Por Soraya Constante
Fotos de Edu León / @EduLeon_photo
Artículo de nuestro medio aliado Diagonal
Ecuador puso aviones de su Fuerza Aérea para deportar a 126 cubanos, algunos de los cuales habían hecho el periplo Guyana-Brasil-Perú, atravesando la selva amazónica, para llegar a Quito. La deportación fue inédita, nunca antes el país andino había hecho este tipo de deportaciones masivas. Hace unos años era impensable, pues su Constitución, aprobada en 2008, defendía la libre movilidad de las personas y la ciudadanía universal. Al final todo esto quedó en palabras.
La llegada de cubanos a Quito es vieja, los isleños empezaron a llegar poco después de que se abolieran los visados en Ecuador y desde aquí hacían camino para el norte. Unos se quedaban unos meses y otros iban directo.
Las prisas entraron en el último año porque con la normalización de las relaciones EE UU-Cuba, los migrantes cubanos empezaron a temer que se cambiara la Ley de Ajuste Cubano, llamada también pies secos, pies mojados, que les regulariza apenas ponen un pie en ese país.
La última estrategia de un numeroso grupo fue pedir un visado humanitario a México para no tener que sortear los peligros que les acechan en Centroamérica, pero la Embajada de México no atendió su pedido.
Entonces empezó la acampada en Quito, primero fuera de la delegación diplomática mexicana y tras ser desalojados en un parque. Luego fueron reubicados por el Municipio de Quito en otro parque y estaban en la cuarta semana de protesta cuando fueron desalojados nuevamente con violencia, según ellos mismos.
El desalojo se hizo de madrugada y el grupo, que incluía niños y mujeres embarazadas, fue separado y permanecieron incomunicados varios días. Poco a poco fueron saliendo los que demostraban que tenían papeles, incluso se llevaron a ecuatorianos que son parejas de los cubanos y que los apoyaban en su lucha.
Luego vinieron las audiencias de deportación y la irracionalidad de un sistema que no obró en derecho sino todo lo contrario. Un ejemplo fue que el pedido de Habeas Corpus, que debía ser atendido a las 24 horas, fue atendido 156 horas más tarde, es decir, con seis días de retraso.
Al final, y pese a que algunos tenían ordenes de libertad, se deportó a todos. Fueron tres vuelos de deportación, dos salieron de madrugada y uno después de la audiencia de Hábeas Corpus que duró 15 horas, pero según los abogados hubo tiempos muertos en los que los jueces se perdieron, en los que llegaron funcionarios de Interior y de Justicia.
Todo transcurrió en la madrugada, nuevamente, mientras los familiares de los cubanos esperaban a la intemperie, ni siquiera se les permitió entrar a la amplia sala de espera de la unidad judicial que resolvió el pedido de libertad. Todo fue así. Irracional.