Por Mauricio Zuleta
El escritor peruano Ricardo Sumalavia es la más reciente incorporación al catálogo de la editorial Cactus Pink, y presenta Enciclopedia mínima (2019), en Ecuador.
Lejos de lo que cabe imaginar de un profesor que además es director del Centro de Estudios Orientales en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Ricardo Sumalavia es un escritor que atiende inmediatamente y de la manera más cálida posible la solicitud de un entrevistador anónimo. Bastó con una primera aproximación por WhatsApp para que Ricardo (quien vive en Lima) accediera a responder una serie de preguntas enfocadas en sus preferencias literarias, el modo en que vive el oficio y su reciente experiencia editorial en Ecuador.
¿Qué te gusta leer?
Soy un lector que va de un género a otro, y de una época a otra. Me da ciertos arranques por periodos. Recuerdo con placer periodos en los que solo leía poesía de la generación del 27 español. Esto me pasó mientras era profesor en Corea del Sur. Fíjate qué manía ponerse a leer a Aleixandre, Salinas, Guillén, Alberti y otros en tan exótico país. Lo mismo me pasó cuando leía como un poseso los ensayos latinoamericanos del siglo XX. En otra época se me dio por leer diarios y correspondencias de escritores. La narrativa la leo, claro; pero como puedes ver mis nutrientes literarios entran por diferentes formas de escritura.
¿A qué libros acudes frecuentemente?
Visito mucho la poesía de Jorge Eduardo Eielson, Roberto Juarroz, José Watanabe, sobre todo los haikus de Matsuo Basho.
¿Qué estás leyendo?
Ahora leo mucha narrativa coreana. Estoy dando un curso acerca de la literatura de este país y, en la medida de lo posible, trato de estar al día. Les recomiendo leer la novela La vegetariana, de Han Kang. Extraordinaria escritora.
¿Por qué escribir?
Escribo para llegar al silencio. Sé que suena contradictorio, pero no lo es tanto. Requerimos del silencio para escucharnos mejor. Soy consciente de que no voy a llegar a esa meta, pero es mi estrategia para escucharme o al menos intuir lo que quiero decir. También estoy parafraseando los versos del poeta peruano Martín Adán: “Poesía no dice nada. Poesía se está callada, escuchando su propia voz”.
¿Cuál es tu proceso creativo?
A decir verdad, he tenido varios procesos creativos, dependiendo del libro de turno. Llevo publicados siete libros, entre cuentos, microcuentos y novelas, y casi todos han seguido ritmos distintos en su proceso de escritura, aunque el lector tenga la impresión de que todo es parte de un proceso unitario. Una vez que estoy involucrado en un proyecto de libro, al mismo tiempo tomo notas para el siguiente. No me gusta quedarme en el aire, sin proyectos. En mi caso esto no es complicado, porque mi escritura es (al menos hasta ahora) fragmentaria. Ello me permite manejar el caos que necesito para armar un libro. Como ves, caigo fácilmente en paradojas: propiciar el caos para tener unidad.
Una vez en el proceso, puedo escribir en libretas, cuadernos, computadora o smartphones. No escribo muchas horas al día, pero sí pienso en el libro todo el tiempo.
¿Qué le espera al lector en Enciclopedia mínima?
Este libro muestra muchos de mis intereses en mi vida. Me sentí muy cómodo al escribirlo. Me divertí en su proceso y espero que el lector también lo disfrute al leerlo. Se trata de un libro de microcuentos, separado en secciones que marcan mi vida. Por ejemplo, si hablo de los temas, concentro muchas de las historias en el casco urbano de Lima. Yo nací y pasé mi infancia en este lugar, rodeado de viejas casonas, iglesias y catedrales. La relación de amor–odio que varios sentimos por la ciudad natal la pueden encontrar en esta sección. Luego aparece mi interés por el mundo oriental y su poesía, sobre todo el haiku. Por eso escribí unos haikus, pero con mayor carga narrativa. Otra sección habla con sarcasmo del mundo de la prostitución. En el centro de Lima, las madres de algunos de mis amigos eran prostitutas. Por eso siempre las he tratado con mucho respeto. No es fácil ser un hijo de puta. Otras secciones hablan de personajes viajeros en situaciones excéntricas. También podrán encontrar una sección bajo el formato de la literatura criminal. Otra, muy querida por algunos lectores, habla de historias con gatos. Todos estos microcuentos me reflejan de alguna manera.
¿Qué satisfacciones te ha producido la publicación de Enciclopedia mínima?
Con este libro descubrí una veta irónica que no creía tener anteriormente. Eso me dio mayor libertad con mis siguientes libros. Para mí, la madurez no llegó con seriedad, sino todo lo contrario. El humor y la ironía son fundamentales en esta vida. Esto no quiere decir que sea un escritor humorístico, sino un escritor serio que muestra la sonrisa.
Por otro lado, Enciclopedia mínima me ha dado otro tipo de gratificaciones. La microficción es un género muy exigente y en mi país no era muy practicado. Ahora todo ha cambiado. Creo haber aportado, junto a otros autores peruanos, en la difusión de esta modalidad de escritura. De hecho, es lo que también quiero compartir con los lectores ecuatorianos.
¿Qué te ha parecido la experiencia de publicar en Cactus Pink?
Una maravilla. Apenas vi el formato de la colección, me animé al instante para ser parte de su catálogo. Su editor, Santiago Peña Bossano, es de lujo. Es un editor que cumple, palabra a palabra, lo que te ha ofrecido. Y por la calidad de la edición, estoy más que encantado. Debo precisar que esta edición de Enciclopedia mínima, a pedido de Santiago, tiene una recomposición muy efectiva. Inicia con un texto muy generoso de mi amigo de toda la vida, el escritor Leonardo Valencia. Luego hay un orden en los textos que le da mayor fluidez al libro, que cierra con pentálogo, cinco consejos para la escritura (lectura) de microficción.
Me gustaría agregar que las ediciones ecuatorianas son muy buenas y que merecen su internacionalización. Por supuesto, hay que seguir trabajando en ello y mejorar todo lo que se pueda. Y en cuanto a sus autores, pues veo con felicidad que tienen cada vez más oportunidades de publicar fuera de sus fronteras y alcanzar una mayor lectoría. Y, ojo con sus escritoras, que si muchos estamos mirando la narrativa ecuatoriana actual, es por la excelente calidad de sus libros. Basta con leer a María Fernanda Ampuero, Solange Rodríguez Pappe, Sandra Araya, Mónica Ojeda, Gabriela Alemán, y tantas otras, que les pido perdón por no mencionarlas.
¿Estás trabajando en algo nuevo?
Estoy retocando una novela breve. Se llama Historia de un brazo. Saldrá este año bajo el sello Seix-Barral, en Lima. Ya dije el nombre del libro, la editorial, pero del argumento aún no diré nada. Por ahora solo los dejo con Enciclopedia mínima.
En abril de 2018, en RFI, Jordi Batallé entrevistó a Ricardo con motivo de la presentación de su novela No somos nosotros, en París. La compartimos aquí: