Por Anaís Madrid / @anaistamara
Junior (Samuel Lange) tiene 9 años, vive con su madre, Marta (Samantha Castillo), y su hermanito de un año en un barrio popular de Caracas. Pronto regresará a la escuela y necesita sacarse una foto para el álbum escolar. Su abuela lo ha convencido de vestirse y actuar como un cantante para este retrato. Debe aprenderse la canción Limón Limonero, de Henry Stephen. El problema es que tiene el “pelo malo” y debe alisárselo.
Pelo malo es una expresión usada en el Caribe para describir el pelo de la raza negra. La directora del filme, Mariana Rondón, dice que “el origen del término es muy ofensivo. Es muy racista. Pero también es cierto que en Latinoamérica, estamos tan mezclados, que en cada familia hay alguien con pelo malo”. En las venezolanas, puertorriqueñas, dominicanas, mujeres caribeñas, hay una fijación especial por alisarse el cabello y cumplir con un código de belleza. De esto se trata Pelo Malo (2013), la búsqueda de las identidades, saber quiénes somos y cómo nos vemos.
La fotógrafa brasileña Angélica Dass escribe: Todos los días intento deshacer lo que me contaron que debería ser, forzar la maraña de una identidad que aprendí a construir, trato de organizar los mechones de los que me inculcaron… y acepto ser quien soy. Su proyecto DESENREDO se refiere a esa lucha que tenemos contra una parte de nosotros mismos por algo que el resto quiere ver.
En la historia, Junior odia su cabello y cuando empieza a buscar las maneras de alisarlo genera un conflicto con su madre. Ella es una vigilante desempleada, algo masculina pero sensual; sospecha de la homosexualidad de su hijo, quien se encierra en el baño para peinarse, se moja el cabello y se pone aguacate, y para colmo, canta en el bus. Marta cree que el doctor le podrá quitar lo afeminado, pero este le recomienda que pase más tiempo con el niño y que busque una figura masculina para demostrarle que el amor heterosexual es posible.
La incomodidad del departamento, la agitación de Caracas (la bulla, el desorden, el calor) las noticias en la televisión sobre los que se están rapando el cabello en solidaridad con Chávez, las dificultades económicas del país, la inseguridad y la violencia envuelven este conflicto entre madre e hijo. Pero hay tres historias más: la abuela paterna de Junior, su amiga del barrio y los hombres de Marta.
La complicidad de Junior y su abuela Carmen (Nelly Ramos) es tan fuerte que ella quiere quedarse con él. Marta se siente tentada a venderlo pero también sabe que ella es quien le ha metido en la cabeza esas ideas de peinarse, cantar y bailar. Carmen adora a Henry Sthepen, cantante venezolano de rock n roll, y le enseña a Junior la canción Limón Limonero y hace que se pruebe una chaqueta con vuelos, semejante a la del artista. La amiga de Junior (María Emilia Sulbarán) es una niña gorda y blanca, y –como buena venezolana– quiere ser Miss Universo. Para la fotografía escolar piensa posar como reina de belleza y necesita estar bronceada. Para ambos la vida de sus vecinos es un tablero de juego. Salen al balcón y miran el mosaico de la parroquia 23 de Enero, en el que buscan formas, objetos, como “ropa mojada”, “baño chiquito”, “casa de palomas”, “mujer que habla sola”. Y otra historia, poco resuelta, es aquella sobre las relaciones esporádicas de Marta, ideales para atender las necesidades de una viuda de 30 años. Uno de sus amantes es su jefe (Beto Benites), quien le ofrece devolverle su trabajo. Recordando lo que le aconsejó el médico, Marta no tiene reparo en tener relaciones delante de su hijo.
La historia central de Pelo malo es pequeña, sencilla, parece fácil de contar. La directora asegura que este trabajo ha sido visto desde espacios muy personales, lo que indica la universalidad del tema de la película: nacer con el pelo malo y luchar contra él todos los días, frente al espejo del baño, por algo que quieren ver los demás.
Algo tan cotidiano, propio, como peinar el cabello (alisarlo o desenredarlo) resulta tan universal porque habla de la aceptación, de los prejuicios, del racismo, de lo que nos enseñan bajo los títulos “bueno” y “malo” (o “pelo malo y “pelo bueno”). El filme venezolano se apropia de la aceptación en distintos niveles: el niño que quiere parecer cantante, la madre que rechaza a su hijo “afeminado” y la niña que sigue un estereotipo de belleza. Rondón ha contado esos “problemas” que no son personales pero lo terminan siendo, que muchas veces duelen y nos persiguen, sin olvidar situarlos en un contexto sociopolítico complejo que incomoda al espectador.
https://www.youtube.com/watch?v=px3uQcKka3M