kueva en Mompox, la llanura del Tapi, las faldas del Chimborazo o en la Casa del Inca, en Cañar, vestido con ropas que añoran los grabados del archivo. “Humboldt soy yo”, dice. Sin pretensiones de convertirse en el descubridor. Al contrario, nos exhorta a desandar caminos y ser autores de desplazamientos propios.
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