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Por Julia Chávez / @JuliaChavezB
Son las tres de la tarde del 25 de julio. A la sección Eventos de Facebook me llega una nueva invitación: la Pokequedada’. El objetivo es lograr un récord mundial con la mayor concentración de jugadores de Pokémon Go, en la Plaza El Sol, de Madrid. Pero, ¿qué es Pokémon Go? ¿Qué es una Pokequedada? ¿Por qué se le debería dar ese grado de importancia al punto de querer lograr un récord?
La invitación me sorprende. ¿Ser parte de un récord mundial? ¡Wooow! Pero, ¡momento! ¿Yo que nunca serví para encasillarme, que no me siento de la generación Y ni de la X ni de los Millennials o de la generación Nini (Ni estudia, ni trabaja)? ¿Yo, que a duras penas he sido adicta al Tetris? Lo confieso: nunca jugué Mario Bros ni FIFA ni ese en el que unos luchadores gritaban ¡oriuken! ni Guitar Hero. ¡Vamos, si ni siquiera me va bien en la máquina de carros! Peor bailando a saltitos sobre piezas de colores al ritmo de tonaditas chinas. Mis dos últimas hazañas fueron en la sala de bolos de un centro comercial, donde luego de fracasar entendí que no estoy hecha para el juego…
Sin embargo, debo reconocer que siempre ha sido para mí una pasión aquello de ver cómo las personas se comunican y giran alrededor de la novelería. Me encanta ver cómo su comportamiento y su lenguaje giran en torno a estas ‘revoluciones’ del juego y –cual zombies– son consumidos al ver en esa ‘realidad’ su forma de vida.
Antes de la Pokequedada, charlaba con dos chicos, uno de 15 y otro de 13. Tras saludarme para romper el hielo mientras íbamos en el auto, preguntó uno de ellos: ¿cuántos Pokémones tienes? Quería hacerme la entendida en el tema, así que respondí con otra pregunta: ¿cuáles tienes tú? Y comenzaron con una larga lista, con sus poderes, qué hace cada uno y, sobre todo, cómo se los caza. Casi suplicando le pedían a su madre el celular con plan de datos para buscar Pokémones. Eran un par de niños corriendo por todos lados y gritando: ¡Ahí está, no te muevas, atrás tuyo hay uno! Me sentía como en un manicomio y no podía contradecir a los enfermos. Ellos vivían su realidad mientras que en la mía no era lógico correr sin rumbo siguiendo señales y vibraciones del móvil… Ninguno de nosotros era dueño de ninguna verdad. La realidad de cada uno dependía del lado en el que nos encontráramos: delante o detrás de la pantalla del celular.
La madre tenía el control: el único celular con internet. Por eso los sobornaba, los chantajeaba, les obligaba a no decir malas palabras, les hacía comer, todo a cambio de entregarles –como si se tratara de sus dosis de droga– el celular para que continuaran jugando Pokemon Go.
¿Qué hace –me preguntaba yo, muy confundida– que esta virtualidad los llevé a reunirse, a correr, a caminar tras la pantalla de su celular, que vibra cada vez que detecta un Pokémon, sentirse morir si la batería del teléfono se agota, llegar al borde de la histeria si colapsa la conexión e incluso discutir por saber quién tiene más ‘puntos’? La virtualidad –me respondía en silencio– es su lugar. Si no te unes a ellos, pierdes.
Este juego de realidad aumentada es el primer contacto real con Pikachú, un personaje de ficción y de videojuego que apareció en 1996, y con todos los demás personajes que lo acompañan.
(Para saber más acerca del juego, da click AQUÍ).
Cada jugador es un cazador que elige estar en uno de tres grupos. El jugador recopila pequeños pokémones que pueden aparecer en cualquier lugar de la ciudad, guiado por el GPS del celular.
La Pokequedada concentró a estos jugadores en un solo lugar público, en una misma fecha, hora y lugar. Es que en menos de dos meses, este juego lleva 75 millones de descargas, pero esta cita en Madrid obligó a que cientos de personas, la mayoría de entre 12 y 35 años, salieran de sus casas para pasar de la virtualidad absoluta al contacto físico.
Cada vez que un usuario descarga esta aplicación, entrega a los desarrolladores del juego importante información sobre sus hábitos personales, les da referencias de con quién interactúa, cuál es su ubicación e incluso cuánto gasta en sus tarjetas de crédito o débito adquiriendo herramientas y personajes para ser más competitivo. El precio de cada bono extra varía de entre 99 centavos hasta 99 dólares.
A la Pokequedada de Plaza El Sol, en Madrid –el primer gran evento alrededor de este fenómeno mundial que moviliza a millones de usuarios–, asistieron 5 000 mil jugadores. La temperatura a las 6 de la tarde alcanzó los 38 grados centígrados a la sombra y ellos continuaban ahí, cazando a sus criaturitas virtuales. Pero, para alguien de montaña como yo eso era el Infierno mismo. Lo mejor fue recluirme y ver la transmisión en vivo del gran evento.
Julia Chávez es periodista quiteña. Su pasión por las letras le llevó a trabajar como bibliotecaria y luego a estudiar Periodismo en Ecuador. Ese es su estilo de vida desde hace 14 años. Es magíster en Comunicación Corporativa y en Comunicación, Imagen y Reputación. En España hizo estudios como Especialista en Gobierno y Campañas Electorales. Es adicta a: #RedesSociales, #ComunicacionPolitica, #Neuropolitica y la #CocinaDeAutor