Por Yalilé Loaiza/ @yali_loaiza
Conversando con los Candidatos es el proyecto de diez estudiantes lojanos –de las tres universidades que hay en Loja: UNL, UTPL y UIDE– que busca llevar la política a la calle. A través de un conversatorio y de varias tertulias con los candidatos a asambleístas por Loja, cristalizaron la iniciativa que –según dicen– continuará una vez que pasen las elecciones del 19 de febrero.
Por videollamada, conversé con Carlos Torres, uno de los organizadores. Él estudia Psicología en la Universidad Nacional de Loja y perteneció a la Escuela de Formación Política y Escuela de Participación Ciudadana, donde incluso ha dictado talleres. Él en Loja, yo en Quito. Me contó que la iniciativa de forjar un espacio horizontal para debatir temas de interés colectivo mediante un conversatorio-debate con los candidatos a asambleístas nació junto a su amigo Lucho Gutierrez.
El grupo estaba en un bar de Loja y, mientras tomaban una cerveza, decidieron buscar nuevas plataformas para politizar a la ciudadanía. “Así deberíamos conversar sobre política”, dijo Pablo. “La política debería ser horizontal”, agregó Carlos. Pero, “no bastaba con el conversatorio, por eso nacieron las tertulias”.
Un conversatorio es una reunión concertada para tratar un tema específico; mientras que una tertulia es una reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o distraerse.
Si bien el conversatorio-debate que se realizó el 11 de enero tuvo un formato distinto –los asistentes pasaban al micrófono y preguntaban al candidato, sin filtro alguno–, las tertulias #DesnudandoALaAsamblea proponen que los candidatos y la ciudadanía, mientras disfrutan de una bebida, como iguales, pueden discutir sobre temas distintos al plan de trabajo del candidato: el aborto, la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario, por ejemplo. Con las tertulias, la relación de poder yo candidato, tú votante se rompe porque, incluso físicamente, todos están al mismo nivel.
A las tertulias asistieron los candidatos a asambleístas provinciales Rubén Bustamante (Alianza PAIS- ARE), Ramiro Armijos (Partido Sociedad Patriótica), Jeannine Cruz (CREO), Patricio Saavedra (Fuerza Ecuador), Esteban Sarmiento (Partido Socialista Ecuatoriano), Gabriel García (Acuerdo por el Cambio). Seis representantes de los diez partidos que tienen candidatos a la Asamblea en Loja participaron.
El moderador es el primero en preguntar al candidato “para que entre en calor”. Luego, los asistentes a la tertulia y otros que están en la cafetería intervienen también en el interrogatorio. Hay preguntas cómodas y hay otras un tanto incómodas. Por ejemplo, al candidato de Sociedad Patriótica, Ramiro Armijos, le preguntaron si creía en Lucio Gutiérrez. Él contestó que no militaba y que realmente creía en el partido liberal. Al candidato por Alianza PAIS-ARE, Rubén Bustamante, le preguntaron sobre cultura. Al ver que no respondía, la persona que preguntó le reclamó: “pero no me está contestando lo que le pregunté”.
Pablo Ruiz, abogado, máster en Análisis de Discurso por la Universidad de Barcelona, editorialista y docente universitario, fue el moderador –o el ‘adorno’, como él dice- del conversatorio-debate y las tertulias. Con él me reuní en Quito. Mientras tomábamos un café, me dijo que “la política se da en todos los espacios” y que en el país existe “apatía política”, porque aún se mantiene un concepto cerrado de ella, solo hablamos de esta “cuando una persona está en campaña o en un cargo público”.
Las conversaciones se dan en una cafetería diferente cada semana, se buscó lugares que estuvieran abriéndose campo en el sector comercial de Loja. Los espacios eran alternativos, rústicos, nada muy mainstream. Las cafeterías que prestaron el espacio para las tertulias fueron Lemon Trip, La Mancha de Don Quijote, La Huerta Café-Arte, Go Coffee Fruit, y Madriguera Café Art Shop.
Cuando le pregunté a Carlos sobre el lugar, me dijo que, además de ‘aterrizar la política’, buscó “politizar a la gente que no se politiza”. Según él, los resultados fueron buenos: “Hubo gente que fue una vez, se enganchó con el tema y acabo siguiéndonos. Otras personas iban esporádicamente y otras asistían de acuerdo a la afinidad que tenían con algún candidato”.
Cada tertulia es grabada y luego colgada en redes sociales. Al momento, la tertulia con mayor reproducciones en Facebook (935) es la que tuvo a Gabriel García, candidato a asambleísta por el Acuerdo Nacional por el Cambio.
Otros ejemplos del uso de redes sociales como espacios para hablar de política, en Ecuador, son el programa de entrevistas El Castigo Divino –con 10.067 suscriptores en YouTube– y Me acuesto con la Banda –con 1.198 fans en Facebook–. En España, el programa Otra Vuelta de Tuerka –con 141.475 suscriptores en YouTube–, es otro referente de estos mecanismos comunicacionales que nos permiten llevar la discusión política a las redes sociales. Todas buscan objetivos que guardan similitudes. Entre los objetivos principales de las tertulias en Loja está el de devolver el poder a la ciudadanía.
Loja es tan chiquita que aún se pueden hacer cosas grandes. Podemos crear un paradigma de sociedad civil empoderada- Pablo Ruiz Aguirre.
De Loja para el mundo…
Loja es la novena provincia con mayor concentración de votantes (392.431), no obstante, no es ‘atractiva’ a la hora de hacer campaña. Carlos y Pablo coinciden en que es hora de descentralizar la política, es decir, que la concentración del debate político se haga en todas las ciudades y provincias, no solo en las principales del país.
Mientras hablaba con Carlos –y pese a las interferencias propias del servicio de internet–, me dijo que “Ecuador vive una trilogía: Quito, Guayaquil, Cuenca”. También me recordó la historia de nosotros, los lojanos, porque “Loja, sin ser un ente protagonista del panorama político, empezó a generar cosas interesantes como la creación de la Casa de la Cultura, que luego fueron ancladas a nivel nacional”. Nombres de lojanos como Benjamín Carrión, creador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana; Pablo Palacio, escritor y uno de los fundadores de la vanguardia en Hispanoamérica, y Matilde Hidalgo, primera mujer en ser médico y ejercer el voto en Ecuador, aparecieron en la conversación.
Al ser un municipio pequeño –piensan Pablo y Carlos–, Loja presenta oportunidades de proponer y manejar proyectos con facilidad. En cuanto a las tertulias, “es un poco plantear desde el olvido y decir: ¡Hey! Aquí estamos”, me dice Carlos. Pero lo más importante es “que la política no sea algo que se hace solo en Carondelet o en la Asamblea o en esos escritorios, sino que sea algo que se viva en la calle”. El ‘plan’ sería –según Carlos– “llegar a una plaza, sentarnos con taburetes y hacer ahí la tertulia”. Puesto que en las calles, en los negocios, en los institutos educativos, es donde está la ciudadanía y no se puede reducir su participación política a la época electoral.
En esas cafeterías donde la gente pudo compartir con los candidatos, la dinámica moderador-candidato-público desubicó a quienes aspiran una curul en la Asamblea. Pablo me contó que “al candidato le incomoda un nuevo espacio”. Pues “es muy diferente que te subas a un atril que te garantiza una relación de poder y legitimidad. Cuando lo pones (al candidato) de manera horizontal, se vuelve vulnerable. En el caso de los ciudadanos, creo que les gusta porque sienten que tienen poder”. Según lo observado en las tertulias, a los candidatos les incomoda tener a los ciudadanos tan cerca –al mismo nivel– y que estos los cuestionen directamente sobre su gestión, ideología política, planes de trabajo, etc.
Es necesario politizar a la gente, no partidizar, para que la gente empiece a tomar decisiones políticas- Carlos Torres
El público de las tertulias son ciudadanos de a pie que buscan un espacio para cuestionar a quien promete cambio. Los asistentes tienen diferentes profesiones y oficios. Algunos son estudiantes o docentes universitarios, otros trabajadores informales, conductores o comerciantes.
Pablo tomaba su capuccino y yo preguntaba. Entre las ideas que en ese momento brotaban, me dijo que con iniciativas como estas “se humaniza la política en el electorado (…), no es un voto, sino una voz”.
El público real –porque también llegaban simpatizantes de cada partido acompañando a los candidatos– encontró un nuevo espacio con las tertulias. El ver al candidato tomando un café o una cerveza, al mismo nivel, en una mesa como la de ellos, hacía que el miedo o el recelo desaparecieran. “Hay una responsabilidad sobre eso, una cosa es dar ese espacio y otra es cómo se utiliza ese espacio”, me dijo Pablo, refiriéndose a los planes futuros.
Sobre las cafeterías donde se hicieron las tertulias, Carlos contó que el trato con los dueños fue verbal –no presentaron oficios o firmaron contratos, solo contaron la idea y los dueños accedieron a prestar el espacio–. Fue “ganancia” para ambas partes, porque al colectivo le daban un espacio y ellos hacían publicidad en redes sociales. También, al inicio de la tertulia, decían datos sobre la cafetería: “Nos encontramos en La Huerta, este local tiene dos años, hace cerveza artesanal. Si están dispuestos y quieren colaborar, gasten su dinero en una cerveza”, dijo el moderador en una de las tertulias. Además, Pablo dijo que esto servía para poner en la palestra a lugares que están abriéndose campo en la ciudad.
Aunque por ahí a alguien la tertulia no le gustó, y llegó a cuestionar “con qué preparación ellos vienen a hablar de política”, Carlos y Pablo saben que no están para agradar a todo el mundo. Ellos tienen ya experiencia en proyectos similares. Carlos organizó un conversatorio con candidatos a la concejalía en Zamora Chinchipe. Pablo, por su parte, fue parte del proyecto piloto Banco del Tiempo, que consistía en instaurar un intercambio de servicios entre ciudadanos, en base al tiempo. Según Carlos, el resto de integrantes del colectivo tienen hojas de vida similares.
“Política no solo hace un grupo élite de la población –dice Carlos–. Política hace la señora de la tienda, el señor que conduce el bus. No podemos reducir la participación política a ir a votar”.
Y, ¿cuando se acaben el café y la cerveza?
Mi conversación con Carlos finalizaba y el capuccino de Pablo se terminaba. “¿Habrá más tertulias?” era la última pregunta de mi lista. Ambos respondieron con un “sí”.
Después del 19 de febrero, planean un observatorio legislativo, una veeduría constante a la labor de los asambleístas electos. Se comparará la “agenda simbólica” –lo que propusieron– con la “agenda sustancial” –lo que hacen–. “Así no tienes candidatos que han estado 8 años en la Asamblea y te vienen a hablar de cambio”, advirtió Pablo.
Carlos me contó que realizarán alianzas con productoras para que provean de equipos necesarios para grabar las futuras tertulias. Hasta el momento la producción ha sido estrictamente de los organizadores, pero creen que es necesario que ‘expertos’ manejen el tema para ellos preocuparse de otras cuestiones. Sin embargo, Pablo dijo que lo que hacen “es muy rústico” y quieren mantenerlo así.
Las tertulias continuarán pero no necesariamente con personajes políticos. Como dijo Pablo, “si política es todo, entonces no lo hagamos solo con políticos. Hagámoslo con gente icónica y con gente no icónica, que no tienen palestra”.
Una sociedad civil que busca nuevas plataformas para discutir temas de interés es la nueva tendencia. El desprendernos de la mirada despectiva y desinteresada que tenemos frente a la política y el saber que cada uno, desde su espacio, la hace es importante para asumir nuestro deber ciudadano. Si bien formamos parte de una democracia representativa, como comunidad tenemos la responsabilidad de ser veedores de quienes ocupan una curul, y también es nuestra tarea proponer espacios de diálogo y plantear soluciones. Citando a Pablo, “si política es todo, empecemos por el debate” y qué mejor que debatir con un café o una cerveza, que “son la prueba de que Dios quiere que seamos felices”, como dijo Benjamin Franklin.