Por Verónica Vacas
Algunos lo llaman placer estético; otros, la gran belleza; otros, inspiración, y algunos más, “sentimiento místico”. Es extraño tratar de conceptualizarlo, explicarlo o ponerlo en palabras, porque se trata justamente de lo contrario. Se trata de una sensación, de una certeza de que lo que estamos contemplando es bello, y esto nos impresiona y nos conmueve. Mientras menos intelecto y academia haya, mejor.
La editorial Comoyoko ha publicado un poemario escrito por Carlos Vallejo e ilustrado por Santiago González, que provoca placer estético. Se titula Ritual de moscas.
Al pensar sobre el placer estético, de primera uno creería que proviene de obras o de momentos agradables: una escultura griega, un paisaje, un cuadro de colores cálidos, una puesta de sol. Pero no siempre es así. La gran belleza se puede encontrar en sitios inesperados. Este es el caso de Ritual de moscas, un libro de blancos, negros y plateados. De papeles gruesos y tintas de olores fuertes. De moscas, elefantes, amor y muerte.
La voz poética anhela lo sublime e intuye que esto se encuentra al otro lado de la muerte. Aparecen las moscas, pero no estorban, no desagradan, espantarlas es un error. Porque la mosca puede fungir de Caronte, “te ayudará con ese peso que no te deja subir al cielo”. Te ayudará con sus besos, su lengua y sus patitas. Morirán los ancianos, las olas, el árbol y los peces, cuando lo dicte el destino. Hasta entonces, la mosca ronda y espera. Se recomienda “saber morir y saber amar”.
Así como las moscas acompañan al moribundo (“la vida esconde el cáliz de la muerte”), las ilustraciones acompañan a los poemas. Armonía total. Cada página es una composición acertada de un poema, una imagen poética, una ilustración y una sensación. El final nos depara una sorpresa. Y las sorpresas pueden tener colores inesperados.
Este libro de Comoyoko, hecho con la técnica de la serigrafía, es un libro-objeto en el que cada elemento y cada detalle tienen una intención artística, una pieza de arte.