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Un patriarca es un hombre sin sentido

Por Xipali Santillán / @xipali

La masculinidad hegemónica es aquella que encarna al pie de la letra la dominación masculina y ejerce el poder y la autoridad sobre las mujeres (y sobre otros hombres) con toda su secuela de opresión, violencia y privilegios. Dicho de otra manera, la masculinidad hegemónica coincide con el arquetipo tradicional de la virilidad y con los estereotipos masculinos en sintonía con la cultura del patriarcado: el machismo.

Robert Connell (1995)

Sin asumir el papel de tahúr, es posible pronosticar que una persona sumida en el imaginario de convertirse en el nuevo padre Abraham de su casa, de su oficina o de su sociedad, actuará de manera previsible. No debería sorprendernos que en su diálogo interno exista la tensión entre pretender avanzar hacia un estilo de vida democrática, sensible, abierta, y las demandas que impone la brutalidad de su carácter. Así, deambulará en un vaivén entre ofrecer concesiones como que la esposa pueda trabajar, o dar más responsabilidades a las mujeres de su entorno y luego limitarlas, progresivamente, en función de que hombres, mujeres, jóvenes o niños resulten enteramente funcionales a sus objetivos.

En 1934 Graciliano Ramos publicó Sao Bernardo, obra integrada al llamado Ciclo de Sequía, cuando el noreste brasileño afrontaba periódicamente tiempos secos que provocaron un éxodo rural hacia ciudades que apenas se inauguraban en la modernidad.

La obra se destaca de entre sus contemporáneas por el aparecimiento del narrador-personaje, que nos invita a conocer la psicología de Paulo Honorio, un inescrupuloso hombre que llegó del interior hasta convertirse en un gran latinfundista. Cegado por su necesidad de poder y control, se muestra como un falso amigo de uno y otro, se gana el interés de muchos, insulta, asesina, roba y utiliza a todos a su alrededor hasta conseguir ampliar su territorio. Se rodea de mujeres que utiliza para reafirmarse en su ilusión: convertirse en el patriarca del nordeste brasileño.

En el 2007, Mark Millington incluyó a Sao Bernardo entre las que integran su investigación Hombres In/visibles, la representación de la masculinidad en la ficción latinoamericana de 1920 a 1980 . Millington hace una lectura desde el psicoanálisis, de Paulo Honorio. Pero, ¿cómo se construye la imagen de liderazgo patriarcal, tan fuertemente arraigado en la política global?

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La hacienda de Paulo Honorio creció al mismo tiempo que se expandió su ego. Un pedazo de tierra se convirtió en expresión de su proyecto identitario: ser un patriarca a carta cabal. Para esto, asumió el control y el poder como una forma de realización personal; se hizo de una esposa y de un heredero que cumplieran rigurosamente un rol tradicional y ante los que no tuviera que mantener un compromiso emocional que se interpusiera en su proyecto personal. Ante el mundo, Paulo Honorio se presenta asertivo, adquisitivo, controlador; su método de manejo de la hacienda es calculador, deshonesto, violento, imparable, por encima de la ley. Su psicología cerrada, brusca, directa, carente de sensibilidad, busca someter a los otros a los rígidos linderos que él interpone.

El patriarca invulnerable, independiente y autoritario es un agujero negro que consume a la humanidad sin merecer por ello la más mínima inversión emocional. El trato hacia los suyos es brutal. Adquiridos como objetos, los asume como bestias de carga a quienes debe explotar o ridiculizar públicamente cuando caen bajo la sospecha de pereza o incompetencia. Su deseo por ser temido y de que los demás dependan de él son su base de poder y el mecanismo para ocultar sus vulnerabilidades. En la imaginación de Paulo Honorio, el control y la posesión son la base de la construcción de su identidad. Su limitada inteligencia le obliga a desdeñar aquello que no entiende. No quiere pensar, desprecia libros, se adhiere a las opiniones más ortodoxas y simplistas para dar orden en su mundo y evita a toda costa pensamientos complejos que pudieran representar un freno al expansionismo narcisista de su poder. Incapaz de reflexionar acerca de sus propias limitaciones, rechaza furiosamente cualquier indicio de desaciertos en su juicio. Cobijado bajo el mito del macho infalible, inequívoco e imponente, nunca acepta un error, se rodea de pares que lo reafirmen y rechaza a todo aquel que incomode su himno a sí mismo.

Pero, Paulo Honorio, para quien las personas y las mujeres en particular solo existen para afianzar su rol de líder único e irremplazable, pierde el piso ante Madalena, una profesora que se le va de las manos con su honestidad y su sinceridad. Ella está interesada en la vida de los empleados, se queja por sus bajas condiciones de vida, cuestiona las malas decisiones que Honorio toma. Madalena es vigorosa, lógica, articulada, independiente, solidaria; le interesan profundamente las ideas; su trabajo como maestra le da autonomía financiera; tiene ideas socialistas; cree en instituciones racionales y no en la autoridad personal. Ella representa los ideales de la modernidad, mientras él concibe el matrimonio como la adquisición de un bien más que adorne la repisa de trofeos del patriarca.

imagen 2Madalena le provoca una gran inseguridad. Como consecuencia, él expresa violencia y desconfianza hacia ella y hacia el hijo de ambos. Paulo Honorio la descalifica, la violenta y la acusa de infiel. Al llevar la incomodidad de las opiniones de Madalena a una discusión acerca de sus celos, Paulo Honorio se asume juez y controlador. Incapaz de controlar la mente y el espíritu liberal de la que considera su mujer, refuerza su masculinidad en oposición a ella y a todo lo que representa. Controlar su sexualidad y su cuerpo son la garantía para asegurar su poder. Esto le garantiza que, tras la denuncia de adulterio, contará con el apoyo de la sociedad tradicional que perpetua la identidad masculina como una reacción defensiva a la fantasía de que la feminidad es el polo positivo y la masculinidad, su opuesto distinto.

Al poner en evidencia las deficiencias de su marido, Madalena es un estorbo humanizador en el desarrollo de la brutalidad. Ella le contagia de la idea de modernizar su hacienda, pero no pasa de eso. Su carácter irascible y su incapacidad para mirarse críticamente tienen como consecuencia que él proyecte sobre ella sus propios errores, como respuesta a la frustración de verse incapaz de entrar en sí mismo y buscar caminos para abandonar su sueño. La presión que ejerce para que ella se someta a su voluntad no tiene efectos inmediatos. La modernidad encarnada en Madalena no dará un paso atrás, sino hacia un lado: ella se suicida.

La muerte de su esposa deja a Paulo Honorio a la vera del camino. Sin el valor de quitarse la vida, se echa al abandono. Lo mismo sucede con su hacienda, con su hijo y con todo lo que le fue querido. Su sueño del gran patriarca se diluye, y con él, su propio ego, que se desvanece en un mundo en el que su objetivo resulta arcaico e inaplicable. Él se ve incapaz de introducir cambios importantes en su forma de relacionarse con el mundo. La única concesión que ofrece es la de moderar su violencia y terminar sus días escribiendo él mismo sus memorias, ante el desinterés del mundo por prolongar un día más el recuerdo de su brutalidad.

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El modelo hegemónico de masculinidad impregna de tal manera la mente humana que sus atávicos tentáculos alcanzan la imaginación. Paulo Honorio es el arquetipo del padre, del líder, del político, del empresario, y también el paraguas bajo el que se cubre la pléyade de seguidores y víctimas que sostienen su sueño de convertirse en el patriarca que su imaginación ordena.

Es de esperarse también que la autoimagen del hombre o la mujer termine por fragmentarse como resultado de la imposibilidad de sostener sus razonamientos ante el peso de la realidad. Pretenderá entonces tener siempre la razón, la última palabra en casa, en el trabajo, en la familia, negando cualquier indicio de error, castigando violentamente a quien pretenda evidenciarlos. El individuo sometido al imperio de una mente patriarcal necesita sentirse fuerte, infalible, seguro, totalmente definido. Rudo y simple en sus argumentos, evita a toda costa exponer su complejidad, y comprometerse emocionalmente. Por ello nunca habla de lo que piensa y siente realmente, actúa siguiendo el guion que impuso a su sociedad para alcanzar el poder, guion que pronto termina por imponerse en su contra. Al censurar sus propias emociones, demanda de alcohol y violencia para entrar en catarsis, para procesar la soledad surgida como consecuencia de su voraz apetito por controlarlo todo. El patriarca muere enfermo, sus frustraciones se acumulan en sus rodillas, en su columna, en las arterias, se transforman en grasa y revientan su piel.

En la imaginación del patriarca, todo es una potencial amenaza ante la que se refugia desde su posición de poder. Las personas son trofeos que se adquieren y utilizan o se descartan. Dado que la construcción de su identidad se sustenta en la expansión del control, nadie es un individuo, pues serlo lo convertiría en enemigo. El patriarca está convencido de que la imposición de su brutalidad es un gesto de infinito amor para con los suyos, no existe sobre la faz de la tierra otro ser más precioso y magnánimo que él mismo. Pero no actúa solo. Requiere de una jauría de pares entre los que intercambia espacios de poder, siempre bajo sus alas. El nosotros, el sentido de jauría se alimenta creando reales o ficticios enemigos: los otros, o la base de la construcción de su propia identidad. El poder efectivo y real del patriarca descansa en su grupo de apoyo.

El patriarca se desconoce y se ignora. Por eso toma el primer modelo de vida que le parece oportuno: el Che Guevara, Rambo, Rocky, un gerente de empresa, un cura de pueblo, un hípster, un comediante, un animador de televisión, un músico, un científico, un busetero… El hombre vaciado de sentido es una esponja imitadora de todo lo que ve mientras le sea útil para vencer, y, ocultamente, para ocupar el tiempo y evitar mirarse en el espejo.

Paulo Honorio vive en una celda, compartida por muchos, prisión desde la que actuamos limitados, privados de desarrollar nuestro potencial como seres humanos. Por lo visto, como especie, seguimos marchando en nuestro propio terreno, modificando y redecorando el interior de nuestras cavernas.

Otros enlaces:

http://goo.gl/2TVwME

http://www.infoescola.com/livros/sao-bernardo-graciliano-ramos/

http://blog.pucp.edu.pe/item/86744/la-dictadura-del-patriarcado-y-la-insurgencia-masculina-menos-hombres-de-verdad-y-mas-humanos

http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/num6/dictadura.html