Por: Eduarda Dávalos / @EduardaDavalos
Es innegable que el arte y la cultura fueron un soporte emocional para la gente durante buena parte de la pandemia por Covid-19. Sin embargo, esto no ha significado un repunte para la industria creativa en los países de Iberoamérica, entre otras cosas, porque los consumos que se han disparado son los de contenidos extranjeros. Esta es una de las conclusiones de la Evaluación del impacto de la pandemia en las industrias culturales y creativas, una iniciativa conjunta de Mercosur, Unesco, BID, Segib y OEI que expone los estragos socioeconómicos del último año en once países de la región, así como las estrategias en relación a políticas públicas que sirvieron como soporte ante este tiempo de crisis. Aquí se analizan también las necesidades urgentes en términos de analfabetismo digital y renovación de políticas públicas enfocadas en el Arte y la Cultura.
Se ha generado una gran expectativa frente a los resultados de la evaluación cooperativa entre organismos internacionales y de gobierno presentada por el investigador y consultor de proyectos culturales de la OEI-Argentina Matías Triguboff. Esto se desarrolla en el marco del Primer Encuentro de Políticas y Economía de la Cultura, realizado por el Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes (ILIA), la Universidad de las Artes y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), que presenta una agenda de actividades desde el lunes 21 hasta el viernes 25 de junio a través de las plataformas digitales de la entidad.
Dentro de este proyecto transversal, se analizaron 218 políticas públicas direccionadas al arte y cultura que han sido implementadas en tiempos de pandemia en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay. A octubre del 2020, la mayoría de estos países presentaron un crecimiento de sus políticas públicas enfocadas en el apoyo de las industrias creativas y culturales. Los que más las reforzaron fueron Brasil, en un 163 %; seguido de Argentina, en un 41 %. A diferencia de México, que presentó un crecimiento de tan solo el 3 %, o el particular caso de Ecuador, que fue el único país en la región con una reducción en el apoyo a sus políticas públicas con un -3 %.
La mitad de las políticas en Ecuador fueron de apoyo directo no rembolsables: becas, concursos, premios y asistencia inmediata ante el desempleo y la suspensión casi total a las actividades artísticas en los espacios públicos.
A pesar de estos incentivos, Sara Jaramillo (directora de OEI en Ecuador) se refiere a la crisis de las industrias culturales y creativas como “una catástrofe federacional en todo sentido”. Y es que, según Jaramillo, la significativa crisis económica del campo cultural y artístico ha revelado la ineficiencia de las políticas públicas y los desafíos estructurales que tiene Iberoamérica desde mucho antes del inicio de la pandemia. Ante el mínimo equipamiento cultural y la falta de infraestructura digital, las actividades relacionadas con el patrimonio cultural, por ejemplo, fueron las más afectadas en la región. En el caso de Ecuador, las actividades de formación artística fueron las más trastocadas durante la pandemia, con una reducción del 79 %, la tasa más alta a nivel latinoamericano. “Resulta urgente entonces plantear el debate no solo en ideas sobre la cultura sino en propuestas concretas”, dice Jaramillo y cuestiona “¿qué va a suceder ante la convergencia entre digital, cambios en el consumo, interacción y la participación cultural de las sociedades?”.
El “analfabetismo digital” la gran amenaza de la región
Considerar a los mercados digitales profundamente desiguales a nivel regional es uno de los desafíos en la recuperación de las industrias culturales y creativas. “Hay que hacer un énfasis en las personas mayores que no pueden adaptarse a la digitalización apresurada y a todos los que no tienen acceso a una conectividad. Existe la necesidad de contar con estrategias que apoyen las nuevas dinámicas de consumo artístico y avanzar a una nueva legislación de territorio virtual”, indica Martín Triguboff al plantear las principales propuestas para la reactivación de las industrias culturales y creativas tras más de un año de restricciones y sus estragos en la crisis del Covid-19. Estas propuestas toman en cuenta acciones interrelacionadas entre el ámbito público, empresarial y el tercer sector. Muchas de ellas apuntan a una democratización de la cultura en vista de las desigualdades contextuales en términos de acceso a los procesos creativos y al arte en un futuro cada vez más tecnológico.
Frente a este panorama, Fernando Vicario (consultor de políticas culturales) expone que “la brecha digital ha sido el pecado mortal en América Latina durante estos tiempos de silencio cultural en los espacios públicos ¿Qué ha pasado con el consumo cultural? La gente ha aumentado su consumo cotidiano de cultura, el problema es que ha dejado de consumir cultura latinoamericana y se ha trasladado a plataformas foráneas a falta de plataformas digitales propias. En efecto, las plataformas de consumo cultural internacionales tuvieron un incremento millonario de suscripciones a raíz del confinamiento mundial, a diferencia de las pocas plataformas de cine latinoamericanas como Retina Latina o Teatrix”, explica Vicario. Uno de los conflictos, según sostiene, es la ausencia de “legislaciones culturales para el consumo cultural de los jóvenes del siglo XXI”. Esto se puede leer también como la incapacidad regional de sumarse al crecimiento del mercado digital. En medio de un contexto desigual, las industrias culturales y creativas no están ni han sido bien estimuladas desde los actores políticos y los ministerios de cultura y patrimonio. La pandemia aceleró un proceso de deterioro en el campo cultural latinoamericano que ya estaba en marcha. Y ahora se requiere una transformar las políticas públicas para que sean coherentes con los desafíos del siglo XXI.
Educación y cultura: necesidades en la reconstrucción del tejido social
“No podemos pensar en la educación sin cultura y en la cultura sin educación”, afirma William Herrera, rector de la Universidad de las Artes. La educación viene a ser uno de los campos esenciales, no solo para la recuperación de las industrias culturales sino que para toda una regeneración social en América Latina. “Es importantísimo pensar el rol de las artes y cultura en un proceso de reconstrucción social: el descontento y las manifestaciones de 2019 en toda América Latina ya nos daban cuenta de un tejido social profundamente desigual que la pandemia ha agudizado. La cultura tiene la capacidad de fortalecer los procesos de resiliencia, casi de sanación emocional colectiva, reactivar la educación y tejer la sociedad”, indica Sara Jaramillo, directora de la OEI- Ecuador.
El arte y la cultura deben ser parte del retorno a las aulas en todos los procesos de aprendizaje. Priorizar los proyectos interdisciplinarios ante la nueva realidad de la educación virtual y presencial donde el arte es el vínculo por excelencia entre las diferentes materias. Resulta urgente repensar desde la educación en arte y cultura. Empezar a promover el consumo cultural y la producción artística, y hasta las formas de interactuar con los estudiantes: “Si no se fomenta la creatividad, estamos creando obra de mano barata, sin capacidad de innovar. Los gestores culturales tienen que empezar a dialogar con los que hacen las políticas educativas y encargadas de manejar esta transformación social pospandemia”, explica Vicario.
Es así como el debate sobre el rol de la cultura y el arte está más presente que nunca en las sociedades latinoamericanas. Las industrias creativas y culturales se enfrentan a un rápido proceso de digitalización y la brecha digital pasa a ser una de las prioridades sociales más importantes para enfrentar la pospandemia. En este escenario, la cultura y su vínculo con la educación son los caminos más seguros para adaptarse a las trasformaciones y regenerar un tejido social más equitativo.
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