Por Daniel Ortiz / @EscribidorEC

El presagio de la muerte convertido en verbena

¡Llegó la hora de disfrazarse! Zapatos de tacón, minifalda, peluca, medias nailon, bragas, pestañas y senos postizos, maquillaje, labial… ya todos los accesorios están listos para que los hombres sean los protagonistas de la ceremonia pagana de nochevieja, la noche más sexual, permisiva y fiestera del Ecuador.

Es 31 de diciembre y las viudas lo saben, lo añoran. Con la ayuda de sus esposas, novias, madres, hermanas, tías, hijas, amigas, etc., cientos de ecuatorianos “salen del clóset” temporalmente para velar a su marido, ‘El Viejo’. El Año Viejo que fallecerá a las cero horas del 1º de enero.

Este luto no encarna tristeza, pese a que el monigote -de viruta o de papel- se encuentra solitario, en el claroscuro de la cripta fúnebre construida con hojas secas de eucalipto. No. La noche de fin de año es un instante de irreverencia, donde las viudas se toman las calles para bailar sin cesar, exhibir sus atrevidos escotes, provocar con sus curvas y cortejar a los desprevenidos transeúntes.

El ritual suele comenzar a las 18:00 en los barrios populares. Hasta el último instante, los más seguros desafían a los más temerosos para que se vistan de viudas y colaboren pidiendo caridad para el Viejo que se muere. Disfrazarse es una cuestión de valentía, de hombría, casi tan arriesgada para algunos como darse de puñetes o saltar de un avión en paracaídas. 

150492_10200457539720057_1942738264_n_1La subversión de vestirte de mujer en un país de ‘machos’

Aquellos que no temen travestirse disfrutan del rol adoptado: contonean sus cuerpos, sienten la textura de su vestimenta, se mueven al compás de la música y se estremecen bajo la incesante luminosidad navideña.

No pocos choferes y peatones huyen despavoridos ante la presencia de las viudas. Este comportamiento es entendible en un país que se dice de buenas costumbres y que vive abrazado a la idea cristiana de rehuir al pecado, un país que apenas despenalizó la homosexualidad en la Constitución de 1998, y que en los noventas vejó y encarceló a travestis y roqueros por el delito de tener el pelo largo.

El travestismo de Fin de Año surgió en Ecuador como sacrilegio y mariconada en los años setentas, en el contexto de las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 y de las luchas del movimiento hippie. Quienes se disfrazaban eran señalados, ridiculizados, incluso golpeados, pero esta expresión se tornó irreversible por rendir culto al cuerpo humano y redimir la feminidad.

Los tiempos han cambiado. Las luchas de los grupos LGBTI han dado sus frutos, incluso a favor de los heterosexuales. Hay deudas históricas y reivindicaciones pendientes, pero también conquistas y evoluciones. El travestismo, crossdressing, se ha institucionalizado en nochevieja y, ahora, familias enteras asisten felices al espectáculo de las viudas de Fin de Año.

La viuda piensa conscientemente: soy un lanzado, no me ahuevo a salir de mujer, a lanzarle un piropo al vecino enojón, a subirme al bus a coquetearle al conductor. El rol adoptado no es tan inocente: supera el reto que se adquiere con los amigos. Está implícito pero va más allá de la parodia y del desfogue social.

Los cuerpos subversivos entonces irrumpen y el transformismo de nochevieja hace posible el tránsito hacia una nueva vida social, más allá de la dualidad impuesta por la Iglesia. Como sostiene la antropóloga Lisset Coba, en su artículo Fin de Año: noche de viudas alegres, “solo los insolentes se travisten de mujer, solo los audaces se atreven a subvertir el poder que les asignó un género”.

El fin de año sexuado, agrega Coba, es el escenario donde lo popular se subleva para exponer un dolor burlón, en contra de los poderes hegemónicos, frente al chauvinismo que aún se resiste a aceptar que cada hombre lleva una parte de mujer, como explica el músico Ricardo Williams, en su canción Menos Hombre.

Génesis de una tradición pagana

1486677_10200457539800059_2131023732_n_1El travestismo es un término recién acuñado en 1910 por el activista alemán Magnus Hirschfeld, que fue pionero en investigar el deseo erótico al disfrazarse. Sin embargo, el culto al género opuesto ha sido una práctica muy constante y reiterada de la humanidad, incluso anterior al cristianismo.

Estuvo presente en la cultura griega, a través del mito de Aquiles, a quien su madre disfrazó de mujer para que no participara en la Guerra de Troya. También en la leyenda de Hércules, que vivió una historia de amor con la reina Onfalia, con quien invirtió roles, usando su ropaje y ornamentos femeninos.

Pero, el principal representante de la ritualidad femenina ha sido Dionisio, dios del vino. Este hijo de Zeus fue popularizado, en el siglo VII antes de Cristo, mediante el teatro, como el líder de fiestas paganas desenfrenadas y, en consecuencia, sus seguidores vincularon su nombre con el travestismo cultural.

Para el académico Pedro Molina Muñoz, el culto al dios Dionisio –conocido como Baco por los romanos- legitimó la participación en ritos donde los hombres abandonaban su masculina apariencia para transgredir los límites, romper con lo socialmente aceptado dentro de la ciudad, para encontrar un sentido de liberación a través del ruido, la vestimenta, la jocosidad y el baile.

Esta práctica no conllevaba desenfreno total. La regla general era que el travestismo, implícitamente aceptado, se practicara en un momento específico del año, en los cambios de estaciones, en el cierre de ciclos temporales, no más.

El Imperio Romano esperaba con ansias las fiestas de Las Calendas, Las Brumalias y Las Saturnales para incursionar en el culto al cuerpo femenino. Incluso los soldados eran partícipes de estas celebraciones paganas que se han replicado hasta hoy, por ejemplo, en la Fiesta Grande Chiapa de Corzo (México), el Carnaval de Tenerife (España), la Mama Negra y el Fin de Año (Ecuador).

1505305_10200457540160068_2111541876_nTransgresión ante los poderes establecidos

Quizá no lo saben, quizá sea una simple ‘novelería’ o un reto por cumplir, pero las viudas, los crossdresser eventuales, impulsan el desmantelamiento del sistema sexo–género, como señala Antonio Rubio, en la investigación Teoría queer y excesos de la masculinidad.

Los actos performáticos del sujeto devenido en travesti contribuyen a transgredir los lineamientos del patriarcado. Sin embargo, no necesariamente acarrean la deconstrucción del sistema histórico de poder, dice Judith Butler, en Cuerpos que Importan.

Quizá no estamos ante un acto revolucionario del tipo Lili Elbe, pero las viudas de un país andino, atravesado por la línea equinoccial y educado con el catolicismo recalcitrante, rompen con el orden establecido, transforman la sociedad con pasos certeros.

Como indica Liset Coba: “La contrahegemonía se viste de mujer, de cuerpo indisciplinado. Los cuerpos subversivos resignifican el mundo (…) La razón se desborda. Viudas desvergonzadas, complacientes, dan rienda suelta al gusto por lo excesivo. Sexualidad presuntuosa de la moral tradicional, se desdobla en voluptuosidad que se excede; placentera escapa a las normas conservadoras, atenta contra la ley del ‘viejo’”.

La escenificación, agrega Coba, no solo es la simple inversión de los roles masculino-femenino, sino el des-encubrimiento de la feminización simbólica del pueblo, puesto que “solo los cuerpos rebeldes infunden desconcierto”.

Año tras año, en Quito, Guayaquil, Cuenca, Portoviejo, Machala, Ibarra, en tantas ciudades del país, aumenta el número de viudas. Sin lugar a dudas, el colofón esperado de este ritual es el desentrañamiento de la feminidad masculina, así como un aumento en los niveles de respeto y tolerancia hacia los grupos LGBTI.

¡El 31 de diciembre ha llegado! Prepárense para disfrutar de un Fin de Año sin parangón en el mundo. Alisten sus monedas y su mejor sonrisa, que el espectáculo de las viudas ecuatorianas es cada vez mejor.


Daniel Ortiz es un latinoamericanista, candidato a magíster por la Universidad de Salamanca, España; licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central del Ecuador. Ha trabajado en varios medios de comunicación públicos y privados. También ha sido elaborador de discursos políticos. En el 2010 ganó el segundo lugar en el Premio Periodístico a la Investigación en Propiedad Intelectual, organizado por la Cámara de Comercio Ecuatoriano-Americana. En el 2016 fue considerado como becario de la Unión Europea para Estudios Avanzados de Comunicación Política, en Ginebra, y de la Fundación Academia Europea de Yuste para Estudios Iberoamericanos, en Extremadura.

1 COMENTARIO

  1. la parte q dice q los choferes y trausentes huyen. no tengo nada en contra de esta tradicion ecuatoriana q se ha vuelto algo importante en las celebridades de fin de año, el problema esq algunos de estos señores q se visten asi alguno no todos, con el chiste te meten las manos en los bolsillos y ni cuenta te das q te han robado a mi me paso dos veces, repito no todos son asi, algunos son hasta groceros cuando uno se dice no tengo por poco ya te mandan golpeando, porq en cada esquina se ponen y no se tiene para todos.

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