Por Yalilé Loaiza/ @yali_loaiza
“Aunque mucha gente diga que no hay desigualdad, es imposible negar que hay una desigualdad estructural entre la posición y rol que se le da al hombre y la mujer, esto es algo que hay que cambiar”, dice María Emilia Ortiz, una de las cinco Global Changers latinoamericanas de ONU –encargadas de realizar proyectos para empoderar económicamente a las mujeres. Por lo anterior es necesario preguntarnos: ¿qué pasa con la mujer en el ámbito laboral en el Ecuador? ¿qué sucede con la legislación?
Desde el periodismo, el activismo y la defensa de los derechos humanos, siete personas comparten su experiencia. Esta nos ayudará a responder si en Ecuador hemos avanzado.
¿Las mujeres tenemos fecha de caducidad?
La presencia de la mujer en la televisión aún es cuestionada. Se acusa a programas televisivos y a los publicistas por presentar a la mujer como un símbolo sexual o como una ‘cara bonita’, dejando de lado sus capacidades intelectuales. Asimismo, el rol de la mujer en la televisión suele reducirse a la figura de presentadoras, no necesariamente de informativos, sino de programas de farándula o de hogar.
Ana María Cañizares tiene una década de experiencia en periodismo. Inició su carrera en Radio Quito, en 2006, y actualmente es reportera senior en Teleamazonas. Tiene estudios en Comunicación, Comunicación Política y Derecho Constitucional. Este año recibió el premio Eugenio Espejo categoría Televisión, de la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador, por su reportaje Me quedo o me voy, sobre el dilema de los afectados por el terremoto del 16 de abril del 2016.
La había visto en televisión y en alguna ocasión nos presentaron, pero nunca tuvimos la oportunidad de conversar, hasta ahora. “Cada vez las puertas se abren más para las mujeres en el periodismo (…), las mujeres han ganado más espacios como reporteras, productoras, redactoras y realizadoras”. En su lugar de trabajo, las mujeres son mayoría.
“A mí me encanta ver a la mujer en diferentes facetas dentro del trabajo periodístico” me dice emocionada cuando se refiere a las labores de las mujeres en los medios. Habla sobre “el criterio periodístico” que se necesita para armar un set de tevé, producir o diseñar. Sin embargo, reconoce que existe resistencia en la asignación de temas informativos a las mujeres en los medios de comunicación. Si bien este no es su caso, “se debe superar la barrera de que no siempre se nos asignen temas light a las mujeres: salud, cultura”, enfatiza en que esos temas son importantes pero que otros, como los políticos o económicos, requieren de más rigurosidad, más información y más prolijidad. Recuerda su experiencia en la realización de Me quedo o me voy y destaca que ahora no solo los hombres cubren las catástrofes, y que en esta ocasión “sí fue más equilibrada la presencia de mujeres y hombres” trabajando en el lugar. “No porque seamos mujeres u hombres somos el ‘sexo fuerte’ o el ‘sexo débil’ para cubrir temas que pueden ser más complicados en cuanto a logística o condiciones”.
Le pregunto sobre la imagen de la mujer en la televisión, sobre las ‘caras bonitas’ y sobre cómo nos ve el público y Ana María responde categórica que siempre será mejor “que las personas te reconozcan por la calidad de tu trabajo, por el impacto que generaron tus notas, por cómo las elaboraste para esos ciudadanos a los que nos debemos en nuestro trabajo, a que te conozcan por un rostro bonito”.
Ana María cree que esa idea sobre ‘la fecha de caducidad’ de la mujer en la televisión es un prejuicio absurdo y machista. La prensa internacional –dice– podría ser el ejemplo de que la mujer, sin importar el paso de los años, cumple un rol importante en los medios: “Cuando vemos que hay mujeres que pueden ser influyentes en la opinión pública, lo demás queda en segundo plano. Su edad, por ejemplo”.
Ana María realiza coberturas en instituciones estatales: la Asamblea Nacional, el Palacio de Carondelet, etc. Le pido me cuente si en esas instituciones existe machismo y ella revela que para los periodistas hombres hay mayor resistencia al acceso de fuentes. “No es algo que pienso yo sino también algunas colegas periodistas, a veces logramos acceder a cierta información, entrevistas, y a veces los hombres no”.
¡Mi jefa es mujer!
Felipe, además de tener un título en relaciones internacionales, ha trabajado en instituciones públicas y ha participado en talleres de liderazgo a nivel internacional. Actualmente es uno de los asesores en el Viceministerio de Educación Superior. Él está convencido de la capacidad de las mujeres para ejercer cargos de liderazgo y toma de decisiones. Acorde a su experiencia, indica que “las mujeres tienen una capacidad increíble para ser eficientes en todos los aspectos”.
Para Felipe, la exclusión de la mujer se debe al “miedo del hombre de que la mujer tenga más oportunidades y más acceso al control de las instituciones”. Cree que “este grupo (las mujeres) históricamente excluido debe llegar a esta igualdad de oportunidades”.
Vuelve sobre los temas de los roles y asegura que el liderazgo de la mujer en las instituciones debe crecer cada vez más. Además indica que existen otros ámbitos donde deben eliminarse los roles asignados a la mujer –el hogar, por ejemplo–: “Es la mujer la que está preocupada porque sus horas laborales no interfieran con las del hogar. A esos roles también hay que ir deconstruyendo y hay que sacudir las bases que generan estos procesos. Los hijos deben ser una responsabilidad compartida. Hay otros conceptos como los trabajos que son para hombres y para mujeres. Debemos ir retomando la lucha para desaparecer ese tipo de estructuras sociales”.
La paridad de la mujer en la política surge en la conversación. Le pregunto sobre la representación y si esta debe ser solo sustancial o de identidad. Felipe responde que: “debe ser sustancial la representación de las mujeres en la política y otros ámbitos gubernamentales y empresariales”. Dice que la paridad surge como un mecanismo de acción afirmativa pero que en la aplicación, muchas veces, “se ha buscado solo llenar las papeletas”. Cree que “cuando lleguemos a la igualdad, la paridad no será necesaria. Porque entenderemos que el hombre y la mujer que llegan a un puesto de poder estarán allí por su eficiencia”.
Doble marginación
María Emilia la conozco de la Universidad. Ella estudia Ciencias Políticas. En clases siempre ha defendido lo que piensa y no le tiene miedo al diálogo. Llegó al voluntariado sin pensarlo. Durante las conferencias de Hábitat III, ingresó a una charla cuyo tema era cómo mediante el voluntariado se puede mejorar a la sociedad. Un mes más tarde se inscribía para un concurso, quería ser Global Changer de ONU. Luego de algunos meses de competencia con aproximadamente cinco mil mujeres de todo el mundo, María Emilia se convirtió en una de las cinco Global Changers en Latinoamérica. Ellas se encargan de desarrollar proyectos que permitan que más mujeres tengan un rol protagónico en al ámbito económico y laboral.
Me cuenta que decidió trabajar con las mujeres privadas de la libertad en la Casa de Confianza de Chillogallo. Su proyecto consiste en brindar herramientas a estas mujeres para que se dé su reinserción laboral y económica a la sociedad. Para ella, ser mujer y ser privada de la libertad es “doble marginación”.
“Son un grupo que no está visualizado por la sociedad” dice María Emilia. Cuando las mujeres salen de la cárcel, la tarea de conseguir empleo es difícil. Su historial se borra tres años después de haber cumplido sentencia, es así ninguna institución financiera les concede un crédito y ninguna empresa o institución las contrata. “¿Cómo subsisten si no tienen oportunidades?” se pregunta María Emilia.
Junto a otros voluntarios, María Emilia dictará cursos de cocina, panadería, elaboración artesanal de chocolates, costura, tejido, relaciones personales, educación sexual, bisutería, pintura, manualidades, belleza e incluso alfabetización. Ella me cuenta que en el centro hay máquinas de coser pero no hay ninguna persona que les enseñe a usarlas. Dice que es importante hacer que las mujeres privadas de la libertad recuerden su valor, de ahí que también dictará charlas de autoestima a las reas: “son mujeres que los hombres y la vida les hicieron creer que solo sirven para este tipo de cosas”, explica.
¿Hemos avanzado?: La legislación ecuatoriana
En la palestra nacional, la legalización del aborto en caso de violación y el matrimonio igualitario son temas que aún se debaten. Las personas que están a favor del aborto apelan –entre otras razones– a un problema de salud pública por el número de violaciones, embarazos adolescentes y muertes de mujeres por abortar clandestinamente. Quienes están en contra dicen que se debe “proteger de la vida desde la concepción hasta la muerte natural” y que se debe defender al feto que está en un estado de indefensión. También algunos recurren a preceptos religiosos.
Silvia Buendía, defensora de los DDHH y LGBTI, explica que la Constitución del 2008 presenta avances innegables respecto a los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Sin embargo, considera que “mucho de eso se ha quedado en letra muerta”.
Cuando habla del aborto, Silvia aclara que “en Ecuador, no todo aborto es un crimen”. Recurre al Código Integral Penal, artículo 150, que señala:
Silvia se refiere a la salud y a la importancia de la legalización del aborto. Toma el concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud donde se considera salud a “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. En ese sentido, ella dice que deben existir en el país médicos que presten el servicio de aborto legal, seguro y gratuito a mujeres cuyos embarazos ponen en peligro su salud. Silvia cree que el Ecuador se enfrenta a un problema de salud pública donde “en los últimos años se ha incrementado la tasa de estos embarazos de niñas y adolescentes en un 70%”. También indica que hay mujeres violadas que sufren depresión profunda porque “no desean parir el hijo de su violador”. De acuerdo con el concepto anterior, estos casos también entrarían en la causal salud.
Con esto concuerda María Rosa Sánchez, activista feminista. Para ella la legalización del aborto en el caso de violación, no solo implicaría que las mujeres puedan acceder a mecanismos seguros para practicarse un aborto, sino que se hable del violador cuando se haga la denuncia, puesto que el protocolo para un aborto en casos de violación, lo requiere. “Estaríamos sancionando a violadores, sean padres, padrastros, primos, tíos”. Explica que en el país, “tenemos niñas embarazadas –mujeres entre 8 a 15 años– y tenemos violadores que no han sido procesados, ni denunciados”.
Para Andrés Llanos, miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos del Ecuador, la legalización del aborto en caso de violación no se da porque “se confunden temas de salud pública con visiones religiosas”. Además indica que, en caso de legalizarse, se debería cambiar el COIP e incluso la Constitución.
Sobre el matrimonio igualitario, quienes lo apoyan alegan que “se debe reconocer el derecho de las personas de la comunidad LGBTI para contraer matrimonio” y quienes lo rechazan, dicen que “la familia corre riesgo”, que “no es normal”, que biológicamente, para la reproducción, debe existir un hombre y una mujer y –en el caso de quienes profesan una religión– dicen que “Dios creó hombre y mujer”.
Para Silvia existen avances sostenibles en cuanto a derechos LGBTI. Cuenta que hace diez años se discutía sobre la unión de hecho de parejas del mismo sexo y quienes se oponían a esto expresaban que de legalizar estas uniones sería “el fin de la sociedad y la familia”. No obstante, dice que hoy “ni siquiera los sectores más retardatarios y ultraconservadores se atreven a proponer que la unión de hecho entre homosexuales sea derogada”. Al contrario, “hoy nos niegan el derecho al matrimonio diciéndonos «ya tienen unión de hecho»”
Pese a lo anterior, Silvia dice que: “no es válido decirnos que ya tenemos la unión de hecho”. Si las personas heterosexuales pueden acceder al matrimonio y los homosexuales no, solo por el hecho de ser homosexuales, sin más razones, hablamos de discriminación y eso es “inconstitucional e inaceptable”.
Andrés también está de acuerdo con ella. Como defensor de DDHH, él cree que no hemos avanzado en cuanto a derechos reproductivos pero sí, en lo referente a derechos de grupos LGBTI. Ejemplos de ese avance –según él– son: la unión de hecho y que ahora podamos contar con nuestro género en la cédula ya no con el sexo. Al referirse al aborto, el matrimonio y la adopción igualitaria dice que falta mucho por hacer.
En la legislación nacional, también se reconoce la paridad. Figura que permite que el acceso de la mujer a los cargos de elección popular sea igualitaria con el hombre. Con la paridad existe una suerte del 50/50, de esa forma deben conformarse las papeletas.
Para Pablo Ruiz Aguirre, abogado, máster en Análisis del Discurso y docente universitario, “la Constitución del 2008 da un salto grandilocuente” en el tema de igualdad de oportunidades. No obstante, distingue entre la igualdad formal y la igualdad real o material. Dice que si nos fijamos en las listas, quienes las encabezan son hombres. Esto –según María Rosa– permite que más hombres que mujeres ingresen a los cargos políticos. En el caso de la Asamblea Nacional, la asignación de escaños por el método D’Hondt favorecería a los hombres que aparecen primeros en las papeletas.
Sin embargo, Pablo señala que hay “mujeres que están en la política pero no tienen una agenda feminista” porque responden a un partido o un proyecto político. “Aquí lo que se da es que «mi feminismo llega hasta donde el proyecto político me permite» y ahí es cuando las personas nos decepcionamos”. Frente a eso, María Rosa dice que es crítica con que las mujeres seamos un tema de discurso y no de convicción. Cree que está mal que habiendo llegado por el feminismo a un cargo, no se haga nada por este movimiento.
Entonces ¿hemos avanzado?, Andrés responde que “no solo tener lindos edificios es haber mejorado la justicia”. Indica que si bien estamos mejorando desde un punto administrativo, hay que cuestionar cuánto nos hemos fortalecido desde lo teórico, jurídico y pro derechos humanos.
Se podría interpretar lo anterior como un “tal vez”… Si no exigimos los derechos hoy, ¿cuándo lo haremos?
El reclamo de siempre: igualdad pero solo en puestos directivos, que de les privilegie en ascensos sólo por ser mujeresm sean o no las más capacitadas. Pero de igualdad en trabajos en plataformas petroleras, mantenimiento de tendidos eléctricos, recolección de basura y otraa profesiones totalmente dominadas por hombres ni una palabra
Hola Gelman. Te comparto un artículo donde contamos el testimonio de una mujer titulada en ingeniería y mina y su experiencia en una carrera considerada solo de hombres: https://www.labarraespaciadora.com/aqui-y-ahora/feminismo-del-dia-dia/
Un fuerte abrazo.