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En 2021, Magaly Cabezas, funcionaria pública con nombramiento en la Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias (Conafips), fue diagnosticada con depresión y ansiedad por desavenencias laborales, acoso y constantes vulneraciones a sus derechos maternos, mismas que comenzaron a registrarse con el nacimiento de su primera hija. Con su segundo hijo todo empeoró, terminó enfermando y planteando medidas legales para defenderse.

Esta historia refleja el sentido y la vigencia de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (1 al 7 de agosto), una conmemoración que este año lleva por lema: Amamantar y trabajar: ¡hagamos que sea posible! Paradójicamente, ahora mismo, más de 500 millones de mujeres trabajadoras en el mundo no cuentan con la protección esencial de las leyes de sus países, según la Organización Panamericana de la Salud.

La odisea de Magaly se remonta a 2019, cuando nació su primera hija y solicitó licencia sin remuneración para cuidarla, lo que no fue visto con buenos ojos por su equipo de trabajo. La situación se agudizó cuando, un año después, en diciembre de 2020, reportó al departamento de talento humano que estaba embarazada por segunda ocasión.

Durante su periodo de gestación la cambiaron, sin mayor explicación, del área donde se desempeñaba en el Conafips; extendieron sus horarios y la cargaron de trabajo, especialmente una de sus compañeras. Ahí tuvo su primera amenaza de aborto.

La institución realizó un segundo cambio administrativo y retornaron a Magaly a su unidad de origen, pero esa misma colega, que antes la cargaba de trabajo, se convirtió en su nueva jefa.

Tras la pandemia empezó el retorno presencial, pero Magaly aún alimentaba a su niño de cuatro meses con leche materna. Pese a la sentencia 319 de la Corte Constitucional, emitida el 5 de agosto de 2020, que entrega una protección especial a las mujeres con estas condiciones, la institución le exigió dejar el teletrabajo y ella se vio forzada a pagar una guardería que recibiera a sus dos hijos: “Me decían que esa sentencia no aplicaba para mi, que no pertenecía a ningún grupo vulnerable y debía estar en la oficina”.

Magaly buscó ayuda psicológica porque empezó a tener insomnio, dolores de cabeza y una profunda tristeza. Fue diagnosticada con depresión y, después, derivada al psiquiatra. Pese a presentar su caso a las autoridades y pedir redistribución de trabajo, la carga no disminuyó y recibió su primera sanción por incumplimiento de labores. Ella asegura que la indujeron al error al no entregarle la información que pidió, con anticipación, para elaborar varios informes.

El lactario de la institución, que ya existía en el subsuelo 1, se abrió por pedido de Magaly. El tener que ausentarse para extraerse la leche también le generó conflictos con su jefa y otros superiores. Lo cierto es que el Acuerdo Interministerial No. 003 entre los ministerios de Salud Pública y del Trabajo establecen que una mujer puede acudir al lactario cada dos horas durante 20 minutos.

Magaly planteó una acción de protección por la vulneración de todos sus derechos, pero le fue negada. Apeló y tampoco obtuvo una respuesta favorable. En marzo de 2023 presentó denuncias en la Junta de Protección y en el Ministerio del Trabajo. Aún espera respuestas.

Inauditamente, este mismo año, por exigir una y otra vez el cumplimiento de sus derechos maternos, fue demandada por acoso laboral. La persona que interpuso este recurso fue su jefa y a ese trámite sí se le dio curso. Además, Conafips abrió un sumario administrativo por injurias cuando Magaly expuso públicamente su caso en su cuenta de Twitter.

Ella y otras 26 mujeres forman parte de un grupo de WhatsApp llamado Fuerza Materna. Son madres trabajadoras que han sufrido la vulneración de sus derechos en su periodo de lactancia y que han presentado acciones legales, lamentablemente, sin efecto.  

“Por ser madres no se pueden acabar nuestra profesión y nuestros sueños de desarrollarnos en diferentes roles. (…) Nosotras, las mamás, somos la fuente para que las juventudes vayan creciendo con éxito”.

Mamá
Las mamás que conforman el grupo ‘Fuerza Materna» mantienen cercanía. Se apoyan y contienen junto a sus familias. FOTO: cortesía.

Amamantar es un reto

Según la encuesta Ensanut de 2018, a medida que el nivel de instrucción de la madre es mayor, la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida disminuye. La data dice que el 50,2% de las mujeres con estudios superiores completaron la lactancia exclusiva en este periodo, versus el 63,1% de mujeres con educación media o bachillerato.

Uno de los motivos para dejar la exclusividad de la lactancia durante los primeros seis meses son las presiones que aparecen en el retorno a la vida laboral después del permiso de maternidad de 12 semanas.

Otro caso de vulneración de derechos maternos es el de Graciela Ramírez mientras laboraba en el Municipio de Quito. La jefa de recursos humanos quería obligarla a trabajar en horario indefinido. La persecución y la presión la llevaron a cambiarse de trabajo por un sueldo inferior, pero con el alivio de llevar su periodo de lactancia en paz: “Acá (en su nuevo trabajo) tuve una jefa maravillosa, me dio oficina privada con puerta real, no de vidrio, para mi privacidad, me dejaba llevar a Hugo a mis clases, me daba buenos horarios”, rememora.

Yadira Morejón, Directora Nacional de Alimentación Saludable y Nutrición del Ministerio de Salud Pública (MSP), reconoce que aún hay dificultades para que se cumplan con los periodos de lactancia de las mujeres al incorporarse al ámbito laboral, pero asegura que la institución trabaja para promover la lactancia desde varios ámbitos.

Por ejemplo, dice que se ha capacitado al personal de salud, logrando en un 90% de casos el apego inmediato del recién nacido con su madre al momento del parto. Además, junto al Ministerio del Trabajo (MDT) se trabaja en una normativa para la implementación de lactarios en empresas públicas y privadas que estará lista en septiembre. Al momento existen cerca de 19 mil lactarios, según el MDT, y el MSP ha certificado alrededor de 9.500.

¿Qué dicen las especialistas?

La Ley Orgánica del Derecho al Cuidado, que entró en vigencia en mayo de 2023, ampara a las madres con 12 semanas de periodo de maternidad y 12 meses con jornada reducida a seis horas de trabajo para la lactancia. Que una madre siga alimentando a su hijo es una tarea conjunta, en donde interviene la familia, el Estado y la sociedad.

Mamá
Las madres ecuatorianas que forman parte del grupo Fuerza Materna luchan para que se les reconozcan sus derechos maternos.  FOTO: cortesía.

Así lo cree María Isabel Yánez, coordinadora general de Centro Savia, un espacio de apoyo para la lactancia materna y el embarazo. Observar este proceso con “un gran angular” y con información suficiente dice que es lo más recomendable para concientizar que un parto respetado es clave para asegurar una lactancia exitosa.

“En el primer contacto de madre e hijo se produce esa descarga de oxitocina y el bebé empieza a ser consciente que no está viviendo en el ambiente húmedo y desarrolla sus instintos más básicos que son el de búsqueda y de succión”.

La especialista asegura que esto no siempre sucede, menos en casos de cesáreas en los que los bebés son alimentados con leche de fórmula, por creerse, erróneamente, que la madre no puede producir leche. A todo este panorama se suma el desconocimiento de la legislación por parte de los empleadores y la pérdida de confianza de la madre al recibir comentarios negativos de su entorno acerca de su capacidad de alimentar a su pequeño. “Todavía tenemos enfermeras que le dicen: ‘usted no tiene pezón, no va a poder dar de lactar o no tiene nada de leche’. La madre, al estar en un estado vulnerable y con una tremenda baja hormonal, lo cree”.

María Isabel también forma parte del grupo Fuerza Materna y de otro chat con alrededor de 300 madres, en los que brinda apoyo constante a estas mujeres en la lactancia, así como en su capacidad de alimentar y criar. Esta constante voluntad de apoyar a sus pares surgió hace muchos años atrás, cuando sufrió violencia obstétrica al dar a luz a su primera hija: “No quiero que más mujeres pasen por lo que yo viví. Ellas necesitan contención, escucha y estar informadas sobre sus derechos”.

Emilia López, consultora en lactancia materna y fundadora de Mamánta, concuerda con ello y añade que en el país hacen falta políticas públicas robustas que amparen a la madre y a sus hijos: “En Ecuador no se da el peso suficiente al impacto que tiene la lactancia en una persona. Hay diferencia entre los niños amamantados y los niños alimentados con fórmula en cuanto al nivel de coeficiente intelectual, y a largo plazo son adultos que van a ser mucho más productivos y económicamente  más estables porque la lactancia fomenta el vínculo y genera mejores relaciones”.

De hecho, la leche materna es un fluido vivo, cambiante, que se produce a partir de la sangre de la madre. Tiene grasas, carbohidratos, vitaminas, células madres y anticuerpos que previenen enfermedades a futuro.

Emilia aclara que hay que romper mitos respecto al tema. Todas las mujeres pueden alimentar a sus hijos. Apoyar a las madres y cuidar de su salud mental es clave para que crezcan niñas y niños sanos, así como fomentar espacios públicos en los que las mujeres puedan amamantar a sus pequeños sin cuestionamientos.

“Lamentablemente, los senos están absolutamente sexualizados. Vemos por aquí, por allá, mujeres con senos voluptuosos que participan en marcas de carros y cerveza, pero nos horrorizamos viendo a una mamá dar de lactar en público”.

Mamá
María Isabel Yánez, coordinadora del Centro Savia, brinda asesoría en lactancia materna y también apoyo emocional a las madres y padres.

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