Por Sebastián Salvador / @SebasSalvadorV
Para obtener un gran plato es indispensable combinar sabores que se complementen, que se entiendan entre sí, que se potencien. Los Swing Original Monks buscan exactamente eso a la hora de hacer música. Cada uno pone su ingrediente: un poco de sal, pimienta, azúcar… Fiesta popular no es el primer videoclip de la banda, pero resume bastante bien la fortaleza conceptual que quieren entregar a su público.
“Nosotros no hacemos fusión, al menos no de la que se estila. Nos gusta experimentar con diferentes géneros”, me dice, sin embargo, el Alvarín (Álvaro Obadía, guitarrista).
Ellos creen en sus gustos, en interpretar lo que cada uno quiera, en registrar el material y soltarlo al mundo. Sienten que sus shows son provocativos y que convocan siempre a la fiesta. Y así es.
Es sabido que esto de hacer arte en el Ecuador es bastante peludo. Por eso, el camino que uno inventa puede contar con varios chaquiñanes. Los S.O.M. han hecho alianza con creativos, plásticos, decoradores y vestuaristas que han aportado sus ideas para integrar talentos y germinar un producto contundente, un trabajo que se multiplique en la escena de la región.
Los Monks empezaron desde abajo, como empezamos todos. Con el tiempo sintieron la necesidad de formalizar su trabajo, de convertirlo en algo único que no se limite a divertir sino que se extienda con fuerza, como la verdad de los monjes.
S.O.M. saben que existen debilidades dentro de este espectro intangible y sagrado que es la música en Ecuador. Saben que en la unidad estarán las transformaciones. Saben que hoy suenan en varios sitios y que el aprecio de sus seguidores es un motor importante, pero son también conscientes de que una de las marcas de la banda es el cuestionamiento. ¿Cuál es la realidad de la naturaleza, y, sobre todo, cuál es la naturaleza humana? Swing Original Monks es una banda que ha sabido proyectarse con esa estética contestataria, sí, pero con una voz entretenida, también.
¿Ya los viste en vivo? ¡¡¡Y qué esperas, carajo!!!