Por Adriana Bucheli / @Adri_Maye
Invertir 11.000 millones de dólares para mejorar la infraestructura deportiva de un país sede del Mundial de fútbol podría sonar descabellado… o no.
Esa fue la suma que invirtió Brasil, y luego del 7-1 contra Alemania, eso debe doler. Mucho más si tomamos en cuenta que de ley los brasileños esperaban quedarse con la Copa, pero, como decía un profe: ¡naranjas fantas! Y, seguro que esos cientos de miles de manifestantes que protestaron en las calles contra la inmensa inversión ahora dirán: “¡elé, toma por shunshos, perdieron el Mundial y nos dejaron más jodidos!”.
Es que sifff, los panas jodidos en salud, educación y transporte, mientras que las autoridades quedan bien con el mundo metiendo harta plata para el Mundial… Medio desconsiderado, ¿no? Digo eso porque el Gobierno de Brasil informó que el déficit presupuestario primario para mayo llegó a ser el más amplio de su historia, con 10 502 millones de reales, que equivalen a unos 4 770 millones de dólares. Ese déficit primario es la diferencia entre gasto corriente en bienes y servicios y el ingreso total de todos los impuestos por transferencias de pagos.
Brasil sí tenía previsto ganar una platica con el Mundial, pero todo se complica si la FIFA y sus filiales quedan totalmente exentas de impuestos en la sede misma del evento deportivo, que de deportivo ya casi no tiene nada… Ese detallito se calcula que representa unos 250 millones de dólares menos de ingresos por concepto de impuestos. Y aquí viene la preguntita de cajón: ¿le quedaron ganancias a Brasil con el Mundial?
Veamos: las perspectivas del Gobierno de la Dilma Rousseff eran mover unos 30 000 millones de dólares y tener un aumento del 3,6% en la llegada de turistas. Además, ella creía que podrían generarse unos 47 900 empleos (eso sí, la mayoría temporales, porque acabado el Mundial, chao laburo). Y las cosas no fueron tan mal, si pensamos que la actividad en los bares brasileños subió un 30% durante el Mundial. Pero las cifras reales de toda la economía del país durante la Copa están aún en revisión, así que quizás no todos los sectores tengan porcentajes así de chéveres. Así son las cosas, ¿no? No se puede esperar andar ganando siempre por la vida…
Ahora, claro, uno sí se pone a pensar que los 280 millones de dólares para tener un lindo estadio en Manaos -en el que solo se jugaron cuatro partidos- pudieron servir para mejorar el sistema de salud de esa misma ciudad de 2,5 millones de habitantes. Algunos dirán, “¡yafff, no te quejes, que dicen que van a hacer que el bello estadio se convierta en una bella cárcel provisional…”. Nada mal, asumo, aunque me quedan mis reservas del caso…
La cosa es que esta vaina del Mundial ha sabido mover billete y en forma. Por ejemplo, la FIFA, antes del último partido entre Alemania y Argentina, confirmó que esta Copa del Mundo resultó la más costosa, pero a la vez la más rentable. La Asociación futbolera se hizo de casi 4 500 millones de dólares solo por ingresos que llegaron de la mano de acuerdos con patrocinadores, cadenas de televisión, servicios de hospitalidad y por la entrega de licencias.
Claro que la plata se reparte, pero como dice mi abue: “el que reparte se queda con la mejor parte”. De esos ingresos solo cerca de 360 milloncitos de dólares le llegan a las federaciones de cada país participante como parte de la bolsa de premios en efectivo. El resto pa’ las arcas de la FIFA, que -paradójicamente- es desde su creación una organización sin fines de lucro.
Así que los países participantes sí se llevan su cualquier tonterita a la casa. Ahí está Alemania, que por ser campeón carga un premio de 35 millones de dólares, mientras que a los argentinos les toca 25 millones, a Holanda 22 millones y a Brasil apenas 20 millones. Un poco baja la ganancia de los futbolistas brasileños frente a la colosal inversión de la Dilma…
Para los que pasaron a cuartos de final el premio es de 14 millones de dólares, para los que llegaron a octavos es de 9 millones y para los quedados en la fase de grupos van 8 millones. “Todos con plata en mano, y así nadie se queja”, pensarán los panas de la FIFA.
Obviamente, y como corresponde, el billetito va para los que sudaron la camiseta. Como la FIFA deja que cada país vea cómo se premia a los seleccionados, los teutones, por ejemplo, ofrecieron 408 000 dolaritos a sus jugadores como bono, y así el resto se reparte como se puede.
Y ni hablar de los equipos dueños (odio la palabrita) de los jugadores, que también reciben su tajada de un presupuesto de 70 millones de dólares previsto por la FIFA. A esitos les toca un reconocimiento de unos 2 800 dólares en promedio por cada día que uno de sus jugadores estuvo en el Mundial. Pero para que no haya injusticias, la plata se reparte a su vez entre el equipo actual donde pelotea el muchacho en cuestión y el club en el que haya jugado durante la etapa de eliminatorias, dos años antes de la Copa Mundial.
Por supuesto que los ecuatorianos también cargamos nuestros centavitos por ser parte de esta celebración cuatrianual del fútbol. A los seleccionados de la Tri les caen 4,8 millones de dólares por haber clasificado, monto acordado durante las eliminatorias. Además de eso ya les repartieron 2 millones de dólares que provinieron de la compañía Full Play, propietaria de los derechos para la señal de televisión de los partidos que juega como local la selección ecuatoriana. Y a la hora de repartir los 8 millones que le toca al Ecuador por la participación en el Mundial, el 60% del premio fue para los seleccionados, fuera de lo que ya les dieron en la etapa eliminatoria.
Uno oye sobre toda esa plata y piensa en todo lo que haría, ¿no?… Aparte de comprarse la casa, el carro y pegarse un viajecito cualquiera por el mundo, sí se podría hacer unas dos que tres cositas más… Así, suavecito, solo con la inversión de Brasil en estadios, nosotros cubrimos el déficit previsto para este año de más de 5 000 millones de dólares, y nos sobraría la plata. Con esa diferencia le pagamos el préstamo a Goldman Sachs y cubrimos los 2 000 millones en bonos que emitimos en medio Mundial. Y seguiría sobrando. Pero nada que ver… No vimos toda la plata que movió la Copa sino solo en el despliegue que nos mostró la televisión. Lo mismo les pasó a los brasileños de a pie, porque lo gastado está gastado y el Mundial ya se acabó… Ahora solo nos queda pensar en Qatar.