Por Gianella Sánchez y Koya Shugulí
Este 8 de marzo, como cada año, celebramos la lucha de miles de mujeres alrededor de todo el mundo por lograr la igualdad de género. En el caso de las cuencas sagradas amazónicas, una región de 35 millones de hectáreas de bosque amazónico entre Ecuador y Perú, la lucha por la defensa de los territorios y la conquista de derechos tienen rostro de mujer. Son ellas quienes día a día han impulsado una lucha sostenible, no solo por ellas sino por la defensa de sus conocimientos, saberes y derechos colectivos que hoy las convierten en guardianas de la Amazonía.
La creciente explotación que no solo daña al medio ambiente
Con el paso de los años, se han incrementado las actividades ilegales en la Amazonía, la apertura de carreteras, explotación de madera, la minería, entre otras amenazas que se repiten a lo largo de este bosque tropical. Estas actividades también han significado el incremento de la violencia de género en el territorio indígena. La Iniciativa Cuencas Sagradas propone realizar un proceso de concientización y sensibilización para visibilizar los impactos sociales de los megaproyectos en las comunidades.
El rol de las mujeres indígenas frente al cambio climático
La intensificación de las actividades extractivas, la escasez de alimentos debido a las aguas contaminadas, problemas de salud en la piel, afectación en las siembras y alta incidencia de inundaciones, son problemas actuales que enfrentan las mujeres amazónicas en sus territorios.
Frente a ello, urgen acciones para recuperar los conocimientos ancestrales, y fortalecer las capacidades de las mujeres en la gobernanza, para consolidarlas en procesos como la construcción de los planes de manejo de recursos de manera sostenible, y proyectos que consoliden las actividades que ya realizan dentro de sus comunidades, como la formación de asociaciones de mujeres artesanas en las comunidades, lo cual les permite tener autonomía económica y a la vez, genera un uso sostenible de los recursos del bosque.
Inequidad de derechos
Las mujeres indígenas se encuentran en mayor desventaja para desarrollarse plenamente, en comparación con los hombres. Diversas condiciones comprometen desfavorablemente el proyecto de vida de niñas, adolescentes y mujeres indígenas. En Ecuador, la mujer indígena tiene la mayor tasa de pobreza por ingreso (49,3%), mientras que los hombres indígenas alcanzan la cifra de 48,4%. 5 de cada 10 indígenas son pobres por ingresos, es decir viven con $84,82 mensuales. Pero los hombres indígenas cuentan con un día completo libre más que las mujeres. La mayor carga de trabajo no remunerado la tienen las mujeres indígenas (55,8%). Y también, la menor tasa de afiliación a la seguridad social (18,8%). Mientras que, en Perú, según el Informe sobre la situación de los derechos de las mujeres indígenas de la Defensoría del Pueblo, de cada 10 mujeres indígenas en edad laboral, 7 no tienen ingresos propios porque realizan labores que no son remuneradas, como trabajos en el hogar o en la agricultura; por lo que dependen de sus parejas o de los padres de sus hijos, ya que alrededor del 30% son madres entre los 15 y los 19 años. Esta problemática aunada a que muchas de las mujeres indígenas no logran alcanzar nivel educativo alguno, les genera una desconfianza para asumir cargos de liderazgo en sus organizaciones, las deja sin herramientas para romper con un ciclo de inequidad de oportunidades, de encontrar una vida digna.
Violencia familiar y abusos sexuales dentro de los territorios
La violencia familiar también ha tenido un crecimiento significativo, las mujeres denuncian ante los líderes de su comunidad, pero no son escuchadas ni protegidas. No hay una reparación real para la víctima, no recibe acompañamiento psicológico ni se denuncia estos casos a nivel judicial. Esta práctica es aplicada en la gran mayoría de las comunidades, donde los líderes no permiten la intervención de la policía ni de la Fiscalía sin su consentimiento, e interpretan que el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) les reconoce la justicia comunal en el territorio indígena, convirtiendo esta herramienta legal en un arma de doble filo para los pueblos indígenas, ya que se podrían vulnerar los derechos de las mujeres indígenas.
En Ecuador, las mujeres y niñas indígenas son las que figuran con la mayor tasa de violencia de género, en relación con sus pares mestizas y de otras etnias (67,8%). En el Perú, no existe una base de datos de casos de violencia sexual con la variable étnica.
Una líder indígena es vista con esperanza por sus comunidades frente a la creciente violencia en la Amazonía ante la expansión de actividades ilegales, por ello es importante que se promueva la participación de las mujeres en la vida política, en la defensa de su territorio, además de involucrarse en la protección y promoción de la salud y educación intercultural. Ellas son el rostro vivo de las Cuencas Sagradas Amazónicas y su lucha por la protección permanente del bosque amazónico determinará el futuro para todo el planeta.
*Este artículo es una colaboración de la Iniciativa Cuencas Sagradas (ICS).
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