Por La Barra Espaciadora @EspaciadoraBar
Con la misma velocidad con que explica y justifica la gestión económica del gobierno de Rafael Correa, Patricio Rivera suele pasar de coles a nabos, especialmente cuando se trata de sus temas favoritos: la macroeconomía y la Revolución Ciudadana. A veces, si se le pregunta sobre A, él responde sobre B, y cuando debería referirse a B habla de la Z…
Es economista de la Universidad Católica de Quito, tiene 35 años y fue abanderado del Instituto Nacional Mejía. Es un ex Mejía que jamás tiró una piedra y un revolucionario que, por ahora, cree que recibir créditos del Banco Mundial y contratar los servicios de Goldman Sachs puede financiar proyectos y presupuestos.
De las decenas de izquierdas posibles, el joven ministro ecuatoriano se adscribe a esa línea que usa como eslogan «el ser humano por sobre el capital». Su inspiración ideológica está influenciada por Rafael Correa. Lo recuerda con cariño como ministro del gobierno de Alfredo Palacio, entre abril y agosto del 2005.
Desde el ventanal sin cortinas de su despacho, en el piso 12 de uno de esos edificios pelucones de la avenida De los Shyris, se ve una Quito moderna. Junto a su escritorio hay un estandarte que no flamea; sobre la pared, el cuadro de su jefe y modelo nos sonríe y vigila.
Es martes 14 de octubre. El ministro coordinador de la política económica nos recibe muy amable.
La Barra: ¿Por dónde empezamos, ministro? Nos contaron que le gustan las micheladas.
El ministro: Muy de vez en cuando me tomo una michelada; además, ahora hay una que la hacen en Ecuador, producto nacional, y la venden en el Supermaxi. Así, usted ya no tiene que estar preparando, sino que la pone en el jarrito y ya.
La Barra: ¿Eso podría incluirse en un impuesto a las “bebidas chatarra”?
El ministro: Les cuento que no estoy muy seguro, pero pagar por un mal hábito está bien. Es sano para una sociedad impulsar incentivos adecuados. En este momento, hay algunas cosas sobre la mesa que, seguramente, son parte de los debates de la política pública.
La Barra: ¿Y si comenzamos por el tema de la liquidez, ministro?, ¿o por la ejecución presupuestaria?
El ministro: Por la liquidez, ¡perfecto! Vamos por partes. Primero, en este momento hay un debate fuerte respecto de política pública, sobre todo porque estamos viviendo un momento de transformación. Tenemos grupos que están molestos por todo lo que ha pasado en estos siete años…
Ya sin las risas protocolarias que provocó la mención de las micheladas, el ministro Rivera inicia una mezcla de clase de macroeconomía y sabatina, una ráfaga de estadísticas para demostrar las bondades de la Revolución y acallar a los opositores o a la “prensa corrupta”, que de pura mala fe o ignorancia se la pasan criticando. Nosotros, los de La Barra, a un metro de distancia de los cuadritos impresos en A4 que le sirven para su ofensiva, solo movemos la cabeza, asentimos, casi sin entender.
“Esta es la caja fiscal. Lo que ustedes van a ver, básicamente, es cómo funcionaba la caja fiscal hasta antes de este gobierno. ¿Qué notan?”, dice el ministro señalando una hoja que solo puede descifrar él. Un incremento, respondemos. Enseguida, aunque con las proporciones un poco forzadas, continúa: “Con este gobierno hicimos un par de transformaciones estructurales que mejoraron a lo que se llama la Cuenta Corriente Única del Tesoro… No es lo mismo tener 20 litros de agua repartidos en 20 vasitos el momento de un incendio, que tener esa misma cantidad de agua en una cisterna, con una manguera. ¿Cuál es la más eficiente? Es la misma cantidad de agua, pero es mucho más eficiente tener el agua acumulada en una cisterna, lo mismo pasa en el Estado”.
La retórica del ministro, en su versión de profe, es similar a la de Rafael Correa, con muchos ejemplos, simplificaciones y comparaciones. Lo mismo pasa con el tono para referirse a los opositores. “Por ahí, un empresario bananero anda enojado con nosotros, porque no le gusta lo que le pasó a su hacienda”.
Y topa el tema del empresario bananero (Álvaro Noboa, a quien no nombra) para explicar los beneficios de la política tributaria de “los que más ganan, más pagan”. Tras la descarga, vuelve a cantar sobre sus notas: barras, pasteles, líneas de fiebre, tendencias y demás malabares tecnocráticos que suben y bajan en un eje cartesiano que parecería haber sido hecho más para intimidar que para explicar.
La clase de macroeconomía, sin obviar sus pintas de sabatina, ahora desarrolla el tema petrolero. “Lo que siempre van a decir los de oposición es que este gobierno es suertudo, que como tenía muchísimos ingresos de petróleo, son esos los que sostienen la economía”.
La Barra: Y eso hasta ahora, porque, de lo que se sabe, el precio está bajando por debajo de lo presupuestado.
El ministro se ríe y vuelve sobre sus cuadros estadísticos. Los pone delante de su rostro. Su cabeza, otra vez, es reemplazada por una hoja que lleva impresos unos cuadros. Con una mano sostiene la hoja, con la otra señala las cifras. “Es bueno ver series largas. Barrita azul, ingresos no petroleros; línea gris, petróleo; línea roja, sin renegociación de contratos petroleros; línea azul, con renegociación de contratos petroleros. ¿Qué les dice este gráfico?” Otra vez nos quedamos en silencio, torpes, la contundencia muda del dato se imponía como un mazazo a la intención de traducir a cristiano tanto número.
La Barra: De enero a junio, el Estado tuvo un colchón…
El ministro: Un superávit adicional, una plata adicional. ¿Qué pasó? Que el petróleo se puso en un precio en la proforma y que, en la práctica, fue un poco más alto. Nos pagaron un valor mayor y pudimos financiar cosas. En este momento el mundo tiene una coyuntura diferente: China está en un proceso de menor crecimiento, hay desaceleración, las materias primas que exportamos los países de América Latina tienen un precio más modesto… Eso hace que más países de la región crezcan menos. El promedio de crecimiento para Sudamérica para este año es de 1,8%, nosotros estamos en el 4%. Estamos en el grupo de países que más crecen. Cuando nos hablan de (excesivo) endeudamiento público, mentira; que hay iliquidez, mentira; que no hay liquidez externa, mentira; que todo se debe al precio del petróleo, mentira. Creo que los gráficos son supercontundentes. Si quieren, llévense una copiecita.
La Barra: Para noviembre está previsto un precio de 84,8 dólares, menos que lo presupuestado. ¿Cómo nos afecta eso?
El ministro: No pasa nada. Lo que importa es el promedio. Ahorita está en 83 dólares, por decir algo, pero durante el año estuvo en 90 o 91. En promedio, está por encima del precio de la proforma, tenemos todavía un margen de acción. Los meses en que tuvimos más compensan a los meses en que tenemos menos. No hay motivo de preocupación.
La Barra: ¿Y el 2015?
El ministro: Para 2015, tenemos un tema… Les explico: el problema con el petróleo es que no depende de nosotros, entonces lo último que cerramos en la proforma es eso. Estamos trabajando con un precio, pero puede pasar algo en el mercado internacional.
La Barra: ¿Es muy bajo en relación al precio de este año?
El ministro: Un poquito
La Barra: ¿Cuánto?, ¿hay un rango?
El ministro: Un poquito más bajo, estamos hablando de alrededor de 84 dólares
La Barra: ¿84, 85, 83 dólares?
El ministro: Alrededor de eso, hay que ver cómo está el mercado. Vamos al tema de la deuda, pregunten todo lo que quieran, con confianza.
La Barra: El precio del petróleo está cayendo y hay menos ingresos, por tanto el Estado puede restringir el gasto público. SI la economía, impulsada por el gasto público, se mueve menos, la tasa de recaudación de impuestos será más baja. Además, los créditos de China ya no serán los mismos. Entonces, ¿de dónde sacaremos la plata para el financiamiento?
El ministro: El gobierno ha tomado algunas decisiones sobre endeudamiento superimportantes. Primero, yo por ahí oigo a analistas de oposición que dicen “¡qué caro!, ¡qué terrible!, ¡tenemos vendido el país a China!” ¡Mentira! Estos analistas no se acuerdan que cuando eran ministros. Un banquero, que quiere ser presidente, también fue ministro con índices de endeudamiento público superaltos. Segundo, China tiene una enorme ventaja, en este momento es la economía más grande del planeta, tiene un superávit comercial monstruoso, es la fábrica del mundo, exporta todo a todas partes. Como exporta tanto recibe muchos dólares que luego busca en dónde invertir. China le financia la deuda al gobierno de los Estados Unidos. Aparte de eso, China crece, a pesar de que está en desaceleración, y necesita mucha energía, el crecimiento demanda mucha energía. Por eso estamos haciendo una gran inversión en las hidroeléctricas. Para seguir creciendo, China necesita energía y una forma de energía es el petróleo. Ecuador para su desarrollo necesita financiamiento y tiene proyectos muy rentables. Ellos nos prestan un dólar al 7% o 7,5% y lo ponen en una hidroeléctrica que tiene una rentabilidad del 25%. ¿Qué quiere decir esto? Que se necesita plata. Una familia no es que sale y se compra la casa de contado, salvo que se sea muy pelucón; no es que usted sale y dice me voy a poner un negocio de 500 mil dólares y saco la plata del bolsillo, salvo que sea de una familia muy muy pudiente y de un apellido rimbombante. El normal de lo ciudadanos lo que hacemos es pedir un crédito, lo mismo le pasa a los gobiernos. No es que sacan mañana dinero de los bolsillos. Con China firmamos contratos de crudo. A China le voy a entregar crudo a precio internacional, dejemos super claro eso, y del otro lado nos entregan financiamiento a precio internacional. Entramos en un ganar-ganar, ambos a precios internacionales. ¿Es malo? No, Ecuador tiene de los niveles de endeudamiento más bajos de la región; si usted coge datos de Cepal, es el tercero con menos deuda.
La indignación empieza a notarse en el rostro de Patricio Rivera y el político sale a flote. “Aquí una explicación para todos los que dicen ‘¡se ha duplicado el endeudamiento! ¡qué horror!’. De inmediato, la respuesta la da el profesor: “No es lo mismo que su deuda pase de 10.000 a 20.000 dólares si tiene un carrito de hot dogs que si es la Coca Cola. Para el carrito de hot dogs es una deuda pesada, para la Coca Cola es un error de cálculo, es un chiste de deuda”. Con ello intenta explicar que el endeudamiento debe ser analizado dependiendo de la capacidad de pago del país. “La deuda no es buena ni mala per se”.
La Barra: En el 2007 decíamos que la deuda con el Fondo Monetario y el Banco Mundial sería lo peor, que era un tema de soberanía. En el 2014, en cambio…
El ministro: Depende qué hace con la deuda, en qué condiciones la toma y qué rentabilidad tiene.
La Barra: Da la impresión de que está evadiendo el hablar sobre el quién. Habla de un empresario bananero, pero no dice su nombre; de un banquero, pero no dice su nombre; habla de los créditos, pero no dice quién finalmente es el que da la plata…
El ministro:¡No me digan que nadie sabe quién es el empresario bananero!, ¡que no saben quién es el banquero candidato a presidente!
La Barra: Es preferible que usted mismo lo diga, ¿no le parece?
El ministro: Ustedes lo conocen mejor que nadie, y lo que me encanta de esto es que todo el mundo sabe eso (risas). Es evidente.
La Barra: Sucede que nosotros no los estamos mencionando, los está mencionando el Ministro Coordinador de la Política Económica
El ministro: ¿Quién era superministro de Finanzas en 1999? El señor Guillermo Lasso, que hace unas semanas salió a decirnos ‘¡qué terribles los impuestos!’ Respuesta: él planteó pasar el IVA del 10% al 15% en una de las peores crisis de este país. Cuando la tasa de desempleo era del 16%, cuando había un decrecimiento de alrededor del 8% en el PIB, cuando el nivel de pobreza estaba en las nubes, se eliminaron los impuestos a los yates. ¿Coherencia? Esa era la política que teníamos… Ellos son los que ahora nos dicen ‘¡este gobierno vive poniendo impuestos!’.
La Barra: Sí, lo dicen ellos y también gente como los estudiantes del Mejía…
El ministro: Como exMejía, como abanderado del colegio Mejía, como nieto de un exMejía, como hijo de un exMejía, puedo decir, con toda frontalidad, que lo que necesitamos es que no manipulen a los chicos, que la derecha retrógrada no los utilice y que no trate de sacarlos a las calles para manipularlos, porque eso hacían en mis tiempos.
La Barra: ¿La derecha?
El ministro: La derecha y algunos grupitos políticos que lo que hacían era manipular a los chicos.
La Barra: ¿Usted cuando fue estudiante del Mejía nunca salió a las calles, nunca lanzó una piedra?
El ministro: No, la verdad no. Asistí a unas protestas pacíficas, por ejemplo una por el laicismo, porque creo que era necesario defender el laicismo.
La Barra: ¿Y alguna vez se peleó con alguno del Montúfar, aunque sea de boca?, ¿en algún partido de fútbol o algo así? ¿O quizás con uno del Montalvo? Porque usted es bien del Mejía ¿O no?
El ministro: Yo vengo del Mejía, de ahí tengo los mejores recuerdos de la vida. Me siento muy orgulloso de haber pasado por uno de los mejores planteles de educación del país, con profesores espectaculares… La gente lo que necesita es política pública inclusiva y es el deber de quienes estamos sentados aquí hacer política pública para la gente, creo que eso caracteriza mucho a este gobierno. Ustedes no van a tener aquí a un tipo de sangre azul o sangre de lombriz. Cuando a mí me dicen qué opinas de lo que necesita la política pública, la respuesta es, básicamente, incentivos para que la gente haga las cosas bien y desincentivos para las cosas malas. Ejemplo: si el chico quiere estudiar en el exterior, ¡beca!; si una familia pobre quiere casa, ¡bono de la vivienda!; si una persona quiere fumar, ¡impuesto!
La Barra: ¿Y si quiere protestar, cárcel?
El ministro: En lo de la protesta no quisiera meterme, porque además hay procesos legales de por medio y como autoridad pública tengo que ser muy respetuoso de los otros ámbitos. Pero sí quiero decirles que a mí me duele cómo manipularon a los chicos del Mejía.
La Barra: ¿Por eso judicializar el tema?
El ministro: Repito, la ley existe, como servidor público y ecuatoriano hay que obedecer a la ley. Lo que debemos hacer es lanzar menos piedras y lanzar más ideas, eso es súper importante, el debate tiene que ser para confrontar ideas.
La Barra: Se podría aplicar eso desde las sabatinas
El ministro: Creo que esto se aplica de muchas maneras
La Barra: Sobre todo aquello de menos piedras, menos insultos, menos broncas y más ideas, más argumento, más debate limpio.
El ministro: Si estamos aquí sentados con ustedes es porque creo que existe la posibilidad de conversar, no siempre vamos a estar de acuerdo, a veces ni con mi pareja hay el 100% de acuerdo. El concepto está en que tenemos que generar diálogo y podamos conversar. Pero volvamos al tema de deuda que nos empezamos a desviar.
La Barra: Ok. volvamos al tema. ¿Quién da la plata?
El ministro: El tema de quién… Primero, al Ecuador le tiene sin cuidado las opiniones del FMI o de organismos internacionales. Cítenlo, por favor: la política pública de Ecuador se hace en Ecuador, así de claro. Se ha vendido la idea de que Ecuador quiere financiamiento del Fondo Monetario y no señores, no nos interesa. Ojalá Ecuador nunca tenga que recurrir al financiamiento del Fondo Monetario.
La Barra: ¿De quién nos interesa el financiamiento entonces?
El ministro: A eso voy. Ecuador no le ha pedido financiamiento al Fondo Monetario, Ecuador no está en línea con la política pública ortodoxa de ese tipo de organismos…
El ministro hace un recuento histórico del Fondo Monetario y recuerda cuando Ecuador se sumó al organismo. “Cuando nosotros nos adherimos al Fondo Monetario, firmamos una cosa que decía que tenemos que entregarles información, porque el Fondo Monetario calcula el PIB mundial, hace estadísticas, etc. ¿Qué es lo que dice el famoso artículo cuarto del convenio constitutivo del Fondo Monetario? Que Ecuador tiene que darles información, punto. Ellos no tienen derecho a opinar sobre el tema ecuatoriano, pero tenemos que darles esa información. Lo único que hemos hecho es entregar información, nada más, cumplir con un convenio”.
La Barra: Pero desde el 2008 hasta este año estuvimos en mora con la entrega de esa información.
El ministro: Por una razón: las reglas de cómo se entrega esa información las ponemos nosotros.
La Barra: ¿Qué tan difícil es ponerse de acuerdo en esas reglas?
El ministro: Eso es bien sencillo, el Fondo Monetario tiene unas tablitas que tenemos que llenar y mandar, ellos tienen derecho a repreguntar. Lo que opinen nos tiene sin cuidado, en términos de gestión pública no tienen derecho a opinar. Anótelo por favor: no nos interesa el financiamiento del Fondo Monetario.
La Barra: Esto está claro ministro, lo ha repetido varias veces. El punto es que el financiamiento de otros agentes económicos sí depende de lo que dice el FMI. El Banco Mundial y muchos financistas, por ejemplo, toman en cuenta lo que dice el Fondo Monetario.
El ministro: Lo que hicimos fue: ‘señores, ¿quieren la información? Tengan’. Si a mí me llama un inversionista y es un tipo decente, es bienvenido. Es bueno que vean que estamos creciendo, que tenemos bajas tasas de desempleo y de pobreza. Lo malo sería que cedamos ante presiones de organismos de afuera para condicionar la política pública. El Banco Mundial es un organismo del cuál también hemos sido críticos. Personalmente, me he reunido con algunas de sus autoridades y les he compartido mis críticas.
La Barra: En las épocas de los Mauricios (Mauricio Pozo y Mauricio Yépez, ministros de Lucio Gutiérrez) usted estaba en el Ministerio de Finanzas con ellos…
El ministro: También voy por eso, porque eso es super importante para desmentir un par de mentiras. Lo que el Banco Mundial hizo fue decir ‘Señores tengo plata, ¿alguien quiere? El Municipio de Quito quiere hacer el metro e hizo el acercamiento con el Banco Mundial. Además, nos duplicó el cupo de 500 millones a 1.000 millones de dólares, al 2% y a 30 años, con cero condicionalidad. Si los municipios quieren endeudarse en alcantarillado, agua potable…, ¡que lo utilicen, no está mal! Sobre los bonos, la típica cantaleta de la derecha es que en el Ecuador nadie confía, pero salimos al mercado y tuvimos una demanda que superó muchísimo lo que se esperaba, colocamos apenas 2.000 millones de una demanda que era más de 5.000 millones. La respuesta es sencilla, Ecuador está haciendo las cosas bien. Repito, la deuda no es buena ni mala per se.
La Barra: Claro, el Banco Mundial confía en el Ecuador, los inversionistas confían en Ecuador, se puede emitir los bonos con éxito… porque también hay un aval implícito del Fondo Monetario. A ellos les importa
El ministro: Seguramente habrá inversionistas a los que les importe el tema. A nosotros nos han visitado los famosos organismos internacionales de calificación de riesgos y lo que hemos hecho es entregarles información, porque no es malo que la gente sepa lo que está pasando en Ecuador.
En ese momento, el ministro trae a colación la pregunta sobre los Mauricios. “Hablemos sobre el tema de los Mauricios”, señala.
La Barra: Usted dirá, ministro.
El ministro: Con orgullo lo puedo decir que soy servidor público de carrera desde el año 2000, creo que he sido un buen profesional, me siento orgulloso de ser servidor público, de poner un granito de arena para cambiarle la vida a la gente. No he sido asesor de ninguno de los exministros a los que se les denomina los Mauricios, no me ha contratado Mauricio Yépez, yo ya era funcionario de carrera. Con Mauricio Pozo, si mal no recuerdo, solo entré una vez a su despacho.
La Barra: Ellos lo recuerdan como un funcionario brillante, un buen tecnócrata.
El ministro: Por cierto, jamás he trabajado para el FMI, jamás he trabajado para el Banco Mundial. Que a veces, como al policía le toca entenderse con un ladrón, al funcionario público le toca entenderse con agentes económicos de otras latitudes y que no necesariamente sean coidearios de uno. Ese es mi trabajo, como servidor público yo tengo que hacer lo mejor por mi país. Mi sueldo no lo pagaba el señor Pozo ni el señor Yépez ni el Fondo Monetario Internacional ni el Banco Mundial.
La Barra: ¿Ni el señor Correa?
El ministro: Tampoco, el señor presidente y yo somos servidores públicos, ustedes nos pagan el sueldo
La Barra: ¿Quién fue su mejor jefe en el Ministerio de Finanzas?
El ministro: El ministro Correa. Lo conocí cuando él fue ministro. De hecho, yo le agradezco mucho porque cuando uno sale de la universidad a uno le cuentan una parte de la historia, y él siendo ministro, a pesar de ser una persona tremendamente ocupada, cogió a cargo a unas dos o tres personas para darse el tiempo de explicarnos temas de economía. Siendo PHD en Economía, un tipo con mucha más formación, nos dijo ‘guambras les están mintiendo, les están contando un pedacito de la realidad’. Cuando él fue ministro se dio el trabajo de compartir con nosotros un poco, yo en esa época era director de programación macroeconómica. Debo agradecerle mucho a él, porque nos permitió conocer mucho en el aspecto profesional y personal. Por eso le tengo un cariño especial al presi.
La Barra: ¿A partir de ahí empezó a involucrarse en un proyecto revolucionario, socialista del siglo XXI?
El ministro: Yo tengo que agradecerle mucho al presidente, en ese entonces ministro, porque nos permitió, junto a Fausto Herrera, ahora ministro de Finanzas, involucrarnos más en la política pública. Hay dos o tres cosas que puedo contarles de Rafael Correa, más allá de que sea el presidente. Uno, es un tipo al que le duele la gente pobre. Habiendo conocido a muchos ministros, porque antes duraban seis meses en el cargo, es algo que uno no estaba acostumbrado. Segundo, es una persona tremendamente honesta; alguna vez entré a su despacho cuando estaba devolviendo los viáticos que no había utilizado; Tercero…
La Barra: Ministro, las anécdotas de presidente ya nos las han contado. Nos interesa saber de usted. ¿Desde cuándo es revolucionario?
El ministro: Desde cuándo soy revolucionario… El Mejía nos forma de alguna manera para pensar también en los temas que le interesan a la sociedad. Parte de la formación del colegio Mejía es esa. Lo que debo reconocer es que la universidad me dio más herramientas. Hubiera sido bueno tener toda la película y no solo la mitad. Y… personas que a uno le han permitido formarse, en eso el presidente fue clave.
La Barra: O sea, es revolucionario desde el 2005.
El ministro: Creo que desde el Mejía.
La Barra: En sus tiempos del Mejía leía a Marx, tenía libros del Che en la mochila, ¿cómo era ese revolucionario del Mejía?
El ministro: Voy a ser superhonesto con ustedes. Mi pensamiento en términos económicos se modela mucho más desde que tuve la suerte de tener un ministro progresista, el ministro Correa fue básico. Pensamiento social siempre, pero en tener el instrumental y el pensamiento conocimiento para hacer cambios el ministro Correa fue clave.
Patricio Rivera cuenta que es de los ministros que menos viaja. “No me gusta viajar porque cuando regreso tengo una cantidad de trabajo que ni les cuento”. Pero en sus viajes, de vez en cuando, compra una camisa de marca, algo por el estilo… Lo que no acepta es que se ponga en duda la coherencia de su discurso ideológico y el económico. Muestra con las manos su ropa y dice ‘Dormel, nacional’; se topa lo zapatos y dice ‘Buestán, nacional’.
La Barra: A pesar de su admiración por Rafael Correa, lo que acaba de hacer -eso de Dormel, nacional, y Buestán, nacional- no lo puede hacer el Presidente.
El ministro: De lo que yo me acuerdo, él tiene una particularidad: él no se dedica mucho a su ropa y esas cosas porque no le interesan mucho. A él le dan comprando las cosas, de lo que yo entiendo.
La Barra: ¿Y cómo ve la austeridad, por ejemplo, del presidente de Uruguay, José Mujica, de hacerse atender en un hospital público, de andar en su escarabajo viejo, de nada de marcas frente a lo que el resto tiene?
El ministro: El presidente Mujica es un tipo espectacular, una persona de la que se puede aprender mucho. Yo no soy nadie para criticarle y con todo el respeto que se merece, también creo que se puede ser un poquito más pragmático en algunas cosas. Voy a dar un ejemplo: una hora de mi trabajo, cuando pienso cómo regular las tasas de interés o hacer el crédito más barato, al pueblo ecuatoriano le sirve mucho más que estar atascado en el tráfico viendo donde parqueo.
La Barra: Pero en esa hora va pensando pues.
El ministro: Me encantaría, pero en donde funcionan los instrumentos económicos uno tiene que estar sentado frente a la computadora; si muevo la computadora mientras manejo ¡les juro que me van a multar! Yo respeto al presidente Mujica, es un tipo espectacular, pero sí hay una que otra cosa en la que podría ser más pragmático por quien es él, por su responsabilidad.
La Barra: ¿Y quién es para usted Goldman Sachs?
El ministro: Supongamos por un momento que usted tiene una finca de la que usted solo paga condomino y nunca agua. ¿Es bueno tener la finca?
La Barra: ¿No?
El ministro: Bingo. Sea rico o sea pobre, con ese dinero usted podría haber mejorado las condiciones de su familia. Uno de los activos que el Ecuador tiene que darle uso y ver cómo lo optimiza es el oro. ¿Por qué? Porque es un activo muy estable. El oro desde nuestras culturas prehispánicas ha tenido un valor especial y en el mercado, en la actualidad, no es la excepción. Claro, la gente dice que estamos empeñando las joyas de la abuela, que ¡qué terrible! Y ni son las joyas de la abuela ni estamos empeñando nada. El oro funciona como una garantía pero no lo es. Es algo un poquito más desarrollado lo que hicimos.
La Barra: ¿Estamos inaugurando algo, entonces?
El ministro: Lo que quiero decir es que el oro no es garantía de la operación. Funciona parecido a una garantía, pero no lo es. Es un derivado complejo ¿Qué es lo que hicimos? Tenemos esto, quiero darle un uso, no quiero venderlo. ¿Por qué no quiero venderlo? Porque es un buen depósito de valor. En vez de vender la finca, arriendo la finca, la pongo a producir. Entonces buscamos quién maneje estas cosas. Y adivinen quién es el banco de inversión más importante en el mundo manejando oro.
La Barra: ¿Goldman Sachs?
El ministro: ¡Desgraciadamente! Si ustedes cogen todos los bancos de Wall Street: Goldman Sachs, Merril Lynch, Citibank… Todos, absolutamente todos, tienen cola que les pise en la última crisis. Y mientras no tengamos un sistema en paralelo a la arquitectura financiera internacional, desgraciadamente… Es como que a usted no le guste el Banco Pichincha, el de Guayaquil, el Produbanco, la Corporación Financiera Nacional, el Banco de Fomento, pero en alguna parte debe meter la plata.
La Barra: Y en este caso, ¿el mejor lugar era Goldman Sachs?
El ministro: Lo que quiero decir es que, después de un análisis para ver cómo se rentabiliza de una manera segura, en este caso las barritas de oro, lo que se vio es que los que más experiencia tenían eran ellos. Lo ideal sería algún día tener un banco de los Brics funcionando en un sistema mundial en paralelo. Desgraciadamente, hasta el momento no hay. Cuando haya, créanme que la opción no va a ser un banco en Wall Street, sino un banco en Rusia, Brasil, China o India.
La Barra: Es decir, ¿hoy el mal menor es Goldman Sachs?
El ministro: No quisiera utilizar esas palabras, porque como autoridad pública debo ser muy tinoso, pero me hubiera encantado un banco de los Brics para una operación de este tipo.
La Barra: Cuando empezaba este Gobierno no se hubiera recurrido a Goldman Sachs, al Banco Mundial y demás, ¿hay una contradicción evidente?
El ministro: Mire, nuestro objetivo de política pública es que la gente viva mejor. Si para lograr ese objetivo tengo que buscar la manera más responsable de utilizar la finca que estaba botada y darle un uso y, desgraciadamente… No saben cómo cruzo los dedos para que tengamos lo antes posible el banco de los Brics, el Banco del Sur, pero mientras eso llega, señores, no es responsable no buscar las mejores opciones.
La Barra: ¿Fracasaron las opciones regionales? ¿Y Venezuela y China?
El ministro: China va a seguir financiando al Ecuador. Venezuela está en una coyuntura un poco complicada, que es mejor dejarla para otro análisis; al Banco del Sur estamos impulsándolo, tenemos nuestra platita lista!.
La Barra: ¿El Banco del Sur en lugar de Goldman Sachs?
El ministro: ¡Por supuesto!
La Barra: Pero ese banco no funciona.
El ministro: Desgraciadamente, estos temas toman tiempo. Hay que ser realistas en los tiempos; está caminando, le vamos a dar el impulso necesario, queremos tener un nuevo sistema financiero internacional, pero hay que ser honestos, no se da de la noche a la mañana.
La Barra: ¿El costo de mantener la economía del país es contradictorio con el discurso político?
El ministro: No hay contradicción en el discurso. Tengo que utilizar los instrumentos disponibles en este momento. Cuando tengamos instrumentos mejores, por supuesto que los vamos a usar. Si le digo que mañana vamos a crear una institución financiera realmente popular y solidaria, ustedes seguramente se van a cambiar de cuenta. Pero mientras no haya, en alguna parte hay que tener la plata. No es una contradicción de discurso.
La Barra: Más que de izquierda o revolucionaria, ¿nuestra economía es pragmática?
El ministro: ¿Cómo define usted izquierda? Para nosotros un pensamiento más progre implica algo sencillo: la supremacía del ser humano sobre el capital.
La Barra: Sí, pero mi pregunta va por el lado de que, en la gestión económica, ¿somos más pragmáticos que ideológicos?
El ministro: Tenemos principios, estamos trabajando por la gente más pobre; eso es lo que marca la diferencia.
La Barra: ¿Aunque el dinero venga del Banco Mundial? ¿Ya no importa el quién?
El ministro: Si vienen en excelentes condiciones o sin condicionamientos, respetando la política pública del Ecuador, ¿por qué no?
La Barra: Usted maneja la plata del Estado, ¿qué pasa cuando los ministros o ejecutores no son eficientes y se gastan la plata en cosas que no son necesarias?
El ministro: Nosotros somos los más duros críticos con nosotros mismos. No habrá en la historia un gobierno tan duro en críticas con respecto de nosotros mismos.
La Barra: Eso no lo hemos visto.
El ministro: De hecho, en el gabinete tenemos un momento que se llama consensos y disensos, donde los ministros podemos expresar nuestras diferencias respecto de otros compañeros para llegar a acuerdos mínimos. La gran mayoría, lo hacemos con mucha calidad, que excepcionalmente haya alguna cosita que nos salga mal…
La Barra: Gastamos, por ejemplo, en viajes, equipos, consultorías y cabildeos por dejar el crudo del Yasuní bajo tierra o para extender las preferencias arancelarias para luego decir ‘No, eso ya no va’. También hay un contrato con la consultora McSquared por 6 millones de dólares. Son fondos públicos…
El ministro: Compas, voy a ser muy honesto. Supongamos que yo cogiera todos los errores desde el primer día que somos gobierno, estoy seguro que todos sumados no son ni el error de cálculo de la gestión macroeconómica a diferencia de la gente que lo hizo mal porque quería hacerlo mal. Le voy a dar magnitudes. ¿Qué es lo que más le criticaría al Gobierno en términos de gasto público? Este contrato, seguramente.
La Barra: Ese y unos cuantos más…
El ministro: ¡Sume todos, multiplíqueles por diez! El presupuesto del Estado es como 34 mil millones, un poco más el 30% del PIB. En el salvataje bancario el errorcito fue del 36% del PIB, se equivocaron en más de un presupuesto del Estado en un año. No quiero decir que por eso no tengamos que mejorar, siempre tenemos que mejorar y hay que cuidar cada dólar porque es de los ecuatorianos. Lo que sí quiero dejar sobre la mesa es que tampoco nos pidan que todo sea perfecto.
La Barra: ¿Qué le ha quitado el sueño? ¿Habido alguna noche en la que no haya podido dormir?
El ministro: Duermo bien y tengo la conciencia tranquila.
La Barra: No estamos hablando de temas de conciencia.
El ministro: Cuando el presidente me llamó a colaborar como Ministro de Finanzas, leía en los medios que estábamos ilíquidos, quebrados… fue un reto muy importante. ¡Esa noche! hasta ver números. No creo mucho en lo que dicen los medios, pero algo de cierto habrá, me dije. Al otro día me di cuenta de que no era como lo habían planteado.
La Barra: Son opiniones de las fuentes.
El ministro: ¿Ustedes no creen que detrás de los grandes medios no hay grandes capitales?
La Barra: Pasa que los funcionarios del gobierno no hablan con la prensa. Y no hablamos de este ministerio, sino del gobierno en general.
El ministro: Le cuento una cosa: ¡no nos invitan! A Diego Oquendo, un periodista muy amable y respetuoso, yo tuve que pedirle la entrevista, porque en cuatro años nunca me había entrevistado. Tuve que decirle ‘vea yo quiero rebatirle al señor que habló en su radio’.
Los asesores del ministro le recuerdan que está retrasado a una reunión. Se disculpa por el corte, nosotros le agradecemos por el tiempo y empezamos a despedirnos. Cuando iniciábamos el ritual de darnos la mano a alguien se le ocurre la típica: “la última pregunta, señor ministro, no le robamos más tiempo”. Sonriente, acepta. “Dígame, pregunte, con confianza”.
La Barra: ¿Cuánto cuesta una sabatina?
El ministro: No tengo la cifra en la cabeza, pero no es mucho. La sabatina son equipos que se utilizan para la noche cultural, para eventos públicos, que están siempre rotando. Hay logística atrás que son equipos. Solo es poner, llevar y traer.
La Barra: ¿Y la gente que trabaja en eso?
El ministro: Anoten esto: 120 millones de dólares es lo que se gastan en comunicación los bancos. ¿No creen que un gobierno debe destinar algo de recursos para informar?, ¿el 0.1% del presupuesto les parece razonable? Mientras estuve en Finanzas, en el 2013, lo que se gastaba en un año en publicidad y propaganda a nivel de la Función Ejecutiva fueron 35 o 36 millones.
La Barra: ¿Cuántas escuelas del milenio es eso?
El ministro: ¿Y cómo hacemos vacunación infantil si la gente no sabe dónde vacunarse? En comparación con el resto de países somos los que menos gastan.
En este momento el ministro, en un tono destemplado, comienza a tararearnos la recordada canción del famoso personaje animado Máximo, ese simpático tucán creado por Unicef hace más de una década para promocionar una campaña de vacunación: “Yo soy Máximooo… y aquí estoy”.
La Barra: Los bancos hacen publicidad y el gobierno hace propaganda. ¡Eso no es comunicación!
El ministro: No soy un experto en ese tema; no me quisiera meter, el ministro al que deberían buscar es Fernando Alvarado (secretario de Comunicación).
La Barra: El tema es que todo eso cuesta y son fondos públicos.
El ministro: Estoy de acuerdo, pero que la gente no tenga información también cuesta. Si todos los días le están diciendo ‘estamos quebrados’, usted no invierte, y si usted no invierte, no hay crecimiento y no hay empleo.
La Barra: Entonces para generar información de calidad debería invertirse donde haya información de calidad. ¿Usted le cree a El Telégrafo y a El Ciudadano en tanto información y no propaganda?
El ministro: Le creo mucho más a El Telégrafo que a El Comercio, El Universo, La Hora…Creo que son gente bastante más profesional. No me refiero a los periodistas, que tienen un trabajo similar, sino a los que desde arriba manejan la información… Tengo buenas referencias de Orlando Pérez.
La Barra: Son medios militantes.
El ministro: Es bueno militar en política porque si la gente buena no se mete, los que se van a meter son los otros.
La Barra: ¿Y tenemos que subsidiar a El Telégrafo, con 17 millones de pérdidas?
El ministro: Creo que ustedes deberían conversar con Orlando. Si revisan la lectoría de todos los diarios van a ver cómo ha caído dramáticamente
La Barra: Así es, pero en el caso del El Telégrafo son fondos públicos.
El ministro: ¿Ustedes saben que Editogran tiene una de las industrias más eficientes para producir libros? Nos cuesta un dólar el libro, antes costaba cuatro, cinco, seis veces ese valor en las grandes imprentas.
La Barra: ¡17 millones no es poca plata señor ministro!
El ministro: Señores, la comunicación como un servicio público es absolutamente necesario. Bajo esa lógica, lo que ustedes me quieren decir es que La Barra Espaciadora debe tener en azul sus saldos, porque de lo contrario no hay que tener La Barra Espaciadora. ¡No señores! Alguien tiene que hacer el contrapeso. No soy experto en comunicación, pero desde el punto de vista económico la información es un bien público. El conocimiento es un bien público y es bueno que se difunda. A veces hay que subsidiar el conocimiento, subsidiar la información.
La entrevista concluye ahí. El ministro debe volver a sus reuniones de programación macroeconómica, donde se decide, en buena medida, la suerte de nuestros bolsillos.
excelente entrevista! y las fotos que la acompañan! buen trabajo!