Por Fernando Escobar Páez / @efrapaez
Hoy, que se publica este artículo; hoy, 21 de mayo del 2015, este disco icónico cumple su mayoría de edad. Se esperaba que fuera un suicidio comercial para la banda y fue lanzado con pocas expectativas, dado su carácter bizarro y militante, pero hoy forma parte de la cultura popular de Occidente.
El ordenador encendido como
una página en blanco, como OK computer.
Como esto que es un cielo de animaciones suspendidas.
Como un pliego de nieve envuelto en la punta de una estaca sobre
la pupila: en largas cánulas sobre el tejido visual.
Eso es decir estoy de vuelta: la realidad está dentro: la realidad
está fuera, pero dentro. Estoy solo como estoy solo dentro de mi
mente que es lo que lees.
Juan José Rodinás (“Intermezzo Thom Yorke progresivo”. “Cromosoma”).
21 de mayo de 1997, Tokio:
Una sociedad lejana donde los individuos se suicidan a diario porque no pueden competir con los algoritmos que les han quitado el trabajo y viven en minidepartamentos llenos de pringosas muñecas inflables que ocupan menos espacio que una costosa esposa. Ese fue el lugar escogido por Radiohead para lanzar el disco que aniquilaría al comercial y facilón concepto de “rock alternativo” made in David Geffen, magnate de la industria discográfica que –apuntalado por MTV- inventó la categoría[i].
Hasta antes de esa fecha, Radiohead era vista como otra banda típica de la invasión británica que se tomó los charts americanos apenas el cadáver de Kurt Cobain –y con él, todo el movimiento grunge– era metido al ataúd. Debutaron con un disco pop guitarrero cursi pero bien construido, “Pablo Honey” en 1993, el cual fue un fracaso en el Reino Unido[ii], pero pegó duro en los Estados Unidos con la canción “Creep”, de cuya letra lo mejor que se puede decir es que parece escrita por un quinceañero rosado con ganas de cortarse las venas, pero que no tiene idea de cómo sostener el cuchillo.
Tras ese debut tan poco prometedor, sacan un EP de transición y en 1995 sorprenden con “The Bends”, un disco sólido y salvaje lleno de momentos cumbre como “Just”, donde Jonny Greenwood logra uno de mejores solos de guitarra de los noventas, la metafísica desoladora de “Street Spirit”, y su intimista crítica al consumismo en “Fake Plastic Trees”, por citar tan solo a las canciones que, gracias a brillantes videoclips, fueron las más visibles del disco.
“The Bends” fue aclamado por la crítica especializada y por el público, mas no por el mainstream discográfico, que veía en Thom Yorke a un tipo poco dócil, con una visión artística chocante… Pero no podían “matar a la gallina de los huevos de oro” por más que esta manejara un discurso antisistema, sea albina y de rostro levemente deforme. Consideraban a Radiohead una rareza necesaria e inofensiva, la banda que por sus letras depresivas estaba destinada a cubrir el espacio dejado por Nirvana, en un público que no estaba al alcance de los fanfarrones Oasis o de los –entonces- festivos Blur.
Se vendió la idea de que Radiohead era “brit pop para adultos”, les obligaron a salir de gira como teloneros de Alanis Morrisette –que de rockera tiene lo mismo que Yorke de guapo: nada- y las cajas registradoras reventaron, tanto como la paciencia de Yorke y los suyos. Con todo esto se germinó el disco que borraría de la faz de la Tierra al cada vez más acartonado rock “alternativo”.
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Lo más importante para mí es que realmente podíamos recurrir a hacer sólo otra miserable, morbosa y negativa grabación lírica, pero en realidad yo no quería eso, en absoluto.
Thom Yorke
A mediados de 1996, sin ningún plan en concreto más que el de escapar del mundillo musical, decidieron producir su nuevo disco ellos mismos. Esto, inicialmente, provocó ciertas fricciones debido al carácter autoritario y perfeccionista de Yorke. La solución llegó cuando reclutaron a Nigel Godrich, quien había sido asistente del ingeniero con el que grabaron “The Bends”. Compraron un estudio móvil de grabación y se fueron a grabar a la campiña inglesa, lejos de todo. Ni siquiera tenían baño o un lugar donde preparar la comida, pero consiguieron terminar cuatro temas antes de mudarse a una mansión campestre semiabandonada, en cuyos diversos ambientes podían experimentar reverberaciones pétreas y efectos atmosféricos con mayor comodidad e higiene.
Para explicar el nombre del disco debemos regresar a Japón, donde la banda presenció cómo un empleado de una tienda de discos gritó la consigna “Ok Computer” y espontáneamente todos los presentes empezaron a repetir la frase como poseídos, hasta convertirla en un aterrador y frenético mantra–canción. Esto horrorizó a Yorke, quien empezó a reflexionar sobre cómo el culto a la tecnología y el obligatorio amor hacia la empresa inculcado por los industriales asiáticos degeneran en la pérdida de identidad de los individuos.
Si bien existe una continuidad entre las líricas, estas no fueron concebidas dentro de un marco conceptual –con lo cual se cae el lugar común de la crítica musical que considera al “Ok Computer” como disco heredero del “Dark side of the Moon”, de Pink Floyd- y se gestaron de forma individual y desordenada. Muchas de las canciones se grabaron de una sola toma, con los miembros de la banda tocando juntos. Luego, en la posproducción, se añadieron loops y demás efectos.
Godrich, como productor del disco, dio total libertad para que los miembros de Radiohead experimentaran con texturas sonoras e instrumentos poco usados en el rock convencional. La guitarra eléctrica solo tiene un rol preponderante en dos composiciones: “Paranoid Android” y “Electioneering”. La batería metalizada y los espacios vacíos nos remiten al post punk, pero es en los dosificados jugueteos con música ambiental y electrónica conjugados con la sensibilidad pop donde recae el sello distintivo del disco.
Mérito mayúsculo del “Ok Computer” es la lectura que realiza de la posmodernidad y del capitalismo. Las letras de Yorke prefiguran los males de la globalización y la pérdida de identidad, la correlación de los excesos tecnológicos con la alienación mental de una sociedad consumista. Cabe resaltar que muchas de estas ideas las tomó Yorke de sus lecturas de Noam Chomsky. Con el paso de los años, el cantante radicalizó su discurso y pasó a dirigir acciones antisistema concretas[iii], pero esa es otra historia.
Su discurso político es provocador pero sutil, no necesita gritar que está contra el establishment al estilo de los Rage Against The Machine, o como los viejos hippies sesenteros. Radiohead expresa magistralmente su inconformidad en la lírica minimalista de “Fitter Happier”, donde una voz robótica –estilo Stephen Hawking– repasa una desoladora lista de anuncios comerciales y estados mentales varios. Su mirada desapasionada esconde un juicio de valor feroz, que cuestiona a la sociedad con mayor efectividad que la ira.
“Paranoid Android” parte del malestar ante los falsos modelos de éxito y la violencia con la que actúan los yuppies que se creían dueños del mundo. En su primera versión duraba catorce minutos, pero fue reducida a seis y medio. Seguía siendo demasiado larga para sonar en la radio. Sin embargo, el polémico video de animación realizado por Magnus Carlsson la convirtió en el inesperado greatest hit de la banda.
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When I am king, you will be first against the wall
With your opinions which is of no consequence at all
Ambition makes you look pretty ugly
Kicking and squeeling Gucci little piggy.
PARANOID ANDROID
La cota de tragedia corre a cargo de “Exit Music (for a film)”, la cual fue originalmente compuesta para la versión fílmica posmoderna[iv] de la tragedia shakespereana de Romeo y Julieta. “Subterranean Homesick Alien” invita a escapar hacia nuevos mundos, pero al estilo de los descabellados cultos cuasi religiosos que piensan que una raza alienígena vendrá a rescatarnos de la barbarie. Esta canción se relaciona con la antes mencionada “Electioneering”, donde un líder psicótico arenga a las masas para que le den el poder, tal como sucede en “The Wall”, de Pink Floyd.
A “No Surprises” se le acusa de ser una apología al suicidio, pero en realidad su texto tiene connotaciones políticas, es un llamado a derrocar a los gobiernos: Bring down the government / They don’t, they don’t speak for us[v]. “Climbing of the walls” versa sobre la vida en una institución psiquiátrica, “Let Down” es la depresión que se produce en los atascos de tránsito y “The Tourist”, una autoinvocación que se hace la banda para bajar las revoluciones y no creerse nunca el papel de estrellas de rock.
Pero no todo es desolación en el “Ok Computer”, hay espacio para sombrías bromas grupales como la que dio origen a “Karma Police”; y se encuentra algo parecido a optimismo en “Airbag” y en “Lucky”, donde el narrador sobrevive a accidentes y regresa como un descreído superhéroe. “Lucky” también puede ser interpretada como un alegato antibelicista.
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El arte del disco fue encargado al artista plástico Stanley Donwood, quien ya había colaborado con la banda en “The Bends” y actualmente –al igual que el productor Nigel Godrich– sigue siendo fijo en todo trabajo discográfico de la banda. Su rol va más allá de lo visual, pues al registrar diarios en diversos soportes plásticos de todo el proceso de producción del disco, su arte dialoga con las líricas de Yorke y colabora en crear el discurso de los discos. La característica de la obra de Donwood es la intervención de anuncios publicitarios, sobre los cuales realiza collages y escrituras alfanuméricas diversas, así como perturbadores dibujitos.
En el folleto del cedé encontramos carreteras, escenas de la vida familiar al estilo vintage, tachones por doquier, la mano en alto de la estatua de un dictador soviético, alienígenas y muchos accidentes de aviación. En cada disco trabaja con una paleta de colores reducida, para “Ok Computer” optaron por blanco hueso y diversas tonalidades de azul.
Hoy, que se publica este artículo; hoy, 21 de mayo del 2015, este disco icónico cumple su mayoría de edad. Se esperaba que fuera un “suicidio comercial” para la banda y fue lanzado con pocas expectativas, dado su carácter bizarro y militante, pero hoy forma parte de la cultura popular de Occidente, hasta el punto que este año acaba de ingresar a la Biblioteca del Congreso de los EEUU, honor reservado para poquísimos discos de rock.
Dada la postura antisistema de Radiohead, de seguro dicho homenaje les resultó molesto o irónico –en el mejor de los casos–, no así el que reciben a diario de parte de miles de seguidores, quienes desarrollan poemas y aplicaciones web a partir de este álbum. “Ok computer” ha envejecido con elegancia y ha motivado el surgimiento de varias bandas, lo cual para Yorke en su rol de músico-activista constituye un tributo mucho más alto que el gubernamental.
Los trabajos posteriores de la banda, “Kid A” (2000), “Amnesiac” (2001), “Hail to the Thief” (2003), “In Rainbows” (2007), “The King of Limbs” (2011) e innumerables sencillos, proyectos paralelos, discos solistas, soundtracks, han seguido la línea trazada por el “Ok Computer” y no han escatimado riesgos. Desde el 2007 decidieron que no necesitan de ningún sello disquero: tienen una trayectoria fuera de toda discusión, credibilidad, y millones de fans desesperados por lados B y material fresco. A finales del 2014 se anunció que Radiohead entró a estudio para grabar un nuevo disco. Como sus dos trabajos anteriores, será autopublicado por fuera de la industria. Se espera que su lanzamiento sea a finales del presente año.
[i] La estrategia de Geffen es convertir en cool a unos grupos que, sin él, seguirían siendo demasiado hard rockers o demasiado alternativos para el gran público… Con Geffen, el hard (rock) se vuelve soft. Su genio: haber hecho posible la comercialización sin matar el cool. Al contrario, la comercialización hace que se venda. «El cool es el hip más el éxito comercial». – MARTEL, FRÉDÉRIC, “Cultura Mainstream: Cómo nacen los fenómenos de masas”, (Taurus-pensamiento, España, 2011, pag 135).
[ii] La prensa inglesa catalogó a Radiohead como “una imitación cobarde de una banda de rock”.
[iii] Al margen de apoyar varias causas como la lucha por la crueldad hacia los animales, la liberación del Tibet, contra la guerra de Iraq, y al movimiento Occupy Wall Street, entre muchas otras, defiende y fomenta la libre descarga de su música por internet, motivo por el cual Radiohead ya no firma contratos con ninguna casa discográfica y pone a disposición de la gente sus nuevos discos de forma gratuita en internet. Recientemente participó en la producción el documental “UK Uncut” contra la evasión fiscal de políticos, empresarios y artistas británicos a través de paraísos fiscales.
[iv] “Romeo + Julieta” (1996), dirigida por Baz Luhrmann.
[v] No sorprende que varias teorías de la conspiración se hayan fraguado alrededor de las supuestas intenciones protervas de las letras de Radiohead, como la realizada por la Iglesia Bautista de Westboro, en Kansas, EEUU, la cual durante el año 2012 exigió que Radiohead use su talento para “la gloria de Dios”, pues consideran que sus letras actuales atentan contra los valores cristianos.
Fernando Escobar Páez (Quito, 1982) es poeta, narrador, periodista y criador de gatos. Ejerce dichas profesiones al estilo primo Pedro Delgado: sin título, pero con fe de niño y maña de serpiente (Licen Paccha dixit). Ha publicado los libros Los Ganadores y Yo (2006), Miss O’ginia (2011), Miss O’ y otras parafilias normales (2013), y Escúpeme en la verga (2013). Su dizque obra consta en varias antologías de poesía dentro y fuera del país. Colabora con varios medios impresos y digitales, así como en fundidas de losa y cualquier evento que incluya trago gratis para los participantes.
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