Por Desirée Yépez / @Desireeyepez
Juliana Campoverde desapareció el 7 de julio de 2012. Siete años después, las interrogantes que envuelven su caso se mantienen intactas. Se sabe que el pastor Jonathan Carrillo es el principal sospechoso, pero se desconoce qué le hizo y por qué lo hizo. En audiencia de juzgamiento, se decidirá su futuro.
Elizabeth Rodríguez, madre de la joven, es una de las reclamantes desde hace siete años y no da tregua. Exige justicia pero, sobre todo, que le devuelvan a su hija, que le devuelvan aunque sea los restos de su hija. Todos. Aunque siente que ese momento todavía está lejos.
Después de casi siete años sin respuestas, ¿cómo cambió su vida?
Para mí esto ya no es vida. Destrozaron mi vida y la de mi familia. Al no estar completa la familia nos destrozaron la vida en mil pedazos. Parte de mi vida se fue con Juliana. No podemos estar tranquilos, no podemos comer en paz, no podemos hacer nada en paz. Congelaron nuestras vidas, congelaron mi vida. Truncaron los sueños de Juliana, de mi familia, de los hermanos de mi hija. A pesar de saber quiénes son los culpables, cómplices y encubridores de la desaparición de mi hija y que ni el Estado ni este individuo nos la devuelvan genera impotencia. Es como que estás volando tras el viento, sin tener una respuesta, un resultado. La lucha será hasta que me devuelvan a mi hija, que me devuelvan su honra, ya que fue deshonrada mientras él trató de hacerse el inocente.
¿Cómo le devuelven la honra?
Diciendo que no es lo que él (Jonathan C.) dice. Juliana no ha sido su amante, como él dice. Ella viene de un hogar lleno de valores y principios morales. Ella jamás fue su amante. Si mi hija está muerta, que me devuelvan todos sus restos. Ahí tal vez podré hablar de justicia… Mi corazón está vacío. Hasta los últimos días de mi vida buscaré a mi hija.
¿Cómo es su día a día ante la falta de respuestas?
Durante estos siete años mi vida se ha vuelto de carreras. Correr a las instituciones a exigirles -antes les pedíamos porque teníamos miedo- que actúen. No hay agentes investigadores que realmente se preocupen por la desaparición de una persona, peor los fiscales. Tener 10 fiscales en el caso de mi hija y siete años sin respuestas… La primera fiscal se lavó las manos diciendo que espere a mi hija en casa, que Juliana ha de regresar, que se ha ido con el enamorado, que ha de estar embarazada. Sé la clase de hija que crié y me dolió que, en lugar de investigar, la mayoría de fiscales dio credibilidad a los pastores de la Iglesia.
¿Por qué?
Porque ellos empezaron diciendo que Juliana era una chica con malas amistades, de roqueros, raperos… Para empezar, roqueros y raperos no son malas amistades. No hay que discriminar de esa manera. Luego que Juliana se fue de la Iglesia porque tenía un enamorado. Y no era así. Los fiscales creyeron todas sus versiones… Y a nosotros no. Jonathan C. presentó un certificado del Cuerpo de Pastores de Quito, diciendo que es una excelente persona. Lo peor es que el Presidente del Cuerpo de Pastores de Quito le otorgó ese certificado, sin saber quién era Jonathan C. Y ninguno de los 10 fiscales investigó, le dieron credibilidad por ese documento.
A pesar de esa inoperancia, ¿confía en el sistema?, ¿confía en que van a llegar esas respuestas?
A pesar de todo, no me doy por vencida. Todavía no se ha logrado la sentencia. Fuimos con pericias técnicas, pruebas fundamentadas ante la Fiscalía General y ahí se logró que al menos la fiscal número 11, Mayra Soria, nos escuchara. Ahí ella logró que se den otros pasos firmes y está cerca de una etapa de juicio. Exigimos que miren todas las pruebas, el tiempo que ha pasado y que Jonathan C. Sea sentenciado.
Tras la entrada de Soria al caso, Jonathan C. habló de un lugar donde habría enterrado los restos de Juliana, pero no coincidió… ¿Qué significó eso para ustedes? Estar cerca, pero no, de nuevo.
Para mí fue una burla, totalmente. Que esa familia y Jonathan C. se burlaban en nuestra cara de nuestro dolor, de nuestros sentimientos, de nuestro sufrimiento.
¿Por qué tanta saña?
No lo entiendo. No entiendo por qué hay personas que no se valoran a sí mismas ni a su familia. Esta persona tiene una hija, tiene una esposa, pero ni siquiera pensó en ellas. No entendemos. Pienso que al no darnos el lugar exacto, hasta ahora, es porque encubre a su familia o a otras personas. ¿Qué pasó? ¿Qué le hizo a mi hija, realmente? Él dice haber ido a arrojar el cuerpo de mi hija, pero ¿por qué no se encuentra? ¿Por qué hay otros restos? ¿O acaso es un asesino en serie?
¿La justicia tampoco puede determinar el perfil criminal de esta persona?
Sí tienen el perfil criminológico. Es una persona misógina. Es un obsesivo. Un manipulador. Todo eso. El doctor Ítalo Rojas lo tenía desde un inicio. Él nos dio un informe que decía: por cualquier circunstancia, si Juliana está retenida en algún lugar, muerta, o lo que fuera, el único culpable o responsable es el pastor Jonathan C. Sin embargo, no hicieron nada ante ese informe.
¿A qué autoridades responsabilizan de que el caso de Juliana campoverde haya llegado a este punto sin respuestas?
A los fiscales y agentes investigadores. Ellos tenían que haber investigado con celeridad, con responsabilidad, con eficacia. En el caso de una persona desaparecida los primeros días son circunstanciales para poder dar con el paradero. Cuando yo les decía: investiguen los números de teléfono de los pastores, porque ese era el entorno social de mi hija, no hicieron triangulación de llamadas… Después de seis años y cuatro meses se logró hacer un allanamiento y se encontró un registro de llamadas del pastor Jonathan C. Se logró hacer la triangulación y ahí es fácil darse cuenta de que fueron negligentes. Los fiscales no trabajaron con diligencia, habiendo sospechas, información que nosotros mismos les dábamos. Casi siete años y todavía no tenemos a Juliana…
¿Qué significa ser madre de una persona desaparecida?
Dolor. Incertidumbre. Impotencia. Mi vida nunca volverá a ser igual.
Si se logra el objetivo de recuperar los restos de Juliana, ¿cuál sería el siguiente paso?
Primero, tenerle a mi hija, al final aunque sean sus restos. Llorarla y ponerla en un lugar digno donde merece estar, porque mi hija no es una basura para que esté botada, arrojada en ese lugar donde dice él. Eso sería el paso para la familia. Y dejarla descansar en paz.
Es imposible reparar esta situación…
No… No hay nada. No hay dinero, no hay nada que sane… El dolor y el vacío no se llenan con nada. La reparación integral sería para seguirle buscando.
¿Se siente capaz de perdonar?
El tiempo lo dirá. Ahora no me siento capaz, ni siquiera puedo asimilar todo esto. A veces hasta pienso que mi hija va a regresar y eso me mantiene con fuerzas: pensar que algún día golpeará la puerta… Pero, ¿perdonar? Solamente que me ayude Dios. Mi anhelo es encontrar a mi hija. Y que la justicia divina se encargue de esa persona.
¿Ahora confía más en la justicia divina que en la terrenal?
Sí. Confío en la justicia divina aunque hayan pasado años. Sigo confiando en Dios. Será él quien me devuelva a mi hija.