Por Damián De la Torre Ayora / @damiandelator
La vida es una guerra indeterminada en medio de ironías. Sócrates concebía que, jugando con lo irónico, se puede alcanzar la verdad. Y hay que recordar que en nombre de la verdad se han cometido los crímenes más atroces de la historia. Hasta Jesús cuestionaba la decisión de ser crucificado en su paso por el Huerto de los Olivos, pero la ironía del padre le destinaba a ser sacrificado y “que no se haga” su “voluntad, sino la de Yahvé”.
Roberto Ramírez Paredes (Quito, 1982), tan filoso como una navaja socrática y tan injusto como como cualquier dios, crea una obra no solo justa, sino sincera en el Evangelio del detective formidable (Universidad Autónoma del Estado de México, 2021), una novela negra que termina siendo un poema en prosa, y que enseña que uno no escapa del pasado, y tampoco del futuro, del destino.
Carlos Chimbo, un humano, pero que en sus hombros carga la mochila de la divinidad, es el personaje de esta historia que cuenta con un secuestrado, una femme fatale, un coro de policías que compartirán sus emociones cuando se encuentran con Chimbo y una voz omnisciente que teje las tramas con unos hilos que terminan convirtiéndose en una trampa, en una telaraña invisible que atrapa al lector desde la primera página.
Todo empieza con el final, es decir, con el inicio, porque uno siempre desconoce el momento en que todo acaba. El secuestro de Kaicedo, el cantante de la banda de punk Los Tabernícolas, está retenido en el Hotel Don Pedro y sedado a punta de Caña Manabita por quien lo ha apresado. En el momento en que llega el “oh, quién podrá ayudarme”, solo queda a la vista el nombre de Chimbo, el único capaz de resolver el problema porque todos saben que se cuenta con su astucia.
¿Cómo no se puede confiar en este superhombre posmoderno, en este Sherlock Holmes de nuestros días, en este mesías humanizado? ¿Cómo no confiar en el detective capaz de resolver las peores encrucijadas? Si él fue capaz de salvar la vida de Diana R. cuando ella, embarazada, era amenazada por su pareja con un cuchillo en la garganta a la vista de una multitud en Ibarra. Sí, Roberto toma este execrable caso donde corrió sangre para, al puro estilo de venganza revisionista -como lo hizo Tarantino matando a Hitler-, dar un desenlace feliz, o sea, falso.
Desde ahí se marca un sentido irónico al reflexionar sobre la confianza hacia la fuerza del orden en un país donde la fe radica en desconfiar de los policías (y con razón). En ese instante, Chimbo está destinado a convertirse en una deidad, en que su retrato sea colocado en toda comisaría y sea la estampa de los uniformados, quienes lo idolatran y crean altares con sentimientos que van del amor al odio, del deseo al desánimo, de la envidia a la admiración…
Un detective que, pese a su apellido criollo, es un David de Miguel Ángel, convirtiéndose en la motivación para cuestionar al blanqueamiento tan incrustado en un pueblo tan mestizo como creyente. Porque el autor, consciente o no, mete el dedo en la llaga de nuestro clasismo imperante.
La escritora Sandra Araya, en su thriller El espía, la carnada, el precio, expuso en su momento que para ser un buen espía, hay que ser buena carnada, y también que hay que saber pagar el precio de nuestros actos. Roberto Ramírez Paredes hace lo propio mientras transcurre esta tragedia y no solo con nuestro héroe sino con cada personaje que inunda las páginas de la novela, porque para poder describir a Chimbo y los sentimientos que provoca, aparecerán una serie de voces para desarrollar un canto que acompaña al narrador por medio de eficaces diálogos.
De esta manera, el lector está al frente de una obra profética del buen tratamiento del lenguaje. Frente a una buena nueva de la literatura ecuatoriana que se hizo merecedora de la mención honorífica del Premio Internacional de Narrativa ‘Ignacio Manuel Altamirano 2021’, otorgada por la Universidad Autónoma del Estado de México. Y que debería estar destinada a reposar junto a los pequeños Nuevos Testamentos que se encuentran en los veladores de hotel para acompañar a los huéspedes. Pero, como esto no sucederá, vale la pena que consigas este texto en una librería independiente. ¡Buen viaje!