Por César R. Espín y La Barra Espaciadora
Oxfam acaba de publicar su más reciente informe (18 de enero del 2016), en el que muestra el abismo cada vez mayor que hay entre las personas más ricas del planeta y el resto. Tan solo 62 personas en el mundo tienen más riqueza que la mitad de la población más pobre, alrededor de 3,6 millones de personas. Dicho de otra manera, el 1 por ciento ahora tiene más que lo que posee todo el resto de habitantes del planeta.
Oxfam publicó su informe justo antes de la reunión anual de multimillonarios en el Foro Económico Mundial en Davos, una lujosa estación de esquí en el corazón de Suiza.
El informe de Oxfam dice que los paraísos fiscales son un gran problema, sin embargo, su informe expuso una cifra que no es exacta y propone que solo un tercio de la riqueza total está escondida en estos paraísos. Oxfam citó la investigación basada en un único conjunto de datos del Fondo Monetario Internacional, mostrando la suma de 7,6 trillones de dólares escondida en paraísos fiscales. Pero en el 2012, James S. Henry, execonomista en jefe de McKinsey, la consultora más importante del mundo, mostró que la cifra es de al menos 21 trillones.
El informe de Oxfam cita las palabras del multimillonario Warren Buffett, cuando reconoció, suelto de huesos, que «en la práctica él paga menos impuestos que ninguna otra persona de su oficina, incluyendo a la persona encargada de la limpieza y a su secretaria personal». Buffett es considerado uno de los más hábiles inversores en el mundo en distintos sectores económicos. Habría que demandar del informe de Oxfam si estas firmas o corporaciones multimillonarias no gozan de normas gubernamentales políticas y favores oficiales que las protegen.
El resultado del estudio de Oxfam sobre estas cifras de desigualdad predice que la riqueza continuará acumulándose en la parte superior de la pirámide, gracias a las reglas de los respectivos gobiernos. Pues son la gran mayoría de los gobernantes del mundo quienes crean, facilitan y alientan las normas que regulan la actividad económica.
Esta tendencia no puede continuar para siempre. El crecimiento de ingresos y riqueza en manos de unos pocos, con el tiempo, implica que este grupo de afortunados poseerá todo lo que se produce en el planeta. ¿Qué interés tendría todo el mundo en trabajar para el beneficio de pocos? Y, sobre todo, ¿cuánto tiempo más puede durar una práctica que acelera de manera fatal la desigualdad en el mundo entero? La gente tiende a aceptar y a aguantar estas inequidades y desigualdades por mucho tiempo, pero la historia nos muestra que, al final, el resultado es siempre el mismo: una reforma pacífica o, más probablemente, una revolución sangrienta. Lo que hace falta en todos los informes de prensa del reporte de Oxfam son explicaciones de por qué cada año los más ricos de los ricos obtienen una tajada cada vez mayor de riqueza mientras que los trabajadores ven disminuida su rebanada. ¿Por qué la concentración de la riqueza se incrementa a vista y paciencia de todo el mundo? La respuesta es simple: ¡políticas de gobierno!
Los grandes ricos se hacen más ricos porque la mayoría de los gobiernos en el mundo han puesto en funcionamiento reglas que lo permiten, mientras los trabajadores deben ver en declive sus remuneraciones y sus beneficios. Los responsables parecerían ser fantasmas, seres invisibles contra quienes nadie puede enfrentarse. ¿Acaso los precios del petróleo fluctúan tanto por su propia cuenta? ¿No tienen nombre los responsables de los altísimos precios de los medicamentos en el mundo, por ejemplo?
El mismo informe de Oxfam es claro, eso sí, al hacer las recomendaciones finales con respecto al sector de la industria farmacéutica, pues demanda «modificar el sistema mundial de investigación y desarrollo y de fijación de los precios de los medicamentos para garantizar el acceso de todas las personas a medicamentos adecuados y asequibles», y lo explica enseguida: «La dependencia de la propiedad intelectual como único estímulo para la investigación y el desarrollo otorga a las grandes empresas farmacéuticas el monopolio de la elaboración de los medicamentos y la fijación de precios de los mismos, lo cual incrementa las diferencias entre ricos y pobres, además de poner vidas en peligro». ¿Acaso los gobiernos han diseñado e implementado políticas públicas lo suficientemente sólidas como para arrebatar a las empresas farmacéuticas la toma de decisiones sobre los precios de los medicamentos? ¿Cuántas personas mueren cada año por no tener el suficiente dinero para comprar las medicinas que su médico les ha recetado?
Algunos de los compromisos que Oxfam incluye en su informe, aunque no sean vinculantes para los gobiernos, son estos:
- Negociar un nuevo tratado mundial sobre investigación y desarrollo.
- Incrementar la inversión en medicamentos, incluidos los genéricos a precios asequibles.
- Excluir lar normas de propiedad intelectual de los acuerdos comerciales.
- Desvincular la financiación de investigación y desarrollo de la fijación de los precios de los medicamentos para acabar con los monopolios de las empresas.
- Garantizar financiación suficiente para investigación y desarrollo de los tratamientos más necesarios, y que los medicamentos resultantes sean asequibles para todas las personas que los necesiten.
- Modificar el sistema mundial de investigación y desarrollo y de fijación de los precios de los medicamentos para garantizar el acceso de todas las personas a medicamentos adecuados y asequibles.
Descarga aquí el Informe completo de Oxfam 2016.
Las reglas que diseñan nuestros gobernantes son complejas para nosotros pues son sutiles. Por ejemplo, en China –con su extraña mezcla de dictadura comunista y empresa capitalista–, los ricos se benefician de la despiadada supresión de derechos de los trabajadores, hacen caso omiso de las leyes ambientales y son cómplices de una catástrofe ambiental que convierte a este país en el mayor emisor de CO2 de todo el planeta Tierra.
En Inglaterra, las normas fiscales permiten que los ricos disfruten de sus riquezas no gravadas, mientras que el resto debe tributar para apoyar la infraestructura que los londinenses ricos requieren.
En Estados Unidos, las complicadas redes de subsidios trabajan sincronizadamente para enriquecer a gente tan distinta como el mismo Warrent Buffett o el jugador de béisbol Alex Rodríguez, quienes usan las utilidades que llegan a cobrar a los clientes por los impuestos, las cuales no tienen ningún tipo de regulación. Estos subsidios e impuestos fantasma siguen funcionando placenteramente ante la ceguera voluntaria de los políticos.
Es cierto: muchos líderes han reescrito leyes para que puedan acoplarse legalmente a las necesidades de sus bolsillos y a los de sus amigos. Este sistema permite grandes incrementos en contribuciones de campaña así como puestos de trabajo para los compadres y la familia a cambio de escribir nuevas reglas que favorecen a los ya favorecidos. El xenófobo candidato presidencial republicano Donald Trump no se cansa de recordar al público de las muchas veces que ayudó a los políticos para ampliar su fortuna.
Mientras todos continuamos luchando para pagar las cuentas de fin de mes, los grandes ricos agregan cada vez más monedas a su piscina de oro como si estuvieran enfermos. Pero, hay que decir que esos pocos no llegan ahí por sus habilidades o su suerte solamente, sino que vienen con nuestro implícito permiso, pues somos nosotros quienes votamos por los políticos que escribirán las reglas de su gran juego.
Estas son las personas más ricas del mundo, según Forbes, a marzo del 2015:
- Bill Gates: US$79.200 millones. Origen de su fortuna: Microsoft
- Carlos Slim: US$77.100 millones. Origen de su fortuna: telecomunicaciones
- Warren Buffett: US$72.700 millones. Origen de su fortuna: Berkshire Hathaway
- Amancio Ortega: US$64.500 millones. Origen de su fortuna: Zara
- Larry Ellison: US$54.300 millones. Origen de su fortuna: Oracle
- Charles Koch: US$42.900 millones. Origen de su fortuna: sectores varios
- David Koch: US$42.900 millones. Origen de su fortuna: sectores varios
- Christy Walton: US$41.700 millones. Origen de su fortuna: Wal-Mart
- Jim Walton: US$40.600 millones. Origen de su fortuna: Wal-Mart
- Liliane Bettencourt: US$40.100 millones. Origen de su fortuna: L’Oreal
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