Por Karina Marín

“Los gobiernos neoliberales tienen negocios, no tienen propuestas”. Con esa frase definitiva, un hombre con discapacidad se refería al gobierno de Macri, en Argentina, y a sus políticas de recorte de pensiones para las personas con discapacidad de ese país. Las palabras de este hombre se juntan a otras voces indignadas, en el contexto de una manifestación de agrupaciones sociales argentinas que tuvo lugar frente al complejo de Tecnópolis, en el que se llevó a cabo la II Cumbre Global de Discapacidad, del 6 al 8 de junio, en Buenos Aires.

La manifestación, sorprendentemente acordonada por un numeroso despliegue policial, fue uno de los actos de una contracumbre que juntó las voces de varias organizaciones y activistas de la discapacidad para denunciar los constantes abusos de los que son objeto por parte del gobierno argentino. Esos abusos ya no se limitan tan solo al recorte de las pensiones que les corresponde por ley, sino a despidos injustificados de trabajadores con discapacidad del sector público, al maltrato e incumplimiento en el sistema de salud, a descalificaciones y ataques por parte  de personeros del gobierno hacia las organizaciones sociales en medios de comunicación, entre otras denuncias gravísimas.

En ese contexto de vulneración de los derechos de las personas con discapacidad, organizar la Cumbre Global le costó a Macri más de 65 millones de pesos –alrededor de un millón y medio de dólares–, gasto que ante el recorte de pensiones se alza como un insulto en la cara de las personas con discapacidad más empobrecidas.

En el extremo opuesto de esta manifestación social que ha obligado a cientos de personas con discapacidad a poner el cuerpo –que es lo único que puede hacerse ante los abusos del poder–, representantes de organizaciones internacionales, redes regionales de personas con discapacidad y sus familiares, expertos en psicología, ciencia y tecnología, políticos y diplomáticos provenientes de varias partes del mundo, se reunieron para hablar de lo que suelen hablar en este tipo de encuentros cuando de discapacidad se trata: inclusión, accesibilidad, derechos. Se podría decir incluso que hablaron de lo mismo que se quejaron quienes se reunieron en la vereda de al frente, vigiladas y vigilados por las fuerzas policiales. Entonces, una se pregunta: ¿por qué, si han hablado de lo mismo, unos están del otro lado de la calle, bajo vigilancia policial?

No nos engañemos: quienes estuvieron en el lado oficial del discurso no hablan nunca de lo mismo, no defienden los derechos de las personas más empobrecidas, no se atreven a cruzar la calle ni a adoptar una posición crítica. Pactan con el espectáculo montado por los gobiernos de turno, se toman la foto y se atribuyen el derecho de hablar por otras y otros, anunciando que imaginan un mundo inclusivo y accesible para los cuerpos productivos que las políticas neoliberales consienten como aceptables.

Un periodista decía que lo que está sucediendo en Argentina en términos de vulneración de los derechos de las personas con discapacidad debe ser un caso único en el mundo. Sin embargo, no es muy difícil llegar a concluir que el discurso mercantilista de la discapacidad está ferozmente incorporado por la mayoría de los grupos de poder. Si se hace marketing tomando el feminismo como pretexto –pensemos solamente en las campañas de Barbie para vender muñecas que aspiran a la igualdad de oportunidades laborales, por poner un ejemplo sencillo– imaginemos lo que se hace con la discapacidad: accesibilidad para comercializar con empresas productoras de sillas de ruedas y aparatos de movilidad; inclusión para la compra-venta de software especializado; derechos para la explotación de la imagen llamativa de los cuerpos diferentes en campañas publicitarias. Por eso y por mucho más denuncian las organizaciones sociales argentinas al gobierno de Macri.

¿Es un caso único? ¿Nos parece raro lo que sucede en Argentina? ¿no nos dice nada la palabra ‘recalificación’ para nombrar un proceso que se llevó a cabo hace unos años en Ecuador y que se anuncia de nuevo para finales de este año, con el fin de recortar lo que aquí se conoce como “bono de discapacidad”? ¿Con cuántas empresas privadas del sector turístico ha negociado el gobierno de Lenin Moreno para hacer la enorme campaña sobre turismo accesible que hemos visto indiferentes durante los últimos meses? ¿En qué ha cambiado el impulso asistencialista del correísmo? ¿acaso no se siguen regalando sillas de ruedas, colchones y audífonos, ahora bajo un nombre distinto, mientras se vulnera el derecho a la salud y a la educación inclusiva? ¿Acaso no nos han acostumbrado a que la imagen de las personas con discapacidad forme parte de una campaña pacificadora, domadora de conciencias, contenedora de cuestionamientos?

El caso de Argentina no es único: Ecuador es, además, el laboratorio de estas políticas asistencialistas y neoliberales, a pesar del discurso de izquierda imperante hasta hace poco. Lo que el Estado ecuatoriano ha exportado, vendiéndose como modelo en temas de discapacidad alrededor del mundo, es la explotación de los cuerpos diversos. El Estado ecuatoriano ha exportado el asistencialismo como política pública. Se jacta de ello y nos pide sentir orgullo. Y casi todos parecen estar en sintonía. Nunca antes se había usado con tanto descaro la palabra ‘solidaridad’.

Durante los días de la Cumbre Global, fue evidente la ausencia de Lenin Moreno y de su esposa, Rocío González, empresaria turística, como señala su perfil en Wikipedia. Tampoco estuvieron otros representantes del gobierno ecuatoriano, muy relacionados con el tema. De haber podido habrían sido los primeros en posar para la foto, junto a Juliana Awada, esposa de Macri, a la vicepresidenta argentina, Marta Gabriela Michetti, y a Michelle Bolsonaro, esposa del presidente de Brasil quien, apenas unos días después de la Cumbre, anunciaba en su cuenta de Twitter que el gobierno brasileño tendrá que suspender el pago de beneficios a ancianos y personas con discapacidad, a partir de este 25 de junio. Al parecer, lo mismo podría pasar en México en los meses que vienen.

¿Por qué no llegaron a la foto los representantes del gobierno ecuatoriano? Porque se les cruzó una fecha importante: el turno para presentar el informe oficial ante el Comité de la ONU por los Derechos de las Personas con Discapacidad, en Nueva York. Ahí están ahora, diciéndole al ente regulador internacional todo lo bueno de su política asistencialista disfrazada de ley y de cumplimiento de derechos.

Vale decir que una vez más el Estado ecuatoriano tendrá las de ganar, porque la sociedad civil no presentará informe paralelo. No lo hará porque gran parte de las organizaciones y federaciones de las personas con discapacidad se sienten complacidas con las políticas oficiales. Mientras tanto, las personas con discapacidad más empobrecidas y sus familias, inconformes y descontentas, guardan silencio. Callan porque desconocen lo que sucede. Callan porque les han dicho que deben esperar que la salvación llegue a la puerta de sus casas, vistiendo el chaleco de la solidaridad. Callan porque la opresión que el Estado ejerce sobre ellas las obliga a tratar de encontrar formas de supervivencia. Callan porque tratan de seguir adelante, a pesar de todo. Callan porque aún no han escuchado de la boca de nadie que son sujetos con derechos y no sujetos de caridad, porque quienes las visitan en sus casas les dicen: “hemos venido a hacerles un favor porque ustedes son los débiles, los desprotegidos”. Callan porque al gobierno le gusta que estén como ausentes…

Un día, sin embargo, lo sabrán e integraremos una contracumbre diversa, multifuncional, migrante, colectiva, empoderada y feminista. Una contracumbre interminable. Compartiremos con cada una de ellas que nuestras vidas, las de los cuerpos diversos funcionales, las de los cuerpos improductivos e incómodos que no pactan con el capital, no están dispuestas a ser botín para el negocio de las políticas neoliberales. Les haremos saber que sabemos quiénes se sentaron del otro lado de la calle, en Tecnópolis y en todo el mundo, para sacarse la foto de los cómplices de la explotación y la opresión. Esta contracumbre nacida en Argentina, como el movimiento de los pañuelos verdes, encenderá la llama y vencerá fronteras. El día llegará. Falta poco.


[*] Puede verse más información al respecto en estos links.

https://www.cta.org.ar/contracumbre-de-discapacidad.html
https://www.cta.org.ar/contracumbre-de-discapacidad.html