Por Armando Cuichán / @laimagenilbre
Narcha llegó a su trabajo en una mañana fría, sin sol. Aparcó su auto con dificultad y apagó el motor. Antes de bajar, tomó de su bolsa un neceser y sacó su maquillaje: primero el frasquito sin etiqueta de base líquida; lo abrió y echó un poco en sus manos, untó la sustancia sobre su rostro hasta que aquellas imperfecciones desaparecieron. Afuera del auto, en el estacionamiento, otros compañeros también aparcaban sus coches. Narcha terminó de polvear su rostro con una esponja vieja y empezó a delinear sus labios con un tono oscuro; le gustaba que su boca llamara la atención. Después, pasó el lápiz carmín y se mordió los labios tres veces. Para terminar, se miró en el espejo retrovisor mientras esos labios apuntaban al cielo.
Maquillarse durante 10 o 15 minutos por las mañanas es rutinario en Narcha; así su rostro parece fresco y sus amigos no le dicen mal casada.
Unos chasquidos en el cristal le sacaron del trance. Era Jaime quien aparcó a su lado. Saludó moviendo la mano de un lado a otro y se alejó. Narcha sonrió. Sacó de su bolsita de cachivaches una cuchara pequeña y muy junto al espejo empezó a rizar sus pestañas; después, pasó un delineador negro por los bordes de sus ojos, pintó sus párpados y camufló sus ojeras. Siempre renegó de sus ojos de mapache.
Narcha creía que la imagen era la ganzúa que abría todas las puertas del mundo, por eso, aunque se sentía muy cómoda cuando no tenía trabajo o compromisos sociales, siempre que era necesario enfrentar al mundo llevaba la ropa almidonada, los zapatos brillantes, las uñas pintadas, el cabello lustroso y un rostro radiante.
Para Narcha, enfrentarse al mundo tiene muchas aristas: hablar con la jefa, atender a los clientes, sentirse atractiva para su esposo, causar recelo en sus amigas o que la costurera le recuerde que está regia. Narcha está convencida de que para que el entorno te acepte hacen falta grandes dosis de actuación. Vestuario, escenografía y un buen argumento hacen las delicias del público, Narcha lo sabía; por eso, cuando descendió del auto, estiró sus piernas, colgó su cartera al hombro y con paso decidido caminó hacia el escenario…
Registro audiovisual tomado de una presentación de Clownpilo Artes Escénicas. En el video aparecen Fernando Acosta, Carla Rivadeneira y Abel Toledo.