[sg_popup id=»1″ event=»onload»][/sg_popup]Por Gabriel Alejandro Rei – Caricatura: Paúl Proaño
Acostumbrados a quedarnos en la declaración más que en los hechos, pasa que la evidencia se nos va por las galletas. Suele pasar. Y mucho. Esta vez, sucedió con el rol desempeñado por el alcalde de Guayaquil y líder socialcristiano, Jaime Nebot, en las elecciones presidenciales del 2017, las mismas que le han otorgado el triunfo al candidato del correísmo, Lenín Moreno, frente al opositor, Guillermo Lasso.
Nebot no es un político inexperto. No es inocente ni es tonto. Más bien, todo lo contrario: se las sabe todas y ha pasado por todas. Carga la cruz de no haber ganado dos segundas vueltas (1992 y 1996), pero lleva la estrella de dirigir el Municipio guayaquileño por cuatro periodos consecutivos (desde el 2000 hasta la fecha) y de ser, tras la muerte de León Febres Cordero en el 2008, la voz más influyente de la derecha ecuatoriana. ¿Alguien duda de su poder?
Él sabe que cada palabra que pronuncia, cada gesto, cada intervención marca una senda y balancea (o desbalancea) las relaciones de poder. Y en las elecciones del 2017 lo hizo. Más allá de sus promesas de apoyo a Lasso, sus acciones y declaraciones -esas que no salen sin un fin predeterminado- lo pusieron justo detrás de la candidatura de Moreno.
Al menos tres momentos lo ubican allí: el primero, cuando no dudó en minar la credibilidad de Lasso; el segundo, cuando se decidió por no apoyarlo y lanzar a Cynthia Viteri a correr por la Presidencia; y el tercero, cuando pidió a Guillermo Lasso que antes de hacer ruido con su denuncia de “fraude electoral” presente pruebas.
Suena raro, pero al tenor de los hechos… Para nadie es un secreto que Nebot y Lasso comparten filas y a la vez encabezan distintas visiones desde la derecha, unas más determinadas por la defensa de intereses particulares que por la reivindicaciòn ideológica.
A los partidarios de Lasso les cuesta aceptar que Nebot, por sus actos, empujó la campaña de Moreno hacia Carondelet. El mismo Guillermo Lasso, en un error que no podrá perdonarse (ni entender) lo primero que hizo al pasar a segunda vuelta fue agradecer al Partido Social Cristiano y a Nebot. ¿De qué? ¿De haber dinamitado su candidatura?
La respuesta inmediata es aún un misterio. Mientras tanto, una pregunta queda latente: ¿a cambio de qué el líder socialcristiano le dio siempre la espalda a Lasso? Buena parte de la explicación está en las costuras de las negociaciones políticas detrás del telón, en los pasillos de CREO, del Partido Social Cristiano, de los grupos de poder y del propio Alianza País.