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Las manos de Oleg

Hablar de música es hablar de Oleg Nikolaevitch Karavaichuk. Pero no como hablaríamos habitualmente. Oleg es la música y su negación. Uno de los más potentes documentales escogidos para ser parte del festival Encuentros del Otro Cine en su decimosexta edición, es Oleg y las raras artes. Marco Pareja nos acerca a este filme..

Fotograma de Oleg y las artes raras.

Por Marco Pareja

En la portada de la programación de los EDOC 16 aparece Oleg, el fotograma muestra el momento justo cuando él tiene su brazo levantado antes de asestar un golpe preciso a las teclas del piano. Cabe decir que no es cualquier piano, es con el único que Oleg hace sus presentaciones y el que le brinda nuevas experiencias cada vez. Es de oro, perteneció al Zar Nicolás II de Rusia y se encuentra en el Museo del Hermitage.

Oleg y las Raras Artes, documental de Andrés Duque, es un corto viaje a través de las ideas y la música de Oleg Nikolaevitch Karavaichuk, músico ruso de 88 años cuyas poderosas manos crean hipnotizantes melodías, alejadas de la música clásica a la que él detesta y que espera algún día ver desaparecer. En su jardín, a plena luz de la mañana, con el sol bañando la maleza que ha crecido desordenadamente, Oleg mueve sus manos como dirigiendo una orquesta, pero el gesto es de mofa, es una burla. Para Oleg esa es una acción débil, un gesto ridículo. En contraste, cuando él se encuentra frente al piano, el frenético movimiento de sus manos y brazos resalta aún más la fragilidad de su delgado cuerpo. Esas manos son personajes, su velocidad y su movimiento es lo que le da vida a Oleg y simboliza su razón de vivir.

Contado en muy pocos planos, esta obra precisa resaltar los monólogos del protagonista, pero su mente está muy lejos o quizá muy por encima de otras mentes “más comunes” o “normales”. Su verbo es un constante divagar, pasa de un tema a otro espontáneamente, al parecer no hay conexión en lo que está diciendo. Sin embargo, el momento más claro y especial es hacia el final del documental, cuando inteligentemente el realizador salta el eje con su cámara y vemos por primera vez a Oleg tocando, desde el otro lado del piano, por primera vez él está mirando hacia la izquierda del cuadro. Estamos muy cerca de su rostro y de sus manos, ante una “Charla Magistral” sobre la consonancia y la disonancia en la música, donde en un punto la mucosa interna (a la que yo interpreto como flema), la piel y la tela de la ropa cobran un protagonismo surrealista, por momentos fue como escuchar a Dalí presentando alguna de sus obras.

De Oleg no conoceremos nada, aquí no importa la estructura, ni cuándo nació, ni sus inicios, ni nada de eso. Lo único que importa es el presente, un presente de 88 años que atesora una actualidad y una contemporaneidad sonora envidiables. Sin duda este documental es más que singular pero no podría ser de otra manera, el personaje lo es mucho más.

Por una gran puerta, al inicio de la proyección entra Oleg. Estamos en el Museo del Hermitage. Es un plano de gran profundidad. Su delgado cuerpo se acerca de a poco a la cámara, se detiene y su débil voz comienza a narrar la estrecha relación que él guarda con aquel museo y las obras que este atesora, con la música y con el arte. Así empieza este viaje que parece infinito y que en realidad no tiene ningún final.

Todo termina con un ¡Basta!


FICHA TÉCNICA

Nombre: Oleg y las raras artes.

Año: 2016

Director: Andrés Duque

País: España